Íñigo Errejón acaba de anunciar que ha decidido liderar un nuevo proyecto, “Más país”, que pretende ser una alternativa sensata y pactista desde la izquierda, que favorezca su entendimiento ante su reciente fracaso que nos lleva a elecciones el próximo 10-N y al mismo tiempo para evitar el ascenso de una derecha crecida.
Una reciente encuesta del medio más próximo al PSOE, El País, señalaba lo que muchos detectan en la ciudadanía, que el 90 % está enfadada y decepcionada ante la incapacidad, especialmente en el seno de la izquierda, de entenderse para poner en marcha un nuevo gobierno.
Resulta sorprendente que esa situación no haya sido prevista por las cúpulas de PSOE y Podemos, quizás porque sus máximos gurús haya ido de sobrados, más empeñados en la batalla del relato que en bajar al mundo real para poder detectarlo.
Asomarse a las redes sociales, con los partidos de la izquierda transformados en una gran maquinaria de palmeros dedicados en cuerpo y alma a destrozar al otro, te puede hacer entender los motivos de esa posición autista de sus cúpulas.
Pero la realidad puede ser que ese altísimo porcentaje lleve, así lo indicaban algunas encuestas, a un incremento importante de la abstención, especialmente en el seno de quien resulta responsable máxima del fiasco, la izquierda.
Algunos gurús de la demoscopia como Narciso Michavilla incluso se atrevían a vaticinar que esa abstención prevista podría situarse entre el 5 y el 8 %, o sea de 1,5 a dos millones de electores.
En ese apocalíptico panorama para la izquierda, que podría suponer un vuelco electoral sin precedentes que trajera la vuelta de la derecha, aparece Íñigo Errejón y su “Más país”.
La aparición de un nuevo proyecto siempre genera ilusión y expectativas, especialmente cuando los existentes han traído tanto enfado y decepción.
¿Será suficiente para conseguir un buen resultado? ¿Conseguirá que los votantes de la izquierda cabreados que pensaban ir a la abstención no lo hagan y les apoyen?
Esas son las preguntas clave y quizás las que de responderse afirmativamente podrían conseguir parar la sangría de la izquierda. Pero existen otras que podrían tener una influencia vital en los resultados del próximo 10-N.
En el seno del PSOE en las horas previas se palpaba euforia, porque se teorizaba con que la casi totalidad de votantes de la nueva formación les vendría de Podemos. De ahí las primeras declaraciones de Pedro Sánchez y Carmen Calvo con loas indisimuladas a Errejón.
Pero algo ha cambiado en las últimas horas, quizás manejen algunas encuestas recientes, y las últimas declaraciones de su portavoz Rafael Simancas han cambiado el tono respetuoso de sus mayores.
No me parece que haya que ser muy listo o un gurú demoscópico para darse cuenta, que “Más país” puede ser el refugio electoral de mucho votante socialista sensato y alejado de la secta afiliativa, después del enfado provocado por el PSOE y su rígida postura en la parte final de la negociación.
Quizás esa gente que apoyaba y estaba de acuerdo con ese partido en la primera fase y la generosa propuesta ofrecida a UP de una vicepresidencia y tres ministerios, no haya comprendido la rigidez del final retirándola que llevó a la ruptura.
Un sector de votantes socialistas que no han entendido que se ponga en riesgo una mayoría amplia de la izquierda, en un momento de flexibilidad del nacionalismo vasco y catalán, abriendo la posibilidad de recuperación de la derecha.
Esos votantes socialistas leales enfadados y defraudados jamás cambiarían su voto por el de Podemos, pero sí podrían hacerlo hacia la nueva formación de Íñigo Errejón que además tiene ante sus ojos una buena imagen muy diferente de la de Pablo Iglesias.
Votarle les daría la tranquilidad de que su voto jamás servirá para la quiebra y el enfrentamiento entre la izquierda, sino antes lo contrario para su entendimiento y acuerdo.
Por último son votantes que apoyaron a Pedro Sánchez para los que su figura es admirada y respetada y saben que votar a “Más país” servirá precisamente para facilitar su investidura, pero al mismo tiempo resultará un aviso a navegantes.
Por eso la respuesta a la pregunta anterior es que esos votantes socialistas enfadados con lo ocurrido, que jamás votarían a Podemos, que les dolería mucho ir a la abstención después de toda la vida votando socialismo, vean en Errejón y su partido un refugio para sus votos, un tirón de orejas a sus líderes y al mismo tiempo sin que resulte un riesgo para la izquierda y Pedro Sánchez.
Sí, el 10-N muchos votantes socialistas lo harán a “Más país” y seguirán siendo leales al PSOE en el que creen y al Pedro Sánchez al que apoyaron en los momentos difíciles y probablemente si ven un cambio en el futuro vuelvan a ser votantes socialistas.
Pero si yo fuera Pedro Sánchez haría una campaña de inversión de futuro. Intentaría demostrarles, aunque ahora ya sea tarde, que sus propuestas, pero especialmente sus hechos, le llevan a recuperar al que ganó las primarias.
Y quizás utilizando un concepto del pasado, intentaría controlar durante la campaña a sus dóberman.
Somos votantes socialistas enfadados, no traidores infectos.