Coincidiendo con la celebración del centenario de su nacimiento, Ediciones Encuentro nos trae un breve texto (Don Giussani) de uno de los colaboradores que tuvo Luigi Giussani a lo largo de su apostolado. Massimo Camisasca, arzobispo emérito de Reggio Emilia y fundador de la Fraternidad sacerdotal de los misioneros de san Carlos Borromeo, ofrece a los lectores españoles una descripción de la vasta obra del fundador de Comunión y Liberación.
Camisasca no se anda con rodeos, ni presenta la obra como una hagiografía, no le interesa en este libro el poder carismático que poseía Giussani y que le permitió construir el movimiento católico que es por todos conocido. Prefiere el obispo emérito centrarse en la persona y sus ideas. Sin una meticulosidad académica, aunque no exento de la rigurosidad propia de un ensayo, va mostrando la evolución personal de Giussani. Un pensamiento que, como recuerda el autor, no se quedaba en el mero discurrir metafísico sino que estaba perfectamente engarzado a la acción, al movimiento, al camino a recorrer. Como pueden observar son todas palabras recurrentes en el lenguaje católico, pero en el italiano tienen una finalidad práctica y, expresamente, activa-educativa.
El autor divide el texto en breves capítulos que marcan el devenir de la obra: el camino de la vida; la semilla; el educador; el sentido religioso; Jesús y la revelación; la Iglesia, humanidad redimida; ecumenismo; la revolución y la fe; fragmentación y renacimiento del yo; la vida como vocación; o María y la misericordia. El texto está lleno de frases de Giussani, alguna tienen una actualidad plena y traen recuerdos de postulados que algunos pretenden presentar como novedosos. Por ejemplo una frase de finales de los años 1950s: “volver a anunciar el cristianismo como un acontecimiento presente, humanamente interesante y conveniente para el hombre que no quiera renunciar al cumplimiento de sus esperanzas y al uso sin restricciones del don de la razón” (p. 35). Toda un proclama que huye del intelectualismo y el moralismo (algo muy rpesente en Giussani) que parece tan cercano en este siglo XXI.
Cuando se habla de la Iglesia católica, en nuestro tiempo, se tiende a negativizarla mediante el recurso al tradicionalismo. Giussani, como muestra el obispo, no veía nada malo en esa Tradición, bien al contrario entendía que eran “un conjunto de experiencias, conocimientos y valores que debían ser asumidos y redescubiertos críticamente” (p. 51). Nada que ver con una actitud netamente conservadora. Respetar la tradición supone en Giussani (y sus muchos discípulos) mantener viva la llama de un acontecimiento único en la historia de la humanidad, la encarnación de Dios en ser humano. De ahí que los evangelios (le gustaba el joánico especialmente) deba utilizarse para interpretar la realidad circundante. Interpretarla y actuar en ella. En esto el fundador de los cielinos era claro.
El texto mientras recorre la vida y obra de Giussani va ofreciendo matices de la persona. El gusto por la belleza desde su mundanidad natural hasta la creada por la inteligencia humana, como la música, la cual tuvo (y tiene) una enorme importancia en la vida de Comunión y Liberación. No gustaba, si se permite esta imagen para simbolizar lo narrado por Camisasca, Giussani de ir con una biblia en la mano y el crucifijo en la otra aleccionando por obligación, bien al contrario prefería el diálogo, el compartir, la búsqueda del Encuentro. Porque es gracias a ese encuentro, tan sencillo como dos personas conversando con un café delante, que cualquier persona se puede ver arrebatada por el Misterio cristiano. De forma sencilla puede darse cuenta de que el acontecimiento también le habla a él o ella en lo más profundo de su ser.
Una vez que alguien se convierte o vuelve a casa, Giussani sí que recurría a la fórmula pedagógica del propio Jesús: el seguimiento, de Jesús o de quien revive el origen del acontecimiento; la renuncia de algo (del materialismo, del nihilismo social…) porque no es posible el cristianismo sin sacrificio; y decantarse por Jesús delante de todos, no como muchos que esconden a Jesús cuando les conviene. Esa pedagogía de Jesús es muy obvia en Comunión y Liberación donde existen laicos célibes, donde nunca esconden su vínculo con Jesús, etcétera. Lo mismo que iba pensando lo aplicaba en su magna obra.
Sin necesidad de seguir destripando el libro y con la finalidad de que lo lean ustedes si les resulta atractiva la persona de Giussani, conviene recordar que no se van a encontrar con pensamiento extraños, con un lenguaje para iniciados, con disquisiciones teológicas o cotilleos de la curia romana, Camisasca tiene la virtud de mostrar a Giussani de forma sencilla, breve y humana (en especial los últimos años en que la enfermedad le lastraba).
Es un libro de iniciación en la figura del fundador de Comunión y Liberación, ese movimiento cielino que tantos adeptos tiene (y también poderosos enemigos, no lo dice el libro sino quien esto escribe). Un comienzo del camino que puede llevar a profundizar más en su persona –existe una monografía de Alberto Savorana (Luigi Giussani su vida), otro relato del Angelo Scola (Luigi Giussani, un pensamiento original) o los textos propios que viene publicando y reeditando Ediciones Encuentro-. Un magnífico libro para comenzar a conocer a Giussani, uno de los personajes carismáticos que ha ofrecido la Iglesia católica desde mediados del siglo XX. Paradójicamente una época de declive religioso ha permitido juntar a Giussani, san Juan Pablo II, Joseph Ratzinger, Henri de Lubac, Hans urs von Balthasar… y tantos otros.