Al leer el titular pueden pensar en una locura, en algo que es surrealista, en algo ¿imposible? No, imposible no es. Si se aplicase el cálculo de probabilidades a las ecuaciones políticas que están en marcha y no terminan de despejar la X sustancial, el resultado sería de una alta probabilidad de que a finales de marzo o comienzos de abril de 2019 se produzcan las elecciones generales, andaluzas y europeas. Vamos a explicarlo para que ustedes, pacientes lectores, juzguen por sí mismos esa probabilidad que en estos momentos puede parecerle, y se entiende, increíble.
Elecciones Generales: Presupuestos, Conflicto Catalán, Presión del Establishment.
La fecha clave en este asunto es el 21 de diciembre si, como parece, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se entrevista con el de la Generalitat, Quim Torra, y establecen cauces de diálogo y acuerdos sobre los Presupuestos Generales del Estado. Desde el gobierno catalán reclamarán la libertad de los políticos presos y un diálogo para un posible referéndum pactado, con total probabilidad, mientras que el presidente de España no podrá ofrecerle ese camino hacia la independencia. Como mucho una mejora de las condiciones de los presos. Nada más y a lo mejor ni eso. Por tanto, sin esa parte de la ecuación de la mayoría que se produjo durante la moción de censura a Mariano Rajoy, las dificultades para tener unos presupuestos para 2019 aumentan. Y sin presupuestos el gobierno del PSOE estaría atado de pies y manos para poder aplicar las reformas que desea.
Por muchos decretos ley que lance, si no son refrendados por el Parlamento, la acción de gobierno será similar a la del PP en términos globales. Atados de pies y manos con el gasto y debiendo realizar ajustes presupuestarios rígidos cuyo impacto sería en lo social principalmente. Aunque los ingresos aumentasen, el gasto estaría muy condicionado a los presupuestos prorrogados y los deseos de la Troika. Un panorama macroeconómico sumamente preocupante y con escasa activación por la vía de la demanda. Por ejemplo, las infraestructuras y gastos prometidos por el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, estarían comprometidos. Y eso lo saben en La Moncloa perfectamente. De hecho, los socios preferenciales, Podemos, han comenzado su campaña de primarias y de confección de listas para unas posibles elecciones generales. Pablo Iglesias, como ha afirmado en diversas ocasiones, espera que no ocurra, pero tiene la intuición de que sin presupuestos la legislatura ha acabado.
En la derecha, además, no van a perdonar ni una a Sánchez. Se ven con fuerzas suficientes para derrocarle y aumentan las expectativas por lo que vienen pronosticando las encuestas y la propia realidad (un tanto falseada por los medios) de lo acontecido en Andalucía. Demasiados frentes abiertos para un gobierno que tendrá que soportar día sí, día también la presión ejercida desde las derechas y con el tema catalán sin visos de ser resueltos porque Torra no va a dar su brazo a torcer por unas migajas. A todo esto, el establishment que no ha sido nada condescendiente con el gobierno hasta el momento, sólo hay que recordar al nuevo jefe de la patronal quejándose por no contar con ella en el acuerdo con sindicatos, cuando sí que estaba presente pero no le gustaba lo que allí se acordaba, sacará todas sus armas. Unas armas mediáticas que están blanqueando todo lo que pueden a Vox y dando alimento a la inoculación del odio y la catástrofe que proclaman Albert Rivera y Pablo Casado todos los días.
No sería, por tanto de extrañar, que en el PSOE se retomase la idea de convocar elecciones generales en marzo/abril cuando el desgaste que podría sufrir el gobierno es menor que un mes o dos más tarde. Las encuestas comienzan a mostrar una bajada de la intención de voto del PSOE, mínima pero bajada, que se ve aliviada por el hundimiento del PP y el estancamiento de Ciudadanos. Es, en estos momentos, un escenario demoscópico ideal para el gobierno, el cual podría contar, además, con la exhumación del dictador como carta que jugar. Sánchez sabemos que aguanta lo que le echen encima, aunque sea aceite hirviendo, pero el resto de la cúpula más afín puede que no tenga tanto aguante y no tenga deseos de autoinmolarse llevando las elecciones a otoño de 2019. Diez meses de presión y sin poder gestionar serían el fin del PSOE piensan algunos y algunas en Ferraz. Por tanto, adelantar la fecha no sería descartable y en Ferraz tampoco descartan un “superdomingo” pero el tiempo demoscópico apremia y la volatilidad actual es clave para la decisión.
El dilema de Ciudadanos para no mancharse con Vox.
Sobre la posible repetición de elecciones en Andalucía ya dimos cuenta en estas mismas páginas hace unos días. El dilema al que se enfrenta Rivera y su pacto con Vox es enorme porque supondría perder la legitimidad en Europa, en Cataluña y en toda España. Si ha manifestado que con los populistas, del signo que sean, nada, lo lógico es que haya elecciones de nuevo en Andalucía. Juan Manuel Moreno Bonilla, el presidenciable, ha afirmado en Onda Cero que a él nadie de Ciudadanos le ha dicho algo malo sobre su reunión con Vox para pactar un acuerdo gubernamental. Y tiene toda la razón. Según hemos contado en Ciudadanos están deseosos de firmar el acuerdo sea con Vox o con la Falange Auténtica. No tienen problemas morales en ello, pero el qué dirán y la posibilidad de que puedan perder votos en otras elecciones que consideran más importantes les aparta de entregarse en cuerpo y alma a sacar a Susana Díaz de San Telmo.
Muchos catalanes y catalanas abandonaron el PSC por ver que no estaba defendiendo sus intereses en Cataluña con la misma visceralidad que en Ciudadanos. En una dicotomía catalán/español abandonaron el templar gaitas por el combate directo pues lo viven en su día a día con los CDR o Arrán. Pero esos mismos españoles no aprobarían el pacto con una fuerza neofascista. Su estómago no se lo permitiría porque hay una historia pasada de lucha contra el mal que Vox encarna y que no esperaban encontrar en Ciudadanos mediante pactos. Eso mismo pasaría en otros lugares, especialmente en entornos urbanos, que son precisamente donde la formación naranja tiene mayor fuerza. En Madrid podría suponer el pacto con Vox no conseguir la victoria en la capital y en la comunidad, al menos en votos. Todo el electorado social-liberal o socialdemócrata que han conseguido arrastrar saldría huyendo en las próximas elecciones autonómicas y municipales. Esto lo saben perfectamente en Ciudadanos y es lo que atenaza a Rivera para dar el paso del pacto con Vox. Si no lo puede vender sin mancharse, algo prácticamente imposible, no habrá acuerdo.
Rivera dirá que toda la culpa es del PSOE-A que no les ha apoyado en un gobierno de perdedores, para no pagar la culpa de la repetición de las elecciones (cuestión bien distinta es que consiga que su argumento funcione), pero habrá nueva votación. Y a saber qué resultado habría en unas elecciones nuevas, salvo que coincidiesen con las generales que les taparía su fracaso en parte. Lo que no quería Díaz puede que al final acabe siendo su salvación. Que coincidan ambas elecciones porque los plazos legales las harían coincidir. Al PP de Casado tampoco le vendría mal, aunque a Moreno Bonilla le supondría un varapalo seguramente. Pero donde manda patrón… La fecha clave para saber qué pasará el 27 de diciembre después del primer atracón navideño.
Adelantar las europeas para evitar voto de castigo.
Así pues tenemos las dos elecciones con probabilidades de coincidir. Las europeas ¿por qué se adelantarían? Lo primero antes de nada, habría que esperar a que la Comisión Europea aceptase ese adelanto, que al ser de poco tiempo no habría problemas, pues en otras ocasiones se ha hecho. El porqué del adelanto tendría una lógica claramente partidista, evitar el castigo al Gobierno en unas elecciones que se considera por parte de la ciudadanía como menores por el alejamiento con el que se observan las instituciones europeas. No sería la primera vez que se hace algo así, sólo hay que recordar los dos diputados de Ruíz Mateos. Al encajar las elecciones generales con las europeas se intentaría buscar una especie de efecto arrastre que compactase el voto en una sola opción. De hecho hay numerosos estudios que muestran esa homogeneización del voto cuando coinciden ambas elecciones.
El gobierno de Pedro Sánchez, y con él el PSOE, no quieren dejar ningún espacio a la improvisación y la perdida institucional. Y las elecciones europeas, aunque en España se vean como algo menor, a nivel internacional tienen su importancia y su valor. El establishment lo valora y por tanto concederle algún tipo de argumento para defenestrarte no es una buena estrategia. Además, en el plano interno, servirían para situar a muchas personas que están esperando esa oportunidad del cargo. Mejor una bronca con los que se van a quedar fuera de una vez, dándoles la posibilidad de que busquen acomodo en las listas locales o autonómicas, que estar tres o cuatro meses de peleas por las listas. También es importante apuntar que, al separar las elecciones generales/europeas de las autonómicas, Sánchez y su equipo no podrán ser acusados de haber hundido a los barones o alcaldes. Si éstos no quieren a Sánchez por si les perjudica, en Ferraz tampoco quieren ser el muñeco de pim-pam-pum de posibles derrotas. Y al contrario, los barones no quieren que sus victorias pudieran ser acaparadas por la dirección. De esta forma todos contentos.
No es más que una elucubración, apoyado en evidentes deseos expresados por unos y otros y estrategias que valoran en las distintas direcciones, pero las probabilidades de que se encadenasen todos estos acontecimientos están ahí. Lo normal es que no acabe pasando; que Sánchez lograse un acuerdo de mínimos con los independentistas para los presupuestos; que Rivera acabe abrazándose a Vox que es lo que le pide el cuerpo; que todo siga una senda sin tanta volatilidad e inestabilidad institucional; que España comience a madurar políticamente aunque sea a marchas forzadas. Pero también es cierto que los deseos a veces no se cumplen. Las probabilidades más absurdas tornan posibilidad fáctica cuanto más tenebroso es el tiempo que se recorre. Y el tiempo de hoy está lleno de monstruos, crisis, inestabilidad y volatilidad.