Existe verdadera ansia en el errejonismo por ocupar los espacios de Podemos, la formación a la cual traicionaron con nocturnidad y empanadillas, tanto como para hacerlo físicamente. Les contamos. En la Fiesta del 2 de mayo de la Comunidad de Madrid había reservada una silla para cada uno de los candidatos y candidatas que se presentan al Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid. Había una para Íñigo Errejón de Más Madrid y otra para Isabel Serra de Podemos. Ésta había decidido no acudir pues le daban un premio a El Corte Inglés. Quería de esta forma protestar la candidata por las condiciones laborales que vienen sufriendo los y las trabajadoras. Querían que esa silla vacía simbolizase la conciencia de clase que está implícita en la formación morada.
Habían avisado que no acudirían y los motivos, pero la silla no pudo estar vacía porque el errejonismo se apropió de la silla y acabó destruyendo el elemento simbólico que querían destacar en Podemos. No fue un neofascista, no fue un cabreado del PP, no fue un cuñado de Ciudadanos, no fue una estrella aspiracional del PSOE, no fue ni la número dos, Sol Sánchez, de Podemos, fue Clara Serra. No sólo consumó la traición contra Podemos en el pacto de las empanadillas, sino que con cierto toque cainita, nunca mejor dicho, ocupó el sitio de su hermana para aparecer en las fotos y reventar el juego simbólico que querían provocar en Podemos. Hasta ese punto llegan las ansias del errejonismo en ese camino hacia la destrucción de la formación morada. Ese mismo camino que les lleva por una senda que tienen clara, la entrada en el PSOE.
De momento se divierten destruyendo a Podemos todo lo que pueden mediante la transversalidad, las cadenas de equivalencias y los significantes vacíos, en una competencia virtuosa cuyo único fin no es la hegemonía social sino la destrucción de quienes hasta ayer eran compañeros y compañeras de batallas. Ahora con el apoyo del establishment mediático intentan arrinconar a Podemos para venderse como la izquierda del pueblo frente a los radicalismos carentes de sentido histórico. Una izquierda que se distingue del PSOE en casi nada. Bueno sí en que son regulacionistas de la prostitución, pecata minuta a la que podrían renunciar para entrar en las listas socialdemócratas a no más tardar un año o dos. Aunque como bien ha explicado Carlos Sánchez Mato, candidato a alcalde por Madrid en Pie-IU, al final cabe elegir entre dos PSOEs y la izquierda seria que no sólo habla sino también actúa. Acción y praxis de toda la vida.
Acudieron en manada todos los que son en Más Madrid para apoyar a Errejón y conceder entrevistas a quien se lo pidiese, desde la COPE hasta La Sexta. Y para llorar lo mala que es la reglamentación que no les deja ir a los debates electorales madrileños pese a no tener representación. Quieren quitarle, como le han quitado la silla, a Podemos, quieren quitarle los amigos en los medios, quieren quitarle hasta el alma podemita que los traidores reclaman como propia. Por cierto, en muchos y muchas de los errejonistas el cambio de la indumentaria es manifiesto. Eso de irse socialdemocratizando, aunque sea mediante Ernesto Laclau, acaba siendo también estético. No sólo traicionaron a su partido sino que quieren quitarle todo el espacio que puedan, comenzando por la silla de Isabel Serra.