Es conocido, aunque no tan narrado como en otras ocasiones, que Ciudadanos, es partido catalán que surgió para denunciar desde la derecha el 3% y demás barrabasadas del pujolismo, ha sido apoyado por fuerzas sumamente poderosas para situarse en el primer plano político español. Se sabe que la intención de esos grandes empresarios que pusieron los dineros, que pusieron los contactos internacionales, era tener un partido “suyo” de verdad y que hiciese de contrapeso al populismo juvenil de Podemos. Había que controlar a la España que se levantaba con sus mismas armas, pero desde la derecha. Y parecen haberlo conseguido en parte. Por eso no extraña que vayan abandonando al PP poco a poco.
El tufillo franquista y corrupto del PP, del que se han beneficiado hasta la saciedad, ya no les parece eficaz en estos momentos. En realidad, salvo algún momento de Aznar, el PP no ha sido el partido del establishment. A Suárez se le respetó y se le dio apoyo monetario, pero sabían que no era quien podía llevar a cabo un proyecto como el que tenían en mente. La Operación Roca resultó un fracaso completo a pesar de haber gastado millones y millones de pesetas en la misma. Incluso un empresario como Florentino Pérez era el secretario general del partido. Pero los españoles no tragaron. No les quedó otra que esperar. Juguetear con el socialismo caviar y el conservadurismo aznarista y aprovechar el momento necesario para volver a intentarlo.
Al PP de hoy en día sólo le quedan dos apoyos ciertos y profundos, Ana Botín y lo que puedan significar hoy en día los Villar Mir. El resto del establishment ya no está con ellos y ellas. Les han abandonado a su suerte aunque con cariño por los servicios prestados. Pero hoy en día, en los mentideros del establishment español, no se habla de otra cosa que del futuro que le espera a Ciudadanos. “Su partido”, su obra maestra de la ingeniería política. M. Rajoy es un lastre y se espera que en su muerte política acabe llevándose consigo al partido. Quiere perpetuarse en el poder y los que vienen por detrás dan casi más miedo que el propio presidente. De ello son conscientes en el establishment y cada vez son más las críticas que se vierten sobre el gobierno. Con la adenda de las encuestas que cada vez dan mayores posibilidades a su “naranja mecánica”.
Desde diversas tribunas de los medios del establishment se apoya constantemente a Ciudadanos. Se les mima. En especial a Albert Rivera e Inés Arrimadas. Con el tema catalán de fondo, el establishment está cargando las tintas por el fracaso del gobierno con Cataluña. Ese dejar que pasen las cosas de M. Rajoy no ha gustado. Les ha obligado a los empresarios a movilizarse para salvaguardar sus propios intereses económicos dando la cara. Ellos que no quieren salir más allá de la prensa naranja (económica), han tenido que dar la cara ante la inmovilidad del PP. Tenían alguna esperanza en la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, como así les había vendido ella en los distintos cenáculos a los que suele acudir, pero resulta que es puro humo. Que es incapaz de gestionar nada político. No tiene capacidad de ver más allá de sus propios intereses internos al partido.
Las elecciones catalanas, el punto de cambio en la derecha.
El establishment, por ello, se está volcando con Ciudadanos en la campaña catalana. Quieren que su partido obtenga el mejor resultado, dentro del falso bando llamado constitucionalista, y así proyectarse con todas las fuerzas posibles a nivel nacional. No hay medio de comunicación que no destaque día a día lo que hace, dice y piensa Ciudadanos. Todos los medios se han volcado con ellos siguiendo las órdenes claras y contundentes del establishment. Durante los últimos dos años, los redactores sabían que hablar mal del partido naranja suponía cerrarse puertas en la profesión. Silenzio stampa en todo lo malo que puedan hacer en Ciudadanos. Fíjense que críticas a la formación naranja no se encuentra ni en los medios que se consideran de izquierdas, salvo en Diario 16.
Las televisiones están completamente volcadas con ellos. Da igual el perfil que tengan, todas se pliegan a Ciudadanos, aunque no digan nada coherente o inteligente. Da igual el mensaje, lo importante es que nadie les replique, que todos hablen de ellos y ellas, y que aparezcan mucho en la televisión. Que parezca que sólo Ciudadanos tiene el poder de acabar con el secesionismo y el populismo. Los grandes peligros para el establishment. Se silencia al PSOE, en parte, y casi completamente al PP (salvo en TVE como es lógico por ser la televisión del gobierno y para el gobierno), porque no se quiere ningún fallo. Se manipulan encuestas para generar eso que los anglosajones llaman efecto band wagon (o subirse al caballo ganador). Tiene que ganar Ciudadanos para que se cumpla la primera parte del plan del establishment.
La sustitución del PP por Ciudadanos, aunque en el seno del partido conservador aún no se lo acaban de creer, va avanzando poco a poco. Así lo desea el establishment y tienen los medios suficientes para conseguirlo. No les importa tener un PP mínimo, porque hay mucho conservadurismo en grandes zonas de España, pero en las zonas metropolitanas quieren que todo cambie del azul al naranja. No quieren aguantar más a la señora azul que cantasen Cánovas, Adolfo, Rodrigo y Guzmán. No sólo les ha costado dinero, por medio de la corrupción, sino que les empieza a costar los negocios a nivel internacional. Porque esa es otra pata del problema. A nivel internacional ni Felipe de Borbón es su padre (y bien que se lo pagaban), ni el PP sabe moverse. Es más, alguien a quien podían tener cierto aprecio, como Margallo, se lo han cargado dentro del partido.
El establishment ha virado con total transparencia. Lean los periódicos económicos o los grandes medios para ver que las críticas al PP van subiendo el tono. Poco a poco porque los dineros de la publicidad institucional son importantes. Pero bastaría con que los poderosos se rascasen un poco el bolsillo para cubrir esos gastos y el PP fenecería políticamente. Aún lo aguantan porque ha sabido construir, como ha hecho el PSOE, una amplia red de apoyos en las distintas ramas de la Administración. Pero esas redes pueden cambiar. Sólo hay que ofrecerles una cara más moderna. Si en Francia ha funcionado con Macron, aquí igual hay suerte con Rivera, aunque no es su candidato favorito. ¡Ojo!