Dos noticias el mismo día que demuestran que el fútbol español ha perdido el norte… el sur, el este y el oeste. El absurdo, que en algún momento podría ser algo rebelde, se ha apoderado del fútbol y parece que no lo va a soltar. Priman cada vez más las cuestiones no deportivas, las estupideces, las elecciones cada vez más inexplicables y las denuncias más tontas que se recuerdan. En todo ello, curiosamente, sobrevuela el espíritu del señor de Pío XII.
Ayer mismo Javier Tebas, o lo que es lo mismo, La Liga procedió a denunciar a la afición del Rayo Vallecano por un nuevo crimen contra la humanidad: decir a Vinicius Jr. «Balón de playa, lo, lo, lo». Como pueden comprobar algo a la altura de Shoa y que no puede ser permitido en esta nueva civilización del buenismo-tebarismo total. Resulta que cachondearse del jugador más broncas, más chulo y más bocachanclas de España, con algo que han supuesto las mayores risas a nivel europeo desde hace décadas, no parece más que una rivalidad sana. Como que el jugador afirme que quiere al Rayo Vallecano en segunda.
Eso es fútbol y rivalidad sin llegar a la violencia. Ningún insulto se aprecia más que el libre ejercicio del cachondeo. De hecho es algo que se le canta en todos los estadios de España y hasta el momento no había causado ningún tipo de denuncia o drama personal. Bueno igual al jugador no le gusta porque ya presumía de conseguir el trofeo del Balón de Oro y se ha quedado con las ganas por… bocazas. Eso sí, ha ganado el Balón de Floro (idea de Miguel Nicolás) del diario de todas las aficiones, pero parece que no le reconforta del todo. La intromisión de Tebas en algo que es completamente divertido —¿prohibirá pitar al Real Madrid en todos los campos de España?— no es más que una forma de congraciarse con su supuesto enemigo Florentino Pérez. Al final lamiendo la suela del jefe.
Louzán: condenado por corrupción, amigo de narcos y entregado a Pérez
La elección de Rafael Louzán, condenado por corrupción en los juzgados, debe ser para que si trapichea, al menos sea una persona profesional, no como ese Luis Rubiales que hacía chapuza tras chapuza y al que la UCO sigue la pista muy de cerca. Queda todavía por aclarar, en febrero, si la inhabilitación que se deriva de su condena le impediría ser el máximo gestor de la RFEF, porque tiene prohibido gestionar cualquier cosa pública. De ser así, su mandato habría sido de lo más breve.
Lo que no se entiende es que 93 de los ciento treinta y pico electores (¡menuda democracia!) no tuvieran conocimiento de sus tejemanejes como político del PP gallego. Ya solo con nombrar PP, presidente de diputación y Galicia debería ser más que suficiente para no apoyarle… por si las moscas. Son tantos los casos de condenados o inhabilitados que han hecho el mismo recorrido que Louzán que ya debería encender todas las alertas para los avalistas y votantes. Salvo que muchos de ellos son tan “especiales” como el actual presidente.
No solo ha sido condenado sino que los medios, no comprados por la Xunta, han denunciado sus “amistades” con el narcotráfico gallego. Algo así como lo que le sucedió a Alberto Núñez Feijoo con su amigo Marcial Dorado, que no sabía que era narcotraficante. Ya. De hecho el Xornal de Galicia denunció que ambos, Louzán y Feijoo, habían actuado para salvar a algunos amigos del transporte de sustancias psicotrópicas. Como nada se ha probado, ni las denuncias han avanzado, solo cabe señalar que tienen amistades poco recomendables.
A más, a más, Louzán ha sido el padrino de la carrera política de Feijoo en la Xunta y ha concedido numerosas obras y otros servicios de la Diputación (guiño, guiño) a las empresas de… ¡tachán! Florentino Pérez. El círculo se cierra por donde siempre. Florentino financia al PP, el PP devuelve favores y ahora controla un “amigo” la RFEF. Si a eso le añaden que Tebas está empeñado en que no se le note demasiado su supuesta pelea contra el presidente merengue, pues la elección de Louzán es más que bienvenida en Pío XII porque perseguirá con saña que se le diga al Mahatma Jr. «Balón de playa», ese nuevo crimen contra la humanidad.