Enfrascados en fichajes de renombre y calidad, esos mismos que no le han gustado a la policía de los fichajes, ha pasado desapercibido que este Atlético de Madrid está gestando algo que también tiene su importancia en estos tiempos. La construcción del Atleti de los guapos es una puerta del marketing que habría que explotar. Esos apolíneos jugadores tienen un mercado interesante, el cual puede y debe ser explotado para esos ingresos atípicos que son fundamentales en todos los equipos de fútbol.

Yu, la Community Manager del Atlético de Madrid, se ha dado cuenta del tirón y los comentarios que generan las imágenes de un buena parte de los jugadores. Las groupies de Azpilicueta, que no tienen rubor alguno en valorar a otros jugadores, son ya conocidas, pero también Marcos Llorente o el recién fichado Robin Le Normand están teniendo un tirón más que interesante. Los fichajes realizados, además de lo futbolístico, tampoco son desechables en el aspecto estético. Sørloth tiene esa belleza vikinga que está entre lo exagerado y lo grecolatino. Conor Gallagher, pese a esa coleta corta que gasta, no es un jugador feo.

Cansadas (y cansados) de estar siempre con jugadores que parecen salidos de una prisión o de la parte latina del Bronx, por esos excesivos tatuajes, al Atleti están llegando otro tipo de perfiles estéticos que parecen haber captado la atención de las féminas rojiblanca… y de las que no lo son. Otros equipos pueden presumir de trofeos o jugadores carísimos, pero estéticamente están muy por debajo del Atlético de Madrid. Lo varonil, que en nada se debe confundir con lo machista, comienza a estar de moda, especialmente entre las consumidoras con más recursos, y ahí el Atleti tiene un buen nicho de mercado.

De hecho el Atleti tiene el mejor atractivo para ese nicho de mercado. No solo es alegrarse la vista de vez en cuando, sino poder sacarle partido mediante publicidad. Atrae siempre más un agraciado estéticamente que uno que no. Y da igual la raza, Lino no es feo, por ejemplo, el caso es tener ese atractivo necesario para ser un recurso económico más. Las atléticas son las más agraciadas, por aquello de estar más pendientes de su equipo, pero no hay que desestimar profundizar en el mercado. Al final la colonia que se compra al novio, amigo, amante o marido —al marido menos— tiene su nicho deportivo. Las camisetas de cada uno de ellos tampoco son despreciables para una compra, irracional en muchas ocasiones.

El Atleti de los guapos solo compite en lo deportivo, en lo estético gana por goleada al resto de equipos. Seguro que las groupies están de acuerdo.

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