En cualquier equipo del mundo las salidas de jugadores que llevan un tiempo en el equipo tienen su aquel. Cuando han estado desde la cantera y han llegado hasta la retirada, o casi; o si han cumplido algo más de una década; o si han sido parte fundamental de títulos o triunfos, las salidas tienen algo especial. La mayoría de aficionados sienten una especie de pellizco producto de un sentimiento de pérdida de tiempos especiales. En el Atleti, últimamente, no es que esas despedidas hayan sido mayoritarias, aunque haberlas haylas.
Este mismo año se han producido algunas salidas que producen cierto sentimiento. Saúl, canterano y partícipe de alguno de los momentos felices de estos años de cholismo, ha salido hacia Sevilla. Su cambio de equipo ha producido cierta división de opiniones, no tanto por lo que ofreció al equipo sino por el poco tiempo en que pudo ofrecer un gran rendimiento. No se le niegan los éxitos pasados, pero sí que ha habido críticas razonables sobre los motivos de su cambio de actitud y el peseterismo en su salida. Nadie se ha acordado de sus ancestros, sí de sus familiares y entorno, pero no ha sido una salida con unanimidad sentimental.
También se ha ido Morata. Éxitos en el Atleti no tiene. Alguna gesta aislada, como aquella noche de Liverpool dejando al sonrisas alemán con cara de idiota y poco más. La última temporada parecía que sí, que por fin iba a ser el delantero necesario para el equipo pero nada, se diluyó cual azucarillo. El divertibarco se hundió en enero. En otros casos de jugadores que tampoco ganaron cosas, se ha sido cariñoso, con Morata ha habido mucha más bronca, entre otras cosas porque el chaval no se ha sabido ir. Pese a su nefasto rendimiento, se ha puesto chulito, ha mentido sobre su permanencia en el equipo y ha querido tomar a los aficionados por imbéciles. Normal que lo más comentado, entre lo que se puede transcribir, haya sido «tanta suerte lleves como paz dejas» o la cacofonía de Fernando Fernán Gómez enviando a la mierda.
Otros como si no hubiesen pasado por el equipo. De Hermoso poco o nada ha transcendido. Sin embargo, con Stefan Savic sí que ha habido unanimidad. Toda la afición ha estado a su lado dándole las gracias por su esfuerzo, implicación y compromiso. Lo habrá hecho mejor o peor, pero se ha dejado todo por la camiseta y ha defendido a sus compañeros cuando ha hecho falta —sus peleas con Grealish quedan en el recuerdo—, algo que los colchoneros respetan al máximo. No tendrá el nombre, ni la prensa de otros, pero Savic se va por la puerta grande llevándose el cariño de la afición.
Hay formas de salir y salir. No dependen del nombre del jugador sino de la implicación. Unos no lo han estado, otros no siendo ni canteranos, ni españoles sí.