Obsesión (como el título de la bachata de Aventura) es lo que tiene Florentino Pérez con el Atlético de Madrid. Tanta como para perseguir los jugadores que destacan en el club rojiblanco hasta la extenuación. Le pasó con De Gea, Agüero, Forlán, Falcao y en los últimos tiempos con Theo Hernández y Thibaut Courtois. No le vale ganar Champions, quiere ver al Atleti hundido y que no asome la cabeza. Eso sí, con Hernández le salió rana porque abonó 24 millones de euros por un jugador sin hacer y que hoy ya está cedido. El bueno de los dos hermanos, el que es campeón del mundo con Francia, sigue en el equipo del Metropolitano.
Esa obsesión que arrastra con el equipo rival no es sino la expresión misma del ocultamiento de sus actos, de sus fracasos, de sus miedos. Según han confirmado fuentes solventes, los excesivos besos de Courtois durante su presentación en el Santiago Bernabéu habrían sido presuntamente acordados entre presidente y jugador, con conocimiento del entrenador Julen Lopetegui, para dar ánimos a una hinchada que está muy descontenta con la política de fichajes del equipo blanco. Tras la desgarradora marcha de su mayor símbolo, y el amago de jugadores como Asensio y Modric, o la marcha de Kovacic, Pérez tiene que recuperar el optimismo de su hinchada. Nada mejor que con el que fuera portero del vecino y besándose mucho el escudo. Algo que los medios del florentinato han destacado. De igual modo han intentado hacer pasar como algo menor los cánticos del nuevo portero cuando celebraba títulos con el Atlético.
Con el portero belga pretende tapar que no es capaz de fichar a nadie de peso futbolístico. Vinicius es un buen proyecto, como lo fue en su momento Robinho y ya se sabe cómo acabó. Odriozola es un buen lateral y una necesidad porque no hay mucha confianza técnica con Carvajal, aunque está dentro del grupo de los que controlan el vestuario. Y ya. Se acabó. Lanzaron bulos sobre Neymar, Hazard, Lewandowski y siguen. Pero parece que no hay dinero, que puede haber problemas de flujo de caja o de otro cariz financiero, como advirtió hace tiempo Gay de Liébana.
Con todos estos movimientos también demuestra que lo sucedido con el seleccionador nacional, que acabó destrozando al combinado nacional durante el mundial, y con toda la prensa afín atacando a Luis Rubiales mediante diversas campañas por osar enfrentarse al señor del Imperio, no es más que el modo de actuar típico de Florentino. No le importa el sentimiento de un país, le dan igual las buenas formas, cuando él quiere algo se hacen las cosas por lo civil o por lo criminal. Que algún gobierno no le gusta, pues se lanzan campañas de desprestigio desde medios afines o propios, para que vuelvan a darle las concesiones que necesita para sacar el dinero del bolsillo de los españoles y ponerlo en el suyo propio. Acumulación por desposesión se llama el mecanismo.
Por ejemplo, en el negocio sanitario no le importa que los médicos sean buenos o malos, sino que quiere la concesión para cobrar lo que él quiera mediante cánones abusivos, como denunciamos en estas páginas. Luego no hay dinero para Sanidad porque lo tiene Pérez en su bolsillo. Eso sí, en cuanto Podemos y algunos medios se han atrevido a señalar lo que estaba haciendo, rápidamente vende el negocio a fondos buitre para que asuman ellos el riesgo de quedarse sin el botín del saqueo realizado.
Florentino trabaja de esa forma y cuando se le acusa de hacer negocio con el Real Madrid salta para negarlo. Sin embargo, los fichajes que realiza y sus negocios van de la mano más de lo que parece. Fichó al mejor costarricense, Keylor Navas, para ver si había oportunidad de entrar en el mercado inmobiliario que está por las nubes en el país centroamericano. Una vez que Costa Rica no le sirve, tampoco lo hace el portero. Lo mismo pasó con Colombia y James Rodríguez. Hoy ni Florentino tiene negocios importantes en el país, ni el jugador está en las filas blancas.
No hay escrúpulos en Pérez. Le importa poco lo que pueda sufrir Courtois en la ciudad de Madrid por culpa de la provocación que le ha obligado a realizar durante varias veces. Los ex-compañeros del Atlético le han quitado importancia, como Filipe Luis, igual por conocer el tema, o por una sincera amistad. Pero otros pueden sentirse humillados e ir más lejos de lo deseable. Todo ello ad maiorem Florentino gloriam. Porque, salvo sus cercanos, los seres humanos no son más que elementos y números para Pérez. Seres a los que extraer beneficio de todo tipo. Por ello la petición de que se besase mucho el escudo a Courtois, para tapar las miserias de Florentino y el florentinato.