Cuando en el mes de mayo del año pasado escribí una serie de reflexiones humildes sobre el futuro de Europa —medidas drásticas o desintegración— no sé si ya, por los años de experiencia acumulados, preveía que algo iba a ocurrir…, algo nada bueno.
Este mal presentimiento se vio confirmado con el «flamante» nombramiento de Luis de Guindos, actual ministro de Economía, como vicepresidente del Banco Central Europeo, un ministro que está considerado por el prestigioso Financial Times como «el peor ministro de Economía de Europa».
Sería interesante saber por qué el día antes del anuncio de las candidaturas a la vicepresidencia, a la que optaba el actual Gobernador del Banco de Irlanda, el señor Philip Lane, el ministro de Economía irlandés retiró de una manera sorpresiva a su candidato, el mismo que salió claramente ganador en la presentación de la candidatura frente al señor De Guindos.
Tal vez, si hiciéramos un pequeño recorrido sobre la actuación de Luis de Guindos en casos en los que tuvo una implicación directa como asesor de inversiones, podamos ver un poco de luz. Si en el año 2.007 usted, amigo lector, hubiera invertido 1.000 euros en Fortis siguiendo los consejos del ministro de Economía español, hoy tendría apenas 39 euros. Si ese mismo año, y siguiendo nuevamente sus consejos, hubiera invertido 1.000 euros en acciones del Royal Bank of Scotland (RBS), hoy tendría algo menos de 39 euros. Si entre 2.007 y 2.008 hubiera invertido 1.000 euros en Lehman Brothers (el banco que presidía en España y Portugal), lo hubiese perdido todo, lo mismo que le hubiera ocurrido si sus 1.000 euros los hubiese invertido en las cuotas participativas de la Caja de Ahorros del Mediterráneo.
Llegados a este punto, y tras estas cifras tan escandalosas, démosle un toque de humor al asunto. Mi amigo Paco, mientras conversábamos sobre este tema, dice que si los 1.000 euros los hubiera invertido en vino del Somontano de la Ribera de Duero o de un humilde bodeguero —invertir en vino, no en acciones de las bodegas— y se hubiese bebido tranquilamente hasta la última gota de ese vino, a día de hoy tendría usted 69 euros vendiendo el cristal de las botellas.
Sigamos con la trayectoria de Luis de Guindos quien no podrá decir que no tenía información sobre la operación del Banco Popular como ministro cuando había nombrado a su amigo y fiel servidor Antonio Carrascosa —a quien ya había colocado en el FROB, en la CNMV y en la Secretaría de Estado de Economía y con el que había coincidido en PwC— en la Junta Única de Resolución (JUR) en dependencia directa del Banco Central Europeo (BCE) y de la señora Elke König, la misma que nos dejó una impresión muy pobre en su comparecencia en el Congreso de Diputados, además de mentir y desconocer el verdadero problema.
Además, Luis de Guindos era el máximo responsable de todos los organismos reguladores como el Banco de España. Sin embargo, en esa institución le salieron algunos comentarios tan negativos como el de los inspectores de máxima responsabilidad que definieron el informe de Deloitte como de «chapuza» o de «grosería técnica». También se salieron del guion las declaraciones del señor Alonso, subgobernador del Banco de España, en las que afirmó que Emilio Saracho no había presentado todas las garantías que tenía el Popular para obtener una mayor línea de liquidez.
Hay una serie de coincidencias, eso sí, puras coincidencias, como que De Guindos sustituyera a Claudio Boada en la presidencia de Lehman Brothers, el mismo hombre que ostentaba la presidencia del fondo buitre BlackStone cuando se cerró la operación de venta por parte del Santander del 49% de los activos inmobiliarios del Popular por 10.000 millones de euros a pesar de que estaban valorados en más de 37.000 y provisionados. Boada preside actualmente la multinacional de los seguros Aegon. El Banco de España y, por extensión el ministro, también deberían haber estado al corriente de que Emilio Saracho había llegado incluso a provisionar créditos al corriente de pago, créditos vivos.
Se podrían llenar varios folios sobre los comentarios que De Guindos hizo sobre la situación del Banco Popular, algunos buenos, otros regulares y otros desafortunados, como cuando afirmó que era un «banco zombi». También se podrían incluir las declaraciones de su compañero de gabinete, el señor Méndez de Vigo, cuando, tres días antes de la Operación Diabólica que finalizó con la ruina de más de 305.000 pequeños accionistas, dijo que el Banco Popular era solvente, mientras «alguien» facilitaba datos a las instituciones para retirar depósitos y generar pseudopánico.
En estos días hemos sido testigos de cómo se están movilizando las masas de jubilados y pensionistas. Muchos de ellos son afectados de la Operación Diabólica del Banco Popular. Esta movilización terminará aglutinando no sólo a los perjudicados del Popular sino también a todos los españoles que ya están cansados de la sonrisa sarcástica que puso Luis de Guindos cuando Rafael Mayoral le regaló en su comparecencia en el Congreso el libro Banco Popular. Una Operación Diabólica, escrito por Manuel Domínguez Moreno y en el que se recoge fielmente una parte de lo acaecido en esta terrible operación que tanto daño está causando a gente inocente, sin medios de lucha contra los poderes fácticos. El señor De Guindos no puede alegar ignorancia y, si la alega, como diría su jefe, «peor».
Volvamos al tema de la crisis en Europa, me gustaría recordar las palabras de Junker en el Parlamento Europeo: «son ustedes ridículos, muy ridículos», donde el presidente de la Comisión Europea estalló al ver un hemiciclo vacío durante su comparecencia: apenas 28 eurodiputados de los 751 que componen la Eurocámara. Yo me pregunto ¿para qué sirven los 300.000 euros que tiene asignados cada eurodiputado para cubrir sus necesidades de gestión y dónde invierten tanto el dinero como el tiempo? Sería interesante reflexionar sobre el tema y ver si es necesario estar en esta Europa que se nos viene abajo.
Podría ser el momento de plantearnos un referéndum nacional sobre la permanencia de España en la Unión Europea, tal y como han hecho los ciudadanos británicos. ¿Por qué lo hicieron? Los hechos cada día les dan más la razón.
Desde un punto de vista financiero y económico no vienen tiempos fáciles para Europa. Los puestos clave están tomados por disciplinados asesores financieros muy ligados a los bancos de inversión americanos o a las grandes corporaciones que controlan el mundo, Mario Draghi es un ejemplo por su paso por Goldman Sachs o el del propio Luis de Guindos respecto a Lehman Brothers y por su afinidad con esos grandes bancos de inversión, con los fondos buitres, de los bancos sistémicos o de los bancos custodios. ¿Qué va a pasar en Europa ante el control que tienen y que ejercerán estas élites financieras?