José Manuel Franco llegó a la presidencia del Consejo Superior de Deportes como recompensa a los servicios prestados en el PSOE de Madrid. Lo dejó como un secarral, que era lo encomendado, y entregado a lo que quieran en la calle Ferraz. Después de pasarlas canutas en la Delegación del Gobierno de Madrid, entendió su gran valedor que mejor en el CSD para no trabajar mucho y viajar por la península. Mucho politiqueo y poca trascendencia en sus actos. ¡Perfecto para un machaca de partido! Pero la vida da muchas vueltas…
Luis Rubiales y Gerard Piqué han sido descubiertos repartiéndose el pastel de la Supercopa de fútbol en Arabia Saudí. Algo que todo el mundo sospechaba y ha sido verificado de boca de los propios intervinientes. Siendo escandaloso, lo peor es la forma en que se maneja el fútbol profesional, como si los jugadores fuesen mero ganado y sólo importasen Real Madrid y FC Barcelona. Hasta aquí Franco puede estar más o menos tranquilo pues los medios de comunicación le harán el trabajo. Y con aparecer el último día a decir lo que todo el mundo sabe, salva el cargo y el pecunio.
¿Se amañó La Liga 18-19?
En la conversación entre Rubiales y Piqué, un tal Tomás dice al presidente de la RFEF que el Atleti podría ganar La Liga (en ese momento estaba a siete puntos del Barça quedando doce jornadas, por tanto 36 puntos, que disputar) y dice con sorna “¡Pobrecitos!”. No habría más sospecha, salvo que el presidente federativo tiene en poca estima al equipo rojiblanco, si no fuera porque los arbitrajes nefastos comenzaron a jugar contra el Atlético de Madrid.
Tras las palabras de descojone de Rubiales, le anularon un gol legal contra el Sevilla; expulsaron a Diego Costa (con sanción de ocho partidos) por unos supuestos insultos al árbitro (algo que no se ha probado); le metieron dentro del área, y por tanto penalti, una falta fuera del área, le quitaron un penalti a favor… Tras decir “Pobrecitos” los árbitros comenzaron a equivocarse contra el Atleti y favoreciendo a sus rivales. ¿Se atreverá a investigar esto Franco? Porque las sospechas de manipulación de la competición son más que evidentes.
También se comienzan a entender los arbitrajes totalmente nefastos contra el Atleti justo cuando juega contra el ex-equipo de Rubiales, el Levante. El año pasado le escamotearon un penalti escandaloso a Oblak y este año le han pitado lo que a otros no les pitan (al Sevilla este mismo domingo, por ejemplo). Cabe recordar que Rubiales estuvo metido en un chanchullo de supuesto soborno por dejarse ganar con el Athletic de Bilbao y que estos pudiesen lograr la permanencia. Con todos estos condicionantes ¿piensa intervenir la RFEF por los actos de su presidente? Que además se lleva un pico-porcentaje de todos los ingresos del organismo público. Sí, porque es un organismo público.