Escribo este artículo horas antes de que el ciudadano Felipe de Borbón y Grecia aparezca en todas las televisiones para realizar el tradicional discurso de Navidad del Jefe del Estado a los españoles. Normalmente se trata de un texto demasiado institucional, sin entrar de lleno en las verdaderas necesidades y preocupaciones de los ciudadanos, un discurso que no va más allá de frases hechas y de obviedades, lo que demuestra el total alejamiento del rey de su pueblo. Sin embargo, este año puede haber sorpresas y lanzar un mensaje tan beligerante y tan próximo a lo defendido por la extrema derecha como el que ofreció en el mes de octubre. Por eso voy a realizar un ejercicio novelesco y les mostraré cómo debería ser esa intervención en la televisión para acercarse a la realidad de los españoles.
Buenas noches:
En estos días entrañables quiero expresaros mi felicitación en esta Navidad y mi deseo de que el próximo año 2018 os traiga todas las venturas que anheláis.
Al igual que en años anteriores quiero compartir con vosotros mi recuerdo a todas las personas que son las víctimas de esta crisis económica que no se ha terminado, a todos aquellos que han sido expulsados de sus casas porque también han sido expulsados del mercado laboral gracias a unas leyes con las que la Corona no está de acuerdo porque el trabajo es un derecho que está reconocido por la Constitución, por el texto que apuntala el espíritu democrático de nuestro país y que está siendo constantemente vulnerado por las políticas que defienden los intereses de las élites. No me quiero olvidar en este mensaje de los cientos de miles de españoles a los que los intereses de esos centros de poder se despertaron una mañana de primavera despojados de su patrimonio.
La Corona está muy preocupada por cómo se está aprovechando la situación económica global para atacar al bienestar de todos vosotros por parte de quienes no tienen escrúpulos a la hora de legislar sin tener en cuenta las consecuencias nefastas que sus leyes pueden causar en quienes deben ser protegidos ante los que están siendo beneficiados. No puede ser que en estas fechas tan entrañables haya familias que no puedan reunirse para celebrar la Navidad ni puedan tener una cena caliente más allá de la que puedan recibir de las instituciones benéficas. España ya pasó por una hambruna tras la Guerra Civil y desde la Corona no podemos aceptar que en tiempos de paz, en tiempos de democracia, en tiempos de prosperidad para algunos, haya españoles que estén pasando hambre por la ineficiencia de quienes, por sus obligaciones y por su juramento, deben poner todos los medios para evitar estas desgracias. En esta noche tan especial, la Corona quiere estar junto a los que pasan hambre, porque, por desgracia, quien debería estar a su lado creando los escenarios necesarios para evitar que una lacra así se vaya extendiendo como el aceite en el agua clara está ausente en vaguedades y falsas realidades.
Quiero expresaros también mi preocupación ante el hecho de que en estos últimos seis años nuestro país esté siendo condenado constantemente por Naciones Unidas. España es de todos y, sobre todo, es un país que debe reconocer el heroísmo de quienes fueron los que defendieron la legalidad y la democracia ante quienes se valieron de la fuerza para imponer una ideología y unos modos de gobernar que son contrarios a los derechos humanos. El encubrimiento de los responsables por motivos ideológicos debe ser desterrado de nuestra sociedad, venga de donde venga.
Por otro lado, quiero hacer constar en este mensaje navideño mi preocupación por aquellos que han sido olvidados, por aquellos que han sido abandonados por quienes deberían sostenerlos. La situación económica no puede ser la coartada para incumplir la Constitución. Como Jefe del Estado no puedo dejar de sentirme defraudado por la inacción y la irresponsabilidad de aquellos que juraron cumplir y hacer cumplir nuestra Carta Magna y que han roto su juramento en base a intereses personajes o a ramalazos ideológicos. La España que nos dimos en 1976 no es la que vivimos actualmente. Teóricamente deberíamos haber evolucionado y, al parecer, estamos retornando a las épocas en que los españoles no podían expresarse libremente. Los ciudadanos no pueden encontrarse bajo la amenaza constante del poder ni estar amordazados ante las injusticias. Nadie tiene el derecho de aplicar la doctrina del miedo para llevar a cabo acciones contrarias al juramento constitucional.
Lo mismo podría decir de derechos como la sanidad o la educación. El Estado es el responsable de que todos, sin distinción, tengan acceso al Sistema Nacional de Salud o a una educación pública de calidad. Como Jefe de Estado me siento muy defraudado por el retorno a tiempos olvidados en estas materias, a la derogación encubierta del principio de igualdad o a la entrega a intereses privados del patrimonio de todos. En la España que la reina y yo queremos nadie se puede quedar sin dar educación a sus hijos por motivos económicos, nadie es menos que nadie, nadie puede morir porque desde el Estado no se quiera financiar un medicamento o un tratamiento.
Los españoles somos iguales ante la ley, incluso en los asuntos que han tocado a mi familia. Por eso no son aceptables en una democracia como la nuestra las injerencias por parte del Poder Ejecutivo en el Poder Judicial. Las instituciones del Estado deben estar al servicio de los ciudadanos y no al servicio de los intereses particulares de cada uno, estén donde estén. No se puede permitir que la Justicia se aplique a la carta de lo que cada uno quiera, ni poner al mando de dichas instituciones a personas que trabajen para una organización y no para el interés general de los ciudadanos.
Tampoco me puedo olvidar de todas las mujeres que están siendo asesinadas por el hecho de ser mujer. La falta de iniciativa de nuestras instituciones políticas y de los representantes del pueblo es la principal responsable de las muertes por la violencia machista. Las mujeres son el pilar de nuestra sociedad y, como tal, deberían tener una protección por parte del Estado porque no se puede permitir en un país democrático que haya ciudadanas que vivan bajo la dictadura del miedo y que no se les dé la oportunidad con garantías de salir del pozo en que el machismo las tiene metidas.
Por tanto, os voy a hacer dos anuncios de importancia, anuncios que espero que os llenen de esperanza para el nuevo año que viene. En primer lugar, convocaré al Presidente de Gobierno para solicitarle su renuncia al cargo y la convocatoria de Elecciones Generales. Por otro lado, al nuevo Ejecutivo salido de las urnas les presentaré la petición de la Corona de convocatoria de una consulta para que seáis vosotros quienes decidáis qué España queréis y qué Jefe del Estado queréis. No puedo mantenerme en mi puesto sin el beneplácito del pueblo español, sin el refrendo democrático a la Jefatura del Estado.
De nuevo, desearos una Feliz Navidad y un Próspero año 2.018.
Buenas noches.
Evidentemente, lo anterior es una fabulación y nada del mismo será dicho por Felipe VI, sin embargo es el mensaje que muchos estamos esperando oír de nuestro Jefe de Estado, un mensaje comprometido con la verdadera realidad de los españoles y no con la que le pintan en su despacho del Palacio de la Zarzuela.
Para finalizar desearos a todos los lectores de Diario16 Salud y Felicidad para el año 2018.