Me dirigía a toda prisa a tomar un AVE camino de Calatayud donde tenía un acto esa misma tarde, cuando un votante me dijo, “menos mal que ya queda poco y el 21 sea acaba. ¡Que gane Pedro!” Parece una frase recurrente, pero me hizo reflexionar. Porque si el 21 gana Pedro como el votante desea, no acaba nada. Empieza todo. Así que no falta poco para el final, sino para el principio.
Estas Primarias marcan un hito en nuestro partido. Definen dos modelos de partido y hasta de sociedad, y están evidenciando dos formas de hacer la política. Una que reconoce la fragmentación de la política, sobre todo la de la izquierda, en España y en Europa, y plantea profundos cambios y el reforzamiento ideológico y político de nuestro partido, y otra que, “con lo que hemos sido” no entiende lo que hemos hecho nosotros para merecer esto. Y se empecina en “mantenella y no enmendalla” así nos quedemos en cuadro en las próximas elecciones. Y adelanto, antes de que me lo digan, que incluso en el lado de los que estamos convencidos de que hay que actualizar nuestro partido y volverlo situar en la izquierda, puede haber compañeros que quizás no sean conscientes de la envergadura del cambio que necesitamos y la paciencia y el acierto que habrá que tener para llevarlo a cabo sin prisa pero sin pausa.
Si, tal y como parece, el próximo día 21 se impone la que parece voluntad mayoritaria de los afiliados, de elegir a Pedro Sánchez como representante de un proyecto renovador, valiente y decididamente de izquierdas, se precisa mucha constancia, mucha capacidad de aguante y de cumplir la palabra dada, y mucha gente capaz de llevar a buen puerto todo lo prometido ante miles y miles de militantes y votantes en esta campaña. Y teniendo en cuenta que todos somos hijos de Roma en esta parte del mundo y en este partido, la cuestión no es tanto aprender, como desaprender. Es decir, primero hay que desprenderse de unas formas de hacer antiguas, que sin discutir ahora si fueron o no buenas en otra época, lo demostrado es que ya no solo no son buenas, sino que son perniciosas, tanto para el partido como la política en general, y ello va a llevar a sacrificios personales que todos tendremos que hacer, y prácticas de generosidad para cuantos compañeros no hayan podido llegar a comprender lo que se pretende, pero tendrán que ir comprendiéndolo. Es posible que esta nueva dinámica se lleve por delante incluso a algunos de los que la hemos estado impulsando. Así es la vida y la política. Pero, o eso, o la irrelevancia. Y los que, ya apartados de la actividad pública u orgánica, desde nuestros trabajos, hemos salido de nuevo a la tribuna militante, lo hemos hecho justo para evitar eso, el enquistamiento, la irrelevancia de nuestro partido, o esa resignación de ser útiles en la oposición que a veces esconde una idea perniciosa, la de que da igual que mi partido saque 90 que 50 diputados siempre que yo sea uno de ellos y pueda ser “útil en la oposición”. Con decir después que voy a crujir al gobierno, arreglado.
Asumiendo los enfrentamientos que haya podido haber, el susto que provoca en muchos, por falta de práctica democrática, la libre confrontación de pareceres, de propuestas y de ideas, estas Primarias han sentado un precedente para la política del partido, y para la de todos los demás. Y no solo no hay que atenuarlas, sino que hay que consolidarlas perfeccionándolas. La época que empezamos es la de la participación, la suma de opiniones, la del aprovechamiento de las nuevas vías de comunicación en beneficio de la democracia y la madurez política de la sociedad, la de la incorporación de nuevos talentos, jóvenes o no tan jóvenes que estaban por descubrir, la de la socialización de las decisiones y las responsabilidades.
Por eso empeñarse en seguir manteniendo métodos y formas superados por la propia sociedad, en seguir hablando la política desde lenguajes incompresibles para darse pompa cuando no se tiene nada que decir ni proponer, empeñarse en disimular que somos de izquierdas y queremos además ser socialistas, para obtener el agrado de los poderosos, o algunos votos que no solo no se han obtenido, sino que han disuadido a millones de nuestros votantes, no solo es impropio de nuestra visión del mundo, sino una banalidad en términos políticos y electorales.
Por eso, y convencido de que corresponde a la izquierda sentar las bases de la nueva época que está por construir tras la salvaje crisis económica que el capitalismo ha repartido entre todos, es por lo que he recorrido España pidiendo apoyos para el proyecto que simboliza Pedro Sánchez con su candidatura en estas Primarias Socialistas.
Si el apoyo que en los actos se manifiesta se convierte en votos, el 21 no acaba nada. Empieza todo. Y debemos construirlo con el mismo entusiasmo y la misma participación con que hemos llegado hasta aquí. Sobre todo, porque si conseguimos enderezar al PSOE desde la izquierda habremos de hacer que cunda el ejemplo en el resto de Europa donde la falta de estímulo ideológica de la socialdemocracia es ya indisimulable. Pero de eso ya hablaremos mas tarde, ahora vamos a lo que vamos. A ganar las Primarias del 21 M.