Es muy curioso observar como cada vez son más actores los que se ciernen sobre el “gran circo” para la distracción del general de la ciudadanía, después del diario recorrido por los juzgados, el infalible teatro del fútbol, ahora también la política busca su hueco en el reparto.
Las primarias del PSOE y la moción de Iglesias, que junto al espectáculo catalán, dan más de sí para que la ciudadanía ande “entretenida” y así las grandes corporaciones, léase clase dominante in saecula saeculorum, sigan moldeando a la población para engrosar sus cuentas de resultados, “primer y último” objetivo de la citada clase dominante, dueña del capital circulante en Panamá, Suiza, España y destinos varios.
Viene mi comentario a colación de lo leído atentamente en www.huffingtonpost.es, en una entrevista ofrecida por Manuel Escudero “Manu” al citado diario digital, donde se explaya en una intensa declaración de buenas intenciones, a modo de programa económico del vitoreado Pedro Sánchez, que vendrán a dar mayor gloria al PSOE y a los ciudadanos que, desencantados de todo, tienen esperanzas de salir de la línea roja que los aparta del sistema: léase 426,00 € mes.
El redactor del programa económico de Sánchez, según www.huffingtonpost.es, no se deja casi nada detrás, todo perfectamente hilvanado para levantar el ánimo de la ciudadanía que los acerque al voto, que es de lo que realmente tratan los programas electorales, porque de llevarlos a la práctica, mire Usted, poco o nada.
Y poco o nada, pues simplemente porque una cosa es la política y otra muy distinta lo que te dejen hacer los dueños del cotarro económico, auténticos depositarios de lo que en otro tiempo fue la soberanía nacional. Como ejemplo solo dos, aunque la entrevista da casi para una enciclopedia, por su tamaño claro. Por un lado la ecología: palabreja llena de contenido, que une a propios y extraños, a progres y adinerados pseudo capitalistas que han hecho y hacen su agosto con sus teorías y baste ver el ejemplo ECOEMBES, pero de eso ya hablaremos en otra ocasión; y la famosa jornada de 35 horas, que no es otra cosa que ir a la caza de la ilusión del sufrido trabajador de la administración pública quienes son objeto de guiños por parte de todos y todas buscando, claro está, su inclinación electoral.
Y es que un programa político que podamos entender debe basarse en dos apartados muy claros y definidos, por un lado lo que se quiere hacer que no deja de ser una muestra ideológica del candidato y el partido que lo presenta, y otra como la va hacer. Y ahí el dichoso dilema …
Y es que sigo pensando que para cambiar esto de verdad, basta con cambiar las relaciones económicas entre los ciudadanos y la de estos con la administración, y eso además ejecutado desde abajo hacia arriba, es decir desde los ayuntamientos, léase de nuevo el ejemplo ECOEMBES, AQUALIA, ENDESA, FENOSA, etc.
Nuestros ayuntamientos lejos de convertirse en la administración más cercana al ciudadano, y sobre todo a causa de los delirios de los gerifaltes de turno, se han convertido en una institución mortífera para el ciudadano: Empresas Públicas, acuerdos con macro empresas, etc… que los arrastra a la pérdida definitiva de la soberanía de la que debía ser único garante solo y exclusivamente el ciudadano; consecuencia: un coste desorbitado que les obliga a aumentar la presión fiscal sobre la vecindad.
De qué sirve hablar de 35 horas semanales como la hace Escudero, si el Estado es incapaz de pagar las 5 restantes hasta las 40. Escudero debía haber explicado de donde piensa sacar el dinero para solventar el erario público esas 5 horillas que piensa regalar, precisamente nuestro país que anda casi embargado por el exceso crediticio con la banca de la UE que le exige más y más sacrificios.
En definitiva, lo que no ha dicho Escudero en su programa económico con el que Sánchez intentará dar el salto a la Moncloa, es que para hacer todo lo que dice en su entrevista, el Estado debe empezar a ponerse del lado de los ciudadanos. Y para ponerse a su lado basta con ir recortando los vuelos al excesivo poder del as corporaciones del país, empezando por los sectores estratégicos: la banca, la energía y las telecomunicaciones. Sin duda eso necesita una toma de decisiones muy contundente, y peor aún, contrarias a los objetivos mercantilistas de esas macro corporaciones.
En un país donde nuestro motor económico está basado en el consumo, o peor en el autoconsumo, el Estado debe participar en él evitando sobre abusos injustificados a la población, como por ejemplo que los elementos básicos en los que se basa nuestro sistema eléctrico no puede estar en manos de esas corporaciones: producción, transporte, distribución y comercialización; esto en manos de privados viene a dar con lo que se llama ahora “pobreza energética”, pero de eso hablaremos largo y tendido en otra ocasión, y por otro lado impidiendo que cada administración campe a sus anchas engordando capítulos de un mal trecho presupuesto que vienen siempre a nivelar los ciudadanos, o el exceso de chiringuitos que poco o nada benefician a la población, y en cambio son un buen retiro de excombatientes de uno y otro bando.
Hablar claro es lo que creo debemos hacer, y no poner a soñar a los vecinos. Se puede, aunque difícil se plantea después de la dejadez de tantos años, y máxime cuando la izquierda ya ha perdido la batalla ideológica y política, de cuya derrota debe reponerse lo antes posible.