La semana pasada conocimos que Ana Patricia Botín ha protagonizado un programa de televisión con Jesús Calleja en los glaciares de Groenlandia. La noticia fue publicada por sus medios afines y distribuida, a bombo y platillo, en Twitter e Instagram por la propia presidenta del Santander y Jesús Calleja.
Sin entrar en consideraciones de la campaña de imagen de la presidenta del Santander, ¿resulta hipócrita protagonizar un programa sobre el cambio climático y la desaparición de los glaciares cuando al mismo tiempo se está financiando a empresas que producen gases de efecto invernadero que causan el derretimiento del hielo y generan el calentamiento global?
Esa hipocresía es todavía mayor cuando Ana Patricia Botín, como presidenta del Santander, es perfecta conocedora de la financiación de dichas empresas por el banco y, además, todos los años se le recuerda por diferentes accionistas en la Junta General.
Es conocido que la quema de combustibles fósiles (carbón, lignito, etc.) producen dióxido de carbono y partículas en suspensión, conocido como «humo negro», que generan lluvia ácida y gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global y el cambio climático y contaminan el agua. La quema de combustibles fósiles se realiza de diferentes maneras y una de ellas es en las centrales térmicas para la generación de electricidad.
Existen multitud de informes científicos que afirman que la quema del carbón puede liberar al medio ambiente más residuos radioactivos en suspensión que las centrales nucleares, residuos que, además, se filtran a los acuíferos. Un informe publicado a finales de los 80 en la revista Science llegaba a la conclusión que las personas que vivían cerca de centrales térmicas recibían más radiación que los que lo hacían cerca de centrales nucleares.
Pues bien, según diversos informes, el Santander es uno de los bancos mundiales que más invierte en compañías de combustibles fósiles por encima de los 4.500 millones de dólares anuales con un total de 14.973 en el trienio 2016-2018.
Estos hechos y cifras no se le escapan a Ana Patricia Botín ya que diferentes accionistas se lo han manifestado en diferentes juntas de accionistas como las de marzo de 2018 y abril de 2019.
En la junta de 2018 Ana María Barreira López y Olaya Carlota Ruiz Bautista, directora y abogada del Instituto Internacional de Derecho y Medioambiente (IIDMA), recordaron a Ana Patricia Botín que el banco que preside financia «algunas de las mayores empresas del sector del carbón en el mundo, como CEZ en República Checa, PGE y Tauron en Polonia, RWE en Alemania, SGCC y SPIC en China o Marubeni Corporation en Japón».
La Olaya Carlota Ruiz expuso que el Santander, a través de su banco polaco BZ WBK, financia empresas extractoras de carbón como ZE PAK, que se dedica a la extracción de lignito y a la generación de energía eléctrica con su quema en centrales térmicas, que ha recibido 50 millones de euros desde 2016. También acusó al Santander de financiar otras empresas polacas como PGE y ENEA que tienen planes de abrir nuevas minas de carbón y crear nuevas centrales térmicas. La Ruiz también manifestó que el Santander había suscrito bonos del Grupo Minero Polaco en 2017 por más de 300 millones de euros junto a otras entidades.
En la Junta de 2019, Ana María Barreira afirmó que la política en materia de energía del Santander «no contenía criterios claros que impidiesen financiar a los clientes en los sectores de la minería del carbón y la producción de electricidad con carbón, a pesar de que varios bancos europeos ya habían adoptado tales criterios». También expuso que, conforme al informe Banking on Climate Change, el Santander había destinado 14.973 millones de dólares a proyectos relacionados con combustibles fósiles desde el Acuerdo de París de 2015.
En esa misma Junta de 2019, intervino Jakub Jerzy Gogolewski que manifestó que el Santander figuraba como «el segundo financiador más grande de combustibles fósiles en Europa» y se refirió a las empresas polacas PGE y ZE PAK a las que el banco seguía financiando. También preguntó cuándo haría pública su estrategia para eliminar su exposición a todo el sector de combustibles fósiles que competidores “como BBVA, y otros bancos europeos como ING, ya tenían”.
En definitiva, Ana Patricia Botín, como la inmensa mayoría de ciudadanos del mundo, es consciente de la gravedad de las emisiones de gases de efecto invernadero que generan el calentamiento global y el cambio climático y, si no lo fuera, los accionistas se lo recuerdan en las juntas de accionistas. Pese a ello es el segundo banco mayor financiador de Europa con 14.973 millones de dólares entre 2016 y 2018 y continúa financiando empresas que se dedican a la extracción y quema de combustibles fósiles para la generación de electricidad produciendo el pernicioso dióxido de carbono y el humo negro que deriva en lluvia ácida.
El informe Banking on climate change: fossil fuel finance report card 2019 indica que en los años 2016 a 2018 los principales bancos, entre los que se encuentra el Santander, invirtieron 1,9 billones de dólares en compañías de combustibles fósiles. Según dicho informe, el banco cántabro habría incrementado de 2016 a 2018 en un 566% la financiación a empresas que extraen gas y petróleo en el Ártico.
El mismo informe expone que el Santander en 2016 no financiaba la extracción de petróleo mediante “fracking” y comenzó a hacerlo en 2017 duplicando la financiación en 2018.
A su vez, la financiación del Santander a compañías de exportación e importación de gas natural licuado se incrementó un descomunal 1.783% de 2017 a 2018.
En cuanto a la financiación de compañías mineras de carbón el Santander la duplico del 2016 al 2018.
En consecuencia, queda completamente desacreditado el programa que ha protagonizado Ana Patricia Botín junto a Jesús Calleja en los glaciares de Groenlandia al quedar evidenciado que no es más que un simple «postureo» y una operación de imagen a costa del cambio climático, ya que el Santander continúa financiando a las empresas que producen dióxido de carbono y humo negro y causan el derretimiento de los casquetes polares y glaciares de Groenlandia y el Ártico.
Lo que realmente le importa a Ana Patricia Botín es su cuenta de resultados y, si para incrementarla, tiene que continuar financiando combustibles fósiles lo seguirá haciendo sin por ello dejar de prometer inversiones en sostenibilidad, transición energética, financiación limpia y cumplimiento normativo, afirmaciones que quedan muy bien en los voluminosos informes anuales pero que son sistemáticamente incumplidos, tal y como ha publicado Bloomberg mencionando al informe del grupo de expertos que forman «Carbon Tracker» que demuestra que esas promesas no se cumplen.
Como dice el refrán y la comedia de Lope de Vega «obras son amores y no buenas razones».