La Unidad de Nutrición del Hospital Universitario de Sant Joan de Alicante, adscrita a la Sección de Endocrinología del centro, está realizando, en colaboración con la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (FISABIO), un estudio de evaluación del estado nutricional en pacientes con enfermedad neurológica degenerativa, a través de un seguimiento longitudinal.
La investigadora principal de este estudio es la endocrinóloga Rosa Mirete, y en él también están participando el jefe del Servicio de Endocrinología, el doctor José Ramón Domínguez; la responsable de la Unidad de Nutrición, Carmen Ballesta; la enfermera Emilia Ramis y Borja Morant, enfermero que se ha incorporado a este equipo gracias a una beca de investigación concedida por la Fundación Fisabio. Esta investigación pretende incidir en la importancia que tiene la prevención de la desnutrición en la mejora del confort y la atención de calidad en pacientes que se encuentran con grandes dificultades en aspectos tan elementales como alimentarse y, presumiblemente, con cortas expectativas de vida.
Así, este estudio observacional tiene una duración de nueve meses y en él se ha incluido a una veintena de pacientes, en los que se está estudiando su estado nutricional basal y hábitos alimenticios y se valorarán los beneficios de una adecuada intervención nutricional. La inclusión de pacientes se ha llevado a cabo en la consulta externa de Nutrición y el enfermero Borja Morant es el encargado de la recogida de datos, así como de establecer el seguimiento a los pacientes y un contacto continuado con las familias, ya sea telefónico o de presencia física (a domicilio, en residencias sociosanitarias y centros de atención primaria). De este modo, ofrece información y educación sanitaria tanto a pacientes como familiares y sanitarios, mediante consejos y recomendaciones higiénico-dietéticas para el manejo y cuidados de la nutrición enteral por sonda nasogástrica PEG.
Las enfermedades neurológicas suponen uno de los grandes retos sanitarios a diversos niveles (investigación, prevención, terapéutico y asistencial). Como ha explicado la endocrinóloga Rosa Mirete, existe «una estrecha relación» entre la enfermedad neurológica y la nutrición, «ya que los pacientes con enfermedades neurológicas, agudas o crónicas, presentan un elevado riesgo nutricional», como consecuencia de diversos factores. Éstos pueden ser una ingesta inadecuada, la alteración del tracto gastrointestinal, variaciones en el gasto energético y el propio tratamiento farmacológico recibido.
Por ejemplo, la desnutrición afecta al 44% de los pacientes mayores con demencia frente al 25% de aquellos que no presentan esta patología. En los procesos neurodegenerativos crónicos (Alzheimer, esclerosis lateral amiotrófica, parkinson y demencia) esta circunstancia es un problema importante que empeora el pronóstico vital, aumenta el riesgo de complicaciones (atragantamientos, neumonía broncoaspirativa) y disminuye las posibilidades de rehabilitación del paciente, asociando mayores tasas de estancia hospitalaria.
Es por todo ello, que, tras una adecuada valoración del estado nutricional de los pacientes, «pensamos que la intervención nutricional debería formar parte del proceso diagnóstico y terapéutico de estas enfermedades», ha subrayado la doctora Mirete. Esto incluye recomendaciones dietéticas, así como la administración de suplementos en determinados casos. El objetivo del soporte nutricional es proporcionar, de manera segura, una ingesta adecuada de energía y nutrientes que permita prevenir y/o tratar la desnutrición y sus complicaciones, con lo que se contribuye así a disminuir la sintomatología, y a adaptarse a las circunstancias clínicas y personales de cada paciente y facilitando el cuidado y el confort de los pacientes en esta etapa final de su vida.