Con tanta afición que se ha despertado al senderismo las imágenes de los fines de semana dan para novela. No se sabe si trágica o humorística. Las caras de todos esos neófitos del andar entre las montañas son todo un espectáculo. Muy concentradas antes de comenzar la ruta, una desfiguración cuando comienza a empinarse el terreno y felicidad ya cuando se va cuesta abajo. Especialmente si recorren el camino Smith las caras de sufrimiento son dignas de ver, entre otras cosas porque no suelen hacer caso de los más veteranos y suben a tope. Como a tope suelen bajar y ahí es cuando, por ir felices, suelen producirse las lesiones más graves. Porque no es subiendo sino bajando cuando el peligro acecha.
Lo mismo puede aplicarse al senderista culé, João Félix, se le ve muy feliz ahora que ha comenzado a bajar, pero la hostia antes de llegar abajo puede ser de proporciones bíblicas. Ya le ocurrió cuando hizo una pequeña prueba en una ruta fácil y sencilla, Chelsea. Llegó allí huyendo de los tramos duros y complicados, Atlético de Madrid, y nada más hacer cima se lanzó como si fuese un superhéroe que se habría librado de un supervillano (Cholo Simeone) y la hostia se oyó en todo el continente. Creyó que el esfuerzo, la solidaridad y el sentirse superior por llevar unas botas muy caras (las que Gil Marín le compró) le bastaban. Y resulta que no le quería ni el tato.
Gracias a que Jorge Mendes se ha aliado con Joan Laporta (que Dios pille confesados a los culés porque igual que algún buen jugador colará tres o cuatro mierdas) y que en el Atleti estaban deseando que se fuese (a la mierda si fuese posible), desde el entrenador hasta el aficionado más bizco, ha llegado al FC Barcelona. Dos partidos buenos bajando la cuesta le han puesto muy feliz y la prensa nacionalbarcelonista no ha tardado en situarle en el Olimpo culé (han tenido los huevos de compararle con Cruyff). Pero la ruta no ha terminado. Y está gastando muchas energías por la boca.
Fílix está recorriendo la Grumbe (conocida como marcha García Carrasco) y sólo ha llegado al Montón de Trigo. Está en la fase valle (partidos sencillos) pero le queda todavía volver a bajar y subir unos cuantos kilómetros por tramos (equipos que rascan, que presionan, que mueven el balón…) que no serán tan sencillos. Con su actitud de senderista por tramos fáciles ¿tendrá fuerzas?, ¿tendrá ganas?, ¿empezarán las caritas?, ¿hará caso a lo que le decían en el vestuario del Atleti? Ir cuesta abajo es sencillo si se tiene precaución y no romperse el menisco o algo peor. Tampoco se pueden gastar energías inútilmente mientras se baja porque quedan muchas cuestas por subir.
Los culés están contentos, tanto que si quieren, hoy mismo, por sesenta millones les vendemos el 75% del pase. Claro, no tienen dinero. Pero algún acuerdo por esas cantidades se puede hacer sin problemas. ¿A que no lo firmarían? Los culés que sí ven fútbol no son tan tontos como para no saber que el senderista de las cuestas está a la vuelta de la esquina. ¡Ojalá cambie! Una buena temporada en el Barça son muchos millones para la lista Forbes de Gil Marín e igual algo le cae al equipo. Aunque sea para fichar un cinco y un nueve que no tengan las rodillas raras.