Hasta los últimos días de su larga vida en el exilio mexicano, la canaria Mercedes Pinto (San Cristóbal de la Laguna, Tenerife, 1883-México, 1976) vivió intensamente el periodismo, la literatura y un germinal feminismo activo sin cortapisas. Su trayectoria profesional es conocida sobre todo por la histórica conferencia que pronunció el 25 de noviembre de 1923, en plena dictadura de Primo de Rivera, en la Universidad Central de Madrid bajo el título de El divorcio como medida higiénica. Sus palabras le valieron la orden inmediata de destierro a la isla guineana de Bioko, aunque ella decidió exiliarse a Uruguay con sus hijos, después de sufrir malos tratos físicos y psicológicos por parte de su marido durante una década de convivencia. El divorcio no fue legalizado hasta la España de Adolfo Suárez en 1981, casi seis décadas después de la valiente intervención de la escritora canaria en la universidad.
OBLIGADA AL EXILIO, POR LEY DEBÍA PEDIR PERMISO A SU ESPOSO MALTRATADOR PARA PODER SALIR DEL PAÍS
El investigador Fran Garcerá publica ahora en la editorial Torremozas este histórico texto que supuso un hito en la historia del feminismo de este país. Pinto pronunció esta conferencia gracias a la inestimable aportación de otra mujer pionera en la historia reciente de este país, la almeriense Carmen de Burgos, Colombine, la primera mujer periodista profesional, quien en un primer momento era la invitada a pronunciar una conferencia en el citado recinto universitario, algo que le impidió su delicado estado de salud.
La experiencia personal de Mercedes Pinto influyó sin duda en su intervención en la universidad. Estas fueron sus primeras palabras: “Yo vengo hoy aquí sin pretensiones de ningún género; vengo como una mujer cristiana y sencilla que ha llorado y visto llorar, y recogiendo mi dolor y el dolor de otras mujeres que se han cruzado conmigo en el camino”. De este modo, como recuerda Garcerá en la introducción de esta edición, Pinto estaba dando voz, por primera vez ante un auditorio, a miles de mujeres en su misma situación, mujeres que soportaban en silencio el machismo y la violencia en el hogar por parte de sus parejas, y todo ello sin un mínimo respaldo legal.
Por primera vez en público, dio voz a miles de mujeres en su misma situación, mujeres que soportaban en silencio el machismo y la violencia en el hogar
La valentía del discurso de la también conocida como La Poetisa Canaria fue mucho más allá de reclamar el divorcio como instrumento concreto para evitar los malos tratos del hombre sobre la mujer en el hogar. De forma velada, al final de su intervención, Pinto se atrevió a sugerir que la mujer tenía derecho a rehacer su vida sentimental y ser feliz con otro nuevo matrimonio. Esta opción era del todo impensable en las convenciones establecidas en la época y la moral imperante.
El revuelo causado por aquellas palabras fue monumental, ya que el acto universitario estuvo presidido por el príncipe Luis Fernando de Baviera, que alarmado por sus palabras la citó en palacio para que se entrevistara con su esposa, la infanta Paz, tía carnal del rey Alfonso XII. Al primer encuentro no se presentó y en un segundo requerimiento rechazó sin pensárselo dos veces el cargo que le ofreció la infanta como oradora para conseguir la fundación en todo el país de las Juntas de Acción Católica que presidía. Acababa de firmar, sin saberlo, la orden de destierro.
A través de la mediación de la propia Carmen de Burgos, Pinto fue recibida días después por el propio dictador Primo de Rivera.
“¿No sabe que España tiene un concordato con el Vaticano?”
La conversación, tal y como la relató la afectada, no tiene desperdicio. El dictador le preguntó a bocajarro: “¿Es usted la señorita que ha dado esta semana una conferencia sobre el divorcio, en la Universidad Central?”. “Sí, señor”, respondí casi serenamente. “Sólo que soy señora y con hijos”. “¿Y no sabe usted”, continuó en voz más alta, “que España tiene un concordato con el Vaticano?”. “No señor, no lo sabía”. “¡España es católica!”, gritó, “y no se puede consentir, porque otros seguirán hablando de cosas, cada vez más prohibidas…”. Comprendí con su silencio repentino que no tenía más que decirme, y me despedí con un leve saludo, marchándome convencida de que aquella sería mi primera y última entrevista con el que era el dueño de los destinos ¡y de la voz de España…!”.
Al final de su intervención, Pinto se atrevió a sugerir que la mujer tenía derecho a rehacer su vida sentimental con otro nuevo matrimonio, impensable en las convenciones de la época
Mercedes Pinto ni siquiera tuvo fácil poder abandonar su país tras proclamar públicamente el derecho al divorcio y la felicidad de cualquier mujer que quisiera rehacer su vida sentimental. Tanto fue así que antes de poder salir del país rumbo al exilio transoceánico tuvo que resolver su matrimonio con su marido maltratador ya que en aquella época se necesitaba el consentimiento expreso del marido para poder viajar fuera del país. En un viaje exprés al otro lado de la frontera francesa, logró casarse con su pareja ilegítima, el abogado Rubén Rojo.
Esta edición a cargo de Fran Garcerá incluye también otros seis artículos periodísticos de Pinto escritos durante su estancia en Uruguay y México, donde queda clara la vocación rompedora de una mujer comprometida que luchó con la palabra contra los convencionalismos de una época en la que el feminismo ni siquiera tenía la consideración de germinal en un país atrasado, empobrecido, machista y analfabeto.
Mercedes Pinto falleció en el exilio a los 93 años en el D.F. de México, en octubre de 1976. Sus restos reposan en el Panteón Jardín de la capital mexicana. En su epitafio, los versos que el Nobel chileno Pablo Neruda le dedicó: Mercedes Pinto vive en el viento de la tempestad, / con el corazón frente al aire. / Enérgicamente sola, / urgentemente viva. / Segura de aciertos e invocaciones: / temible y amable en su trágica / vestidura de luz y llamas…