El atentado ecológico y el desastre medioambiental que se produce en Málaga, en el último paraje natural virgen que queda en el Arreijanal (Desembocadura del rio Guadalhorce), con masiva tala de árboles y un proyecto invasivo es inadmisible. Varias asociaciones ecologistas se han movilizado denunciando los hechos. Es un despropósito apoyado por el Ayuntamiento de Málaga (PP), acometer ese atentado ecológico para satisfacer el proyecto privado de construcción de un complejo urbanístico de una academia de fútbol, que desprende un “pestilente aroma a connivencia”, al favorecer los intereses particulares y económicos del gran capital, financiado por algunos Jeques Árabes de los petrodólares
El Alcalde de la Torre (PP) ha cedido la última zona virgen de alto valor ecológico a manos privadas, lo que significa un ataque brutal al Medio Ambiente, poniendo en peligro la extinción de una rica zona de aves, flora y fauna autóctona de Málaga. El avance implacable del capitalismo en su fase imperialista y belicosa, sobre todo en su etapa actual de decadencia senil y agónica, está acelerando la destrucción del planeta Tierra, aunque intente salvar su responsabilidad social en pomposas cumbres mundiales sobre el Medio Ambiente.
En este breve artículo invito una vez más al debate sobre el Cambio Climático ante la necesidad de buscar respuestas a la crisis ecológica creada por el sistema capitalista, pero dándole un enfoque desde el punto de vista del ecosocialismo, porque la degradación de nuestro planeta es creciente aunque el primo de Rajoy le sigue aconsejando que aquí no pasa nada mientras Trump hace de “primo” a escala mundial.
Ecosistemas preciosos del planeta están sufriendo daños irreparables. La selva tropical está siendo esquilmada y disminuye su extensión al ser talada y arrasada sin control ni planes de repoblación forestal. Bosques templados que representan el pulmón del planeta están enfermos por la contaminación y muchos territorios están en peligro de desertización por la erosión y el mal uso. El desierto del Sáhara entra por Almería según algunos expertos. Esas y otras realidades de nuestro planeta son fenómenos muy serios y de una gravedad tremenda. Alertamos a la sociedad, para que nos organicemos y luchemos exigiendo que se dediquen los recursos para frenar este deterioro antes de que sea demasiado tarde.
El problema es entre clases: Existe un “ecologismo burgués”, un “ecologismo progresista y socialdemócrata” y un “ecologismo socialista de izquierdas”. El primero apoyado por científicos “liberales” que explican de forma tajante que el calentamiento global no existe y que es una invención de las izquierdas. El segundo, de forma ambigua, asumen el hecho del deterioro que se produce pero achacándolo a la “acción del hombre”, planteándolo de forma individual y no social; ese grupo, junto a algunos progresistas e incluso socialdemócratas, afirman que la degradación del Medio Ambiente es culpa del desaforado consumismo y que estamos viviendo por encima de nuestras posibilidades, que solo basta con reducir el consumo para proteger el medio ambiente, pero ¿cómo pueden reducir el consumo los 3.600 millones de pobres que se mueren de hambre y sed?
Los dos grupos primeros están contaminados por la ideología liberal-conservadora, pues intentan culpabilizar al individuo para no responsabilizar al sistema capitalista al cual defienden. El consumo de las personas es relativo; lo que daña el Medio Ambiente es el consumo desaforado del capitalismo con el despilfarro de los recursos, el militarismo asesino, la lógica del lucro privado con su acumulación capitalista de riquezas en pocas manos, el atesoramiento en Paraísos Fiscales que retiran recursos inmensos de la circulación que se podrían emplear en investigación para salvar al planeta y en producción para la alimentación de poblaciones desnutridas, que son problemas fundamentales para la conservación de las especies incluida la humana.
El capitalismo no ve ningún problema en contaminar lo que necesite con tal de producir beneficios para una minoría de parásitos. Ese es el efecto de la lógica de explotación por los capitalistas aunque sea arrasando el entorno medioambiental. Su lógica es producir al costo menor destruyendo cualquier cosa, sean seres humanos o el planeta. Las multinacionales en manos privadas que disfrutan de los beneficios de la explotación, impiden cambiar su modelo drásticamente.
El efecto invernadero y el dióxido de carbono atmosférico tienden a impedir que la radiación de onda larga escape al espacio exterior, por lo que la temperatura de la Tierra aumenta con la contaminación. Los patrones de precipitación global con lluvias ácidas y otras distorsiones atmosféricas se ven alterados y asociado al uso de combustibles fósiles; esa acidificación se debe a la emisión del dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno por las centrales térmicas y la contaminación de los vehículos de motor. La cantidad de CO2 atmosférico que había permanecido estable durante siglos, se ha incrementado desde el año 1.750 en torno a un 50 %. Esos productos interactúan con los rayos solares, la humedad y los oxidantes produciendo ácido sulfúrico y nítrico, que son transportados a través de la circulación atmosférica cayendo a la Tierra, arrastrados por lluvias y nevadas produciendo partículas contaminantes, gases atmosféricos y lluvia ácida.
La burguesía considera a la naturaleza como una mercancía de su propiedad privada. La transformación del modelo de consumo de las energías contaminantes por otro de energías limpias, es técnicamente posible en la actualidad. No puede desarrollarse porque choca frontalmente con la lógica del lucro privado de los intereses de las multinacionales del petróleo, que se sostiene sobre pilares básicos: la energía nuclear y la carrera bélica por los hidrocarburos y materias primas. Dicen que no hay dinero para financiar la lucha contra el Cambio Climático, pero sí para guerras: El Presidente Trump, firmó el presupuesto del Pentágono de casi 700.000 millones de dólares para el año 2018, que incluye fondos adicionales para operaciones en Afganistán y Siria y se vuelve tacaño al enfrentar a EEUU con el resto del planeta saliéndose del Acuerdo de París contra el Cambio Climático pese a las raquíticas aportaciones presupuestarias comprometidas.
Las condiciones de vida de la población mundial se siguen degradando por los efectos del ataque al Medio Ambiente, con la contaminación de ríos y mares que dañan los recursos hidrográficos; las emisiones descontroladas de CO2, la amenaza nuclear, la destrucción de los bosques con una deforestación descontrolada y salvaje, todo ello agravado por la utilización de contaminantes y pesticidas que perjudican la producción agrícola, llevan a la humanidad al padecimiento de hambrunas terribles y a un empeoramiento de las condiciones de vida de la población mundial, sobre todo en las zonas más empobrecidas, debido a la rapiña del neocolonialismo económico que ejercen las multinacionales del petróleo dominadas por el “Complejo Militar Industrial EEUU” que fomentan guerras y masacres en poblaciones, destruyendo países enteros… Irak, Líbano, Siria, Oriente Medio… el pasado 30 de marzo Israel, empleando fuego real contra manifestantes Palestinos desarmados, causó decenas de muertos y 1.400 heridos, etc.
El capitalismo lleva en la sangre la corrupción y el desprecio por los derechos de la población. Las empresas privadas hacen negocio hasta con desgracias ajenas. Es el producto del propio imperialismo cuyo fin es el sacrosanto lucro para las minorías y el exterminio de la población que consideran escoria.
Es importante centrarnos en dos frentes: la producción de energía y su consumo. Científicamente está demostrado que con la revolución científico-técnica aplicada al bien común y no en beneficio de los lobbies del petróleo y las armas, en un relativo espacio de tiempo, podría transformarse el sistema de producción de energía, capaz de distribuir efectivamente por todo el planeta energía, eléctrica limpia, barata y abundante. Hay estudios que demuestran que es posible la generación de energías como eólica, solar, mareomotriz, geotérmica, hidráulica y sobre todo la nuclear limpia. La energía que contienen los átomos es incalculable, pero en bases capitalistas se tomó el camino de menor resistencia desarrollando la más fácil pero la más mortífera.
Las centrales nucleares, así como las bombas atómicas, están basadas en la fisión nuclear, proceso en el cual, un núcleo atómico se divide. La masa sumada de los núcleos resultantes no alcanza a la del núcleo original resultante fisionado. Esa diferencia se convierte en energía atómica muy contaminante. Por contra, la fusión nuclear, sería el proceso por el cual, varios núcleos atómicos de carga similar, se unen y forman un núcleo más pesado y simultáneamente se libera una cantidad enorme de energía limpia según la física nuclear, uniendo dos átomos para formar un átomo más pesado, como consecuencia de la diferencia de masa de los átomos del inicio.
Al margen del fenómeno físico, existen dos grandes diferencias entre la energía obtenida a partir de la FISIÓN y la FUSIÓN. La energía que se obtendría de la Fusión sería mil veces mayor que la que se obtiene por la Fisión. Para obtener energía por Fisión necesitamos recurrir a un mineral que escasea como el Uranio. La Fusión necesita de Deuterio y Tritio, dos isótopos del hidrógeno que se encuentran en abundancia en la naturaleza. La energía obtenida de las reacciones de Fusión sería más limpia que la obtenida por Fisión. El capitalismo optó por la peor fórmula por motivos de premura y rentabilidad inmediata para los accionistas privados ya que el desarrollo por Fusión produciría una energía limpia y barata, obligando a desmontar todo el aparato instalado para conseguir los beneficios en esta carrera infernal de cambiar sangre por petróleo para alimentar al monstruo sanguinario que han creado.
Albert Einstein dijo: “No podremos resolver los problemas que tenemos hoy pensando de la misma manera que pensábamos cuando los provocamos”. La solución a los graves problemas ecológicos que tienen su causa en la aplicación de la “ideología capitalista del lucro privado”, no podrá venir nunca aplicando la máxima del liberalismo anárquico del “dejar hacer dejar pasar”. Necesitamos la ciencia para cambiar los valores de la competencia salvaje, por la solidaridad entre seres humanos porque como decía Engels, eso significará “pasar del reino de la necesidad al reino de la libertad”. Podría lograrse desarrollando nuevos recursos técnicos como lo entiende el “ecosocialismo solidario”, basado en la filosofía del materialismo dialéctico, que fue planteado cuando las ciencias estaban dando sus primeros pasos, intuyendo y explicando los problemas a los que la humanidad nos tendríamos que enfrentar porque tanto los socialistas utópicos como los científicos estaban también preocupados por la agricultura medioambiental, la industria, el comercio y la distribución de la producción.
El ecosocialismo de izquierda tiene algunas discrepancias con otros sectores del “ecologismo” cuando éstos plantean que la defensa del entorno medioambiental entra en contradicción con el desarrollo de las fuerzas productivas y buscan la salida sin cuestionar el capitalismo. Es falsa la idea de que sólo con austeridad y recortes del consumo se podrá resolver el problema ecológico. Eso caló en la conciencia de dirigentes progres, reformistas, socio-liberales e incluso socialdemócratas que se han tragado el anzuelo del discurso de la burguesía dominante.
La lucha por el Cambio Social significa también el respeto al Medio Ambiente y debemos potenciar la reorganización de los movimientos sociales en sus luchas sindicales y políticas de izquierdas, tomando el destino en nuestras propias manos en defensa de Derechos Laborales, junto a la lucha para poner fin a la destrucción del planeta a la que nos arrastra este modelo capitalista, decadente y corrupto.
La mejor alternativa es la lucha por una sociedad socialista, libre de toda opresión y democrática, donde la producción esté planificada científicamente. Así podríamos utilizar de una manera racional y apropiada, los recursos de la naturaleza en beneficio de la humanidad. La ciencia, la robótica y la tecnología nos ofrecen amplios campos de desarrollo, aplicando los avances conseguidos al servicio del ser humano. La lucha de los trabajadores por el ecosocialismo para frenar el Cambio Climático, es en legítima defensa contra el peligro de la aniquilación de la Humanidad a manos del imperialismo. Es la misma lucha por un programa genuinamente socialista, una democracia sana y participativa, que ponga los recursos al servicio de la Humanidad.