«Mientras los hombres sigan soñando con una fraternidad universal, con la igualdad de derechos para las mujeres y las minorías étnicas y raciales o, con la jerga de hoy, con la “justicia social”, existirá una versión del comunismo que apelará a las masas, y que espoleará a encabezar a esas causas a jóvenes idealistas, acompañados por políticos más ambiciosos y veteranos, que compartirán o no sus ideas, pero que se verán tentados por la promesa de un Estado omnipotente que les otorgará un poder inmenso sobre sus súbditos. La historia del comunismo no resulta edificante, ni tranquilizadora, pero merece la pena analizarla con frialdad, sin prejuicios ni proyecciones».

Esta es la tesis central de Sean McMeekin y la que sirve al autor para ir desmembrando ciertos pasajes históricos con la idea de que la igualdad, o cierto comunismo, ha estado ahí toda la vida pero que no sería hasta la llegada de la modernidad cuando aquello, que se veía como algo escatológico o utópico, llegaría a concretarse en acción política real y efectiva. En Derrocar al mundo. Auge, caída y resurgir del comunismo (Ciudadela) se ofrece una guía sucinta de lo que ha sido la ideología comunista, de lo que ha supuesto y lo que supone en la actualidad. Libro muy interesante para aquellos que no hayan leído nada sobre el tema y quieran tener un conocimiento mínimo de la historia del comunismo.

La frase del comienzo puede resultar excesiva, lo es, pero si se fijan bien no se llega a condenar la «justicia social», ello supondría condenar cualquier intento de ser humanos y en buena medida todo el catolicismo. No, lo que afirma es McKeen es que detrás de cualquier reivindicación noble, honesta y justa siempre se esconden personajes que, compartiendo o no lo que se defiende, intentan estar a las cosas del poder. Y cuanto más absoluto mejor. De ahí que comience con La república de Platón, pase por el cristianismo, se detenga en los protestantes y siga hasta las primeras rebeliones proletarias de finales del xviii y comienzos del xix. Ahí se vislumbra, aunque por causas que poco tienen que ver con el tema del libro, que el ser humano es complicado y tiende al egoísmo o las tentaciones del poder.

Pasará posteriormente a centrarse, con la brevedad exigida, a los escritos de Karl Marx, en contraposición con Pierre-Joseph Proudhon —quien ya avisara de los peligros del totalitarismo inherente a la doctrina política comunista— y con los socialdemócratas evolucionistas y luego saltará hasta Lenin y todo lo que vendría después. Su profundo conocimiento de lo que fue la URSS —cabe recordar su anterior y magnífico libro La guerra de Stalin (Ciudadela)— permitirá al lector conocer de primera mano lo que supuso aquel régimen en las vidas de millones de personas. También conocerán el horror de la revolución cultural china de Mao, a los jemeres rojos y tantos dictadores que han hecho del comunismo su bandera, en ocasiones para encubrir su impulso dictatorial.

El capítulo final lo deja para el «peligro» comunista, encarnado principalmente en la China actual y su gran desarrollo e influencia en todo el mundo y en cierta actitudes comunistas de dirigentes como Vladimir Putin. Es, con todo, el capítulo más discutible de todo el libro. O por decirlo de otra forma, cuando abandona la Historia y se encamina hacia la Ciencia Política se vuelve todo bastante más discutible. Como se ha sostenido en estas páginas, y corroboran unos cuantos autores extranjeros, no todo el peligro totalitario de la actualidad es producto de comunistas escondidos, «progresistas» aprovechados o personajes peculiares, en el fondo del propio sistema se viene cultivando eso.

Añadan, por último, que el libro está bien escrito y traducido, algo que no es habitual, y no es de esos que abundan en tantos datos que agotan la paciencia del lector. Si alguien quiere saber más o el porqué de una afirmación, se deriva a fuentes de calidad. Si quieren conocer mínimamente la historia del comunismo, es su libro.

Post Scriptum. Una pequeña apreciación. El libro está maravillosamente editado. Con papel del calidad, buena encuadernación, marca de la casa editora. Se advierte esto porque hay editoriales que por el mismo precio ofrecen mucha peor calidad y es algo que se debe destacar y valorar.

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