Como he comentado en otras ocasiones, cuando lea un libro que considere interesante se hará una crítica. Ya ocurrió con el bodrio de Don DeLillo y ahora con este libro, que va ya por su sexta edición, de Antonio Pérez Henares. Como sabrán, pues lo he comentado en más de alguna ocasión, normalmente leo libros sesudos y algunos de eso que catalogan como Actualidad o No ficción –lo de no ficción debe ser broma porque algunos superan con creces la ficción- y entiendo que no son para todos los públicos. Sin embargo, esta novela histórica de Chani merece la pena y mucho. Más allá que les guste la persona en su faceta como comentarista del mundo espectacular de la política, el libro en sí es muy recomendable por lo que comentaré a continuación.
Lo primero que destaca en el libro es la sencillez de la escritura del mismo. Pérez Henares demuestra que sin ponerse pedante o intentar adaptar el lenguaje a la época –aunque como pueden suponer algún “palabro” hay- se puede escribir muy bien. Tanto como para devorar las páginas dejándose llevar por la historia. Algo que es sumamente importante ya que existen escritores que se esfuerzan tanto en lo lingüístico que abandonan a su mala suerte a los personajes. En el libro Cabeza de Vaca la mala suerte de los personajes, desde luego, no es culpa del autor. El lenguaje es rico pero sin excesos permitiendo caminar junto al personaje por una travesía -¿se puede decir del desierto? En cierto modo sí- apasionante que no esconde ninguna arista de la época.
Lo segundo a destacar es la profundidad de los personajes principales (Cabeza de Vaca y Trifón). Como saben de otros libros comentados, considero que los libros o tienen una historia buena independiente de los propios personajes, o tiene unos buenos personajes con una historia más encilla. En este caso hay una historia, o Historia porque lo narrado sucedió no sólo en la cabeza de Pérez Henares, bien trazada, rellenando los huecos con solvencia y también hay personajes. En especial el personaje de Álvar Núñez Cabeza de Vaca cuya personalidad acaba embriagando al lector por su ética, su inteligencia para acabar siendo considerado un gran chamán y su sentido del mundo que le hace, en la pluma de Chani, un adelantado a su época en muchas cuestiones humanas.
No esconde el autor a los malvados que, ansiosos de riquezas, maltrataron a los indios que allí encontraban, algo que la falsa leyenda negra se ha encargado de agigantar. Gentes malas allí acudieron a miles, pero a miles también acudieron gentes buenas. No sólo fray Bartolomé de las Casas, por destacar al más conocido, pasa por la novela, sino que se pone de manifiesto que la reina Isabel de Castilla siempre expresó que aquellos que allí encontrasen eran súbditos suyos y por tanto no cabía esclavizarlos sino cristianizarlos. Algo muy presente en Cabeza de Vaca como bien cuenta Pérez Henares. Se cuenta lo malo y lo bueno. Desde luego Tulio Halperín Donghi o Leslie Bethel, por citar a dos grandes hispano-americanistas, estarían orgullosos de la lealtad con lo histórico del texto. Algo que es de agradecer en esta “moda” de la novela histórica donde se inventan la Historia para intentar colar alguna novela.
Tienen, pues, buenos personajes, una historia increíble, un texto muy bien escrito y una contextualización adecuada. A ello súmenle que los capítulos no son demasiado largos –especialmente si ustedes leen de noche es sumamente útil- pero se conectan perfectamente y sin excesivos saltos argumentales. Igual, aunque en una obra de quinientas páginas pueda parecer irse por peteneras, la crítica que cabe hacerle a Chani es que no haya escrito más sobre la parte central del viaje. Porque la verdad es que uno se queda con ganas de más en ese viaje de años perdidos en busca de la salvación, de esos descubrimientos que no pudieron adjudicarse (el Misisipi, Tejas…), de esas mañas que fueron adquiriendo. Esto es lo bueno de la obra de Pérez Henares te deja con ganas de más.
En estos tiempos de turbulencias y reconstrucciones de la Historia este tipo de novelas son muy necesarias. Saber de dónde venimos y lo que hicimos frente a los “chamanes” del pensamiento descolonizador y la cultura de la cancelación es fundamental para formar personas demócratas. En esto no hay diferencias entre ser de un lado u otro del espectro político pero sí ayuda a ponernos en el lado bueno de la Historia, para bien y para mal. Cómprenlo y disfrútenlo porque allí no encontrarán mentira, algo de ficción sí. Vayan de viaje con un personaje excepcional como Cabeza de Vaca.