Ayer tuvo lugar un extraño suceso en varias poblaciones de la geografía española. Personas sin identificar con algo político o ecolocoñazo salieron a correr desnudas por las calles pronunciando frases incoherentes. Móstoles, Daganzo, Tresjuncos, Villarrubia de los Ojos, Puerto Lápice, Denia, Murcia, Villagarcía de Arosa y otras tantas más han visto pasar por sus calles a esas personas desnudas.

Contactada la policía municipal de Móstoles, se puede confirmar que la persona detenida a la altura de la rotonda del Single Love iba gritando «¡Subirse a mi barco, subirse a mi barco!». En la costa levantina han sido detenidas otras personas que gritaban «¡El jeque mochilo se ha vuelto loco!». En Murcia, un señor mayor, sin necesidad de correr, portando una pipa y con chaleco como única prenda portada afirmaba, según la policía local, «¡Ya me da igual todo!». La Guardia Civil ha reportado que en las provincias de Ciudad Real y Cuenca los nudistas extraños tenían como lema «¡Solo falta que salga el senderista!».

Ninguna de estas frases, según los investigadores policiales, tienen aparente conexión, ni suponen algún tipo de reivindicación de algún grupo de oprimides, ni nada por el estilo. No encuentran explicación, pero aquí, en Diario 16+, sí se ha podido encontrar esa conexión extraña. Son aficionados del Atlético de Madrid que, ante las últimas noticias, han salido, sin haber contactado entre ellos, a celebrar que, después de tantos años de gilismo, cuando menos los nombres que suenan como fichajes para su equipo son decentes. Es más, que quepa la posibilidad de fichar a un jugador de un equipo financiado por Emiratos Árabes, como el Manchester City, ha desatado esta locura transitoria.

Sí, porque el aficionado rojiblanco ha estado acostumbrado a las heitingadas, los fichajes del amigo representante portugués, a fichajes buenos que ya estaban vendidos antes de fichar, a mamoneos con fondos de inversión o al clásico rodillas raras. Salvo muy contadas ocasiones, y más por despiste que por acierto, han ido llegando jugadores que asustaban con solo nombrarlos. Jugadores que no ilusionaban, salvo para aquellos que se ilusionan con cualquier cosa, o que venían ya de retirada. Cualquier nombre con cierta relevancia era obvio que no llegaría a vestir la zamarra rojiblanca (o del extraño formato que decide Nike).

Este año Miguel Ángel Gil, bien sea por presión de sus socios financieros, bien sea porque se ha dado un golpe al caer de un caballo o de un testarazo de una vaquilla, se ha puesto a fichar como si no hubiese un mañana y con fichajes aceptables tirando a buenos. Por eso han salido desnudas esas personas, no porque, al final acaben llegando todos los nombres que se dicen, pues el resquemor y la prudencia son recomendables con el gilcerezismo. Y también porque, aunque no se fiche todo, el nacionalmadridismo está rabiando.

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