Difícil catalogar la utilización de categorías políticas que, mediante su filtro ideológico, ocultan el verdadero problema social. No se oculta el problema en sí, pero se le solapa o se le aparta del foco principal, mediante la preocupación sobre un tema que conmueve pero oculta a la vez. Eufemismo político se le podría llamar a esta figura analítica. O Interdicción política (o analítica) siguiendo a la interdicción lingüística, que es la utilización de otras palabras diferentes para no pronunciar aquellas que se consideran tabú en ciertos estratos sociales o sociedades en sí. Hemos decidido eufemismo porque puede ser más asequible a la comprensión de lectores dispares, pero lo que vamos a tratar en este análisis es la utilización de una categoría política para ocultar una verdad social que es molesta a la estructura de dominación que ha establecido la corriente hegemónica.
Ayer hablaba el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, sobre la pobreza infantil. Una lacra a ojos de toda la sociedad y que produce mucha pena y sentimientos de solidaridad en las personas. “La pobreza infantiles un problema real de graves implicaciones en el presente y futuro de nuestro país si no sabemos cómo atajarla. Es una cuestión de Estado ante la que debemos sumar y coordinar esfuerzos, forjar una auténtica Alianza de País que sea transversal y perdurable” ha afirmado en la Cumbre Empresarial contra la Pobreza Infantil. Toda una paradoja que exista una cumbre empresarial para dicho tema, como veremos. Tiene razón el presidente en lo afirmado, al menos lo hace no como otros y otras, pero está jugando al juego que quiere la clase dominante. Está utilizando un eufemismo político. Está plegándose a los mecanismos de dominación y de encubrimiento del sistema. Esto no tiene nada que ver con Sánchez, sólo nos ha servido de ejemplo de comienzo y para señalar que hasta los que parecen muy listos y están al frente de los distintos países caen en la estructura de dominación. Caen en el aparato ideológico del bloque en el poder.
La pobreza infantil es un problema que genera mucha pena, todas las ONG nos sacan a niñas y niños escuálidos, a niños y niñas que sufren, para concienciarnos. Bueno y si además aportamos unos euros, que nos los presentan bajo una forma que nos haga creer que somos un miserables si no aportamos, mejor que mejor. Somos seres crueles que no queremos ayudar a esas criaturas que llegan a los colegios sin haber desayunado ni cenado el día anterior. O ¡qué decir de todas esa criaturas de países africanos o asiáticos! Debemos sentir como poco de piedad y caridad (esto sobre todo cuando las ONG son religiosas) y poner de nuestro lado todo lo que podamos. A ser posible, reiteramos, unos euros. Solidaridad con las criaturas que pasan hambre en el mundo. Vale lo compramos, estamos todos de acuerdo en que no debe haber esos niveles de pobreza infantil y penurias.
¡Falsos hipócritas!
Esto es lo que son todas esas personas comenzando por los máximos dirigentes políticos y terminando por la mayoría de ONG.
La pobreza infantil es de las formas más elaboradas de dominación y ocultamiento ideológico por parte del capitalismo. Si Althusser estuviera vivo hubiese dicho algo parecido. Como no lo está ya lo decimos nosotros mismos. Claro que es un problema que haya niños y niñas pobres, pero es que ¡sus padres también son pobres y lo ocultáis! ¿Se acuerdan de ese anuncio donde el hermano mayor mezclaba agua con leche para que la pequeña tomase algo más? Ocultaban a los padres que estarían buscando trabajo o pidiendo en la calle, o robando si hubiese hecho falta, para poder llevarles un bocado de pan a la boca. Se oculta que la pobreza no es sólo un factor de edad, sino estructural. Toda la familia es pobre, pero esto no le interesa a los gobiernos. Y los crápulas de los empresarios montando Cumbres, que además tienen la arrogancia de llamarlas así, no encuentros sino cumbres del latrocinio. Porque son esos empresarios los culpables de que haya familias pobres. Los culpables de que la clase trabajadora en muchas ocasiones ni trabajando llegue a tener dinero para mantenerse en el nivel de dignidad. Son esos empresarios los que no quieren un salario mínimo de 900 euros porque desean esas familias pobres y explotadas.
Se oculta la explotación de clase. Se ocultan las miserias sociales que pueden estar justo a nuestro lado. Una ocultación ideológica para que se siga pensando que lo de los pobres es lejos, que lo de las personas explotadas y trabajando casi en régimen de esclavitud es al otro lado de la frontera, cuando la realidad es que es en la puerta de al lado. La clase dominante, con sus muy nutridas jerarquías investigadoras, desvía la atención a lo infantil para que no veamos que es la familia entera, el barrio o el pueblo el que está sumido en la pobreza. De esta forma se garantizan que nadie se levantará contra ellos es esas falsas sociedades opulentas llenas de fetiches y juegos espectaculares. Y claro a los gobiernos les viene genial esa cortina de humo para que no veamos que son inútiles o están al servicio de intereses de clase. Cuando les hablen de pobreza infantil piensen ¿y dónde están los padres de esos niños? ¿Qué va a hacer el gobierno con esas madres monoparentales que no pueden llenar los estómagos de sus propios hijos? Porque en esto, como en otras muchas cosas de la vida, hay un aspecto de feminización de la pobreza que no se afronta con valentía. Como ha dicho el sonrisitas de Casado: “Esas cosas de mujeres”. Pero el zoquete bien que saldrá compungido a hablar de los niños pobres.
Y si nos vamos a los niños y niñas que nos presentan de países africanos o del Medio Oriente, nada mejor que pensar que igual si las empresas capitalistas no saqueasen, en connivencia con los sátrapas locales, los recursos naturales; si no se vendiesen misiles o fragatas a Arabia Saudí para arrasar el Yemen; si no se embargasen países; si todas estas cosas que hacen los políticos no se hiciesen, igual no habría esos niños y niñas pobres. Si no matásemos a sus padres, si no utilizásemos a sus madres para la prostitución, si no fuésemos tan capitalistas y buenistas a la vez, y se tuviera un mínimo de interés por las cosas, igual sus padres vivirían y podrían darles una vida digna. No hay niños y niñas pobres porque un dios inexistente les haya señalado con un dedo vengador y justiciero (que vaya justicia implementa), sino porque el sistema capitalista destruye los vínculos sociales. El capitalismo necesita explotados en su proceso de acumulación sin fin. Y los países occidentales necesitan esa pobreza para poder seguir viviendo en la falsa opulencia. Porque la pobreza llegó para quedarse en nuestras sociedades. No hay pobreza infantil ya que no hay tantos huérfanos o abandonados en nuestras sociedades, existe una pobreza estructural del sistema. El cual utiliza distintos tipos de mecanismos ideológicos de ocultación. Uno de ellos es el eufemismo o la interdicción política.
Con esos juegos, más unas cuantas dosis de espectáculo, de falseamiento social, y de entrega de fetiches para consumir y pensar que se es alguien, la clase dominante provoca ese tabú analítico que es la pobreza en general. La clase dominante no puede permitir que se vean las contradicciones estructurales de su sistema de dominación, saqueo y explotación. No pueden, ni quieren que se vea que sí, que la clase social importa y es determinante. No pueden, ni quieren que se sepa que nacer en un sitio u otro del país, de la ciudad, o del sistema te otorgue al nacer uno, dos o tres años menos de esperanza de vida. Claro que hay pobreza infantil pero no se puede desligar de la pobreza de sus progenitores. Insistir en esta categoría analítica e ideológica es seguir insistiendo en el ocultamiento de la realidad y esta no es otra que la existencia de pobres. Tanto adultos, como infantes. Hipócriticas que dicen preocuparse de las pequeñas criaturas cuando aplican políticas, o no las aplican, que provocan que sean los padres aquello los que caen en la explotación y la pobreza. Y lo peor es que, no sólo no hacen nada por sacarles de la pobreza, sino que los humillan al decirles que son poco emprendedores (vamos que no son capaces de autoexplotarse), que no tienen capacidades suficientes, que son el lumpen de la sociedad. Así domina la clase dominante.