Si existe una carrera política, personal e ideológica increíble en España, sin duda, es la de Jorge Verstrynge. De formar parte de grupos fascistas a la izquierda populista sin dejar el poso del gaullismo en todo ese viraje. Porque en todo ese camino de cambio ideológico existe un profundo patriotismo emanado del pensamiento de Charles De Gaulle que perfuma todo el ser del profesor de Ciencias Políticas.
Haber nacido en territorio francés colonial (Tánger), formado por dos padres (el natural y el marido de su madre) con ideologías dispares (derechista y comunista) y vivir en una dictadura como la franquista tenía que generar un conflicto personal e ideológico, que él nunca ha escondido, que propició su acercamiento, mientras estudiaba en la facultad, a Manuel Fraga y al movimiento fascista Círculo Español de Amigos de Europa, más algún coqueteo con los Hijos de Cristo Rey. En una facultad con numerosos movimientos marxistas en su seno, también había espacio para la contrarréplica del régimen franquista en su versión más camisa azul. Y bien que lo agradecía José Antonio Girón.
Su verdadero acercamiento a la política activa vendría de su mentor Manuel Fraga y la fundación de Reforma Democrática. Una de esas agrupaciones políticas (no se podían llamar partidos) nacidas al albur del falso aperturismo de Arias Navarro, y que sería germen de Alianza Popular. Como politólogo, profesión que en aquellos momentos no era desconocida, se encargó tanto como le dejaron de llevar las campañas de los siete magníficos. Esto es, de los siete ex-ministros franquistas que conformaban la cara de Alianza Popular. Para su desesperación ni Fraga, ni ninguno de los demás candidatos, hacían caso de sus recomendaciones electoralistas, lo que le costaba disgustos con gran parte de los antiguos caciques franquistas. Su intento de hacer de Manuel Fraga un nuevo De Gaulle, chocaba con las bravatas del candidato y la imagen de bunker de la dictadura que se proyectaba. Como dijo Alfonso Guerra, buen amigo de Verstrynge, “Manuel Fraga tiene una cabeza en que le cabe todo el Estado”. Pero no le entraba el sentido patriótico que quería transmitirle su delfín.
Aun así, Fraga impuso a Verstrynge como secretario general de Alianza Popular, ya que el melindroso Gallardón no servía para esos menesteres. A lo que hay que sumar que aguantar a Fraga tampoco era fácil. Y de 1979 a 1986 cumplió con la labor de ser el número dos del partido de la derecha conservadora y fascistilla. Entremedias obtuvo acta de diputado en las elecciones de 1982 y 1986 hasta su retirada de la política activa en 1989. Aguantar las tonterías de gente como Herrero de Miñón no debió ser sencillo. Si recuerdan, Verstrynge se situaba detrás de Fraga en el hemiciclo, algo inusual para ser el número dos. Esto se debía por dos cuestiones. Una práctica, poder hablar con Fraga al oído desde arriba. Y una segunda propia de quienes piensan la política como algo patrimonial. Herrero de Miñón y los demás gerifaltes de AP querían sentarse en primera fila y había golpes por ello. Verstrynge pasaba de esa pelea y, para gran enfado del ponente constitucional, conseguía más imágenes periodísticas que los demás.
También tuvo el encargo del jefe de filas de presentarse a las elecciones a la Alcaldía de Madrid en 1983 frente a Enrique Tierno Galván. Un buen embolado que nadie se atrevía tomar, aún se ven las gafas de Gallardón escondidas detrás de un sillón en Génova para que no le nominasen, y que resultó un completo fracaso. La diferencia entre el viejo profesor y el candidato conservador fue de 11 puntos. No llegó a tener mucha influencia, pero su buen amigo Alfonso Guerra, que para estas cosas se bastaba él solo, a través de sus gentes en TVE puso el día anterior a la votación una película donde aparecía un niño rubito, con gafas redonditas, vamos clavado a Verstrynge, que denunciaba a sus vecinos y familia a las SS nazis. Más de dos españoles y españolas pensaron en el dirigente popular en esos momentos. Y algún “cabronazo” soltó el protagonista de estas líneas. Y es que en aquellos años tenía una gran proyección mediática, sin tener los medios de ahora. Tanto como para que a las pesetas se las llamase “las Verstrynge”, porque eran rubias, sin valor y nadie las quería.
Pero llegó el momento en que fracasado el proyecto gaullista de Fraga, había que dejar el seno de AP. No aguantaba la forma de hacer política de la derecha española. Patrimonialismo, sometimiento al Imperio estadounidense, vendido a los poderes económicos y el capitalismo. Todo ello pudo en el ánimo de Verstrynge y se marchó dando un portazo junto a dos diputados más que se quedaron en el grupo mixto y que se evitaron el bochorno de Hernández Mancha. Al poco pidió su ingreso al PSOE de la mano de Guerra para ayudar en lo que fuese menester y en apoyo de un Felipe González acosado por toda la artillería pesada de la derecha española.
Después de haberlo pasado mal y haber tenido que “vender escobas por las puertas” tras dejar el Congreso en 1989, obtendría una plaza de profesor en la Facultad de Ciencias Políticas. Desde allí comenzó a depurar su pensamiento y volver a numerosas lecturas de la situación del mundo. Esto haría que su visión fuese virando hacia la izquierda nacionalista y continentalista. Junto a un grupo de estudiantes formó el Grupo de Investigaciones Radicales (GIRA) donde salieron algunas ideas que posteriormente desarrollaría en libros y artículos. Poco a poco fue generando a su alrededor una atención ideológica, desconocida para gran parte de la población, pero que tendría consecuencias para el futuro de España.
Visto que no había mucho más que hacer en un PSOE que se derechizaba poco a poco, decidió abandonar la nave y aceptar asesorar al nuevo dirigente de Izquierda Unida y del PCE, Francisco Frutos. Juan Carlos Monedero también aparecía por allí y comenzó a fraguarse una alianza política entre ellos dos y algunos de los que luego darían el salto a Podemos. Jorge Verstrynge, durante el curso 2003 del doctorado del Departamento de Ciencias Políticas y de la Administración II conoció a un familiar de Hugo Chávez que se mostró sorprendido por el concepto de “Guerra Asimétrica” que había desarrollado el profesor, a lo que había que sumar sus ataques antiimperialistas y su estudio de los populismos.
De ahí llegaron las distintas invitaciones para ir a Venezuela e impartir charlas. También le requirió el presidente venezolano algún tipo de asesoramiento militar y económico. Y de esos encuentros Monedero sería el elegido para dar sustancia al pensamiento bolivariano. Poco a poco, los que luego fundarían Podemos, se fueron sumando, de forma muchas veces deslavazada, a ese movimiento de asesorar a distintos países latinoamericanos y en especial Venezuela. Como dijo Verstrynge en una ocasión “hay que apoyar al último intento serio de socialismo en América”.
Así llegamos a la época actual donde actúa como asesor de Podemos y de analista de la actualidad política en algunos medios de comunicación. Pero por ello no ha dejado de pensar distinto. No es Verstrynge un marxista ortodoxo, más bien ha tomado la vertiente anticapitalista de Marx, el antiimperialismo de Lenin y la revolución continua de Trotsky. A diferencia de otros intelectuales Verstrynge prefiere las lecturas de origen francés y alemán mucho más que los análisis “anglos” que pueblan las Ciencias Sociales. Lo que supone, en muchas ocasiones, una luz y verdadero refresco mental.
Destacan en su concepción ideológica el apoyo al populismo, no tanto como lo defiende Íñigo Errejón, que supone irse a unas proyecciones sumamente etéreas, sino como movimientos antisistema. Un recuerdo del gaullismo que se enfrentaba al Imperio USA, que apuesta por la nacionalización de las estructuras económicas que más afectan a la población general (energía, banca pública, etc.) y con un fuerte componente frente a la globalización. Mientras la mayoría de los pensadores defienden que la globalización económica es imparable, Verstrynge contrapone medidas mucho más nacionalistas o continentales. Marcado por su formación como polemólogo (estudioso de los conflictos armados), haciendo un paréntesis es uno de los mayores expertos en las batallas de la II Guerra Mundial y es afecto a simular las batallas, tiene una concepción del mundo marcada por el sueño eurosiberiano (uno de los títulos de su bibliografía) y los dominios regionales.
La globalización está intentando destruir culturas, como la europea y la asiática, para hacer del mundo un lugar simétrico, lo que beneficia al capitalismo por la posibilidad de implantar un modelo único y simétrico de explotación. Una cultura para una sola forma de consumo. Entiende por ello que los países europeos deben controlar la inmigración ilegal. No es falta de humanismo, sino que los inmigrantes están siendo utilizados por el Capital para tirar los salarios hacia abajo. La utilización que Marx aventuró para el lumpenproletariado es lo que hace el capitalismo europeo con los inmigrantes. Los cuales, además, hacen uso y abuso de los sistemas de protección social de los países europeos. Lo que a su vez genera, por parte de los capitalistas, una serie de datos objetivos para afirmar que lo público funciona peor. La bajada de salarios de los europeos, sostiene, no se produce en Bangladesh, sino aquí mismo por la gran apertura de puertas a la inmigración. Esto ha hecho que numerosos círculos podemitas le tengan entre ceja y ceja.
Otra cuestión clave en su pensamiento es su pertinente lucha contra el Imperio USA. Parafraseando a Hugo Chávez, para Verstrynge todo lo que proviene de ese país huele a azufre. Se constituyeron en Imperio militar y, en base a ello, económico imponiendo su cultura de usar y tirar, de consumismo desaforado, del “tanto tienes, tanto vales”, intentando controlar todos los espacios del sistema mundo. Pero, mediante la guerra asimétrica (concepto del propio Verstrynge) están sufriendo derrotas en distintas partes del orbe. Ya no hace falta sacar los misiles intercontinentales porque el enemigo no se ve, no tiene una región concreta, no juega en luchas entre países, sino que ataca tanto en el corazón del imperio como en sus bases a lo largo y ancho del mundo.
Pero USA ya no es Imperio económico. Su deuda y la emisión de dinero (o de posibilidad de dinero) es tan alta que si los acreedores y tenedores de bonos (como China) obligasen a pagar y hacer realidad esas cantidades, los Estados Unidos no podrían pagar ni vendiendo la mitad de los Estados miembros de la Unión. Y cada vez es menos importante su poderío armamentístico. Otros países ya son capaces de atacar con casi la misma potencia destructora de aquellos. Les salva la unión que se produce entre las distintas élites europeas y estadounidenses. Por eso reclama una vuelta al patriotismo gaullista. A enfrentar a los Estados Unidos en todos los frentes.
Este es el pensamiento, resumido y abreviado, del político español que ha hecho el camino a la inversa de lo habitual. De la extrema derecha a la extrema izquierda, eso sí manteniendo algunos posos ideológicos de juventud. Si Verstrynge hubiese conseguido hacer de Fraga un De Gaulle seguramente el camino se habría detenido en algún punto, o no porque estas predicciones siempre son elucubraciones. De lo que es seguro es que nunca podría estar en un PP del aznarismo con su bajada de pantalones constantes frente a los Estados Unidos, con su sentido patrimonial de España o con su forma de ver la política completamente elitista. Por eso su encaje natural es Podemos. Ahí se dan la mayoría de las partes que conforman su pensamiento.