Remontándonos al origen de la paremiología me viene a la cabeza un dicho que utilizaré para el asunto del que quiero tratar: «Tanto monta, monta tanto», que se convirtió en la enseña de los Reyes Católicos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Nada más lejos de mi intención el hablarles del nacional catolicismo cuando quedando éste tan lejano en el tiempo, otros asuntos relacionados, eso sí, con el nudo gordiano, que tiempo atrás —antes de las primarias— anudaba a José Luis Sánchez Teruel y a Adela Segura. Tan fuerte atadura entre el secretario general, poco dado a mojarse y aquélla a la que le gusta un charco más que a una rana, trajo consigo un matrimonio político aparentemente bien avenido. Enlace en el que ambos dos y sin ayuda de nadie se sobraban para controlar las taifas socialistas de la provincia de Almería.
Cuenta Quinto Curcio que cierto día, Alejandro Magno encontró un yugo atado con un nudo complicadísimo, nunca visto hasta entonces, que resultó imposible deshacer. Fue esa lazada la que Susana Díaz utilizó en pro de sus intereses para unir a los dos políticos socialistas antes mencionados. Un nudo indisoluble debió pensar. Claro que eso fue hasta que llegaron a la sede socialista el resultado de las primarias y después de que por arte de birli birloque, Pedro Sanchez, el destronado, tuviera en sus manos las llaves de Ferraz.
Fue en ese momento cuando el uno y la otra pensaron en cómo desligarse de aquella atadura.
Antonio de Nebrija le sugirió a nuestros católicos reyes que incorporaran aquel lema de «tanto monta, monta tanto» a su heráldica. Lo del nudo, digo yo, sería como ornamento y no acierto, sin errar, si fue tan insigne personaje, el promotor de que el mismo figurase en dicho escudo. Sin embargo, que bien fueron aplicadas ambas cosas por la otrora poderosa sultana de San Telmo para sus fines. Ésta utilizando el tan utilizado lema y el nudo gordiano consiguió atar de tal manera a sus dos visires almerienses que hasta el día de hoy no queda claro quién políticamente hablando monta más, o, dicho de otro modo, quién dirige el PSOE. De tal manera, gobernando ambos, tan ataditos se vigilaban el uno al otro, evitando Susana que pudiera salirle un Martín Soler, como el que le salió a Griñán.
Ahora y tras los resultados, tanto Adela como José Luis buscan la manera en las que cortar las ataduras, romper los votos y tomar posiciones.
La culpa del desamor político ha venido tras las primarias. Fue ese el momento en el que vinieron «las madres mías». A partir de ahí, los hechos se han venido sucediendo en cadena, en «petit comité», en reuniones o mediante llamadas telefónicas en las que primaba una pregunta: «¿Tú con quien estas?».
Los hasta ahora todopoderosos dirigentes almerienses han empezado a ser cuestionados por su propia plebe después de que los invasores pedristas hayan dado muestras de moverles el sillón. Ni que decir tiene que éstos siguen agarrándose a él, a la vez que muestran su lado más cordial utilizan palabras como unidad o integración, aunque lo apropiado debiera ser renovación. Detrás de tanta buena intención subyace sin embargo un «aquí mando yo». Lo difícil es saber quién de los dos manda realmente y si seguirán mandando.
Dicho esto, dos son los escenarios en los que tendrán que comediar dentro de la sede sita en Pablo Iglesias, dos escenarios a cuál peor. Fuentes consultadas, viendo el distanciamiento que hubo entre ambos en el congresillo celebrado en Fiñana, aseguran que la comedia se convertirá a no mucho tardar en melodrama.
Serán muchos «los quítate tú para que me quede yo» una vez que los pedristas ocupen sus asientos en la ejecutiva que por los votos obtenidos les pertenecen.
Llegado el momento habrá que buscar cómo salvar el culo y a la par posicionarse por lo que pueda venir. En este galimatías, se me ocurren dos escenarios posibles, ninguno bueno para los intereses de ambos.
El primero habrá de venir cuando algunos miembros de los que hoy están en la ejecutiva dejen de estarlo. José Luis intentará que sean los afines a Adela y Adela hará lo propio para que los que dejen la silla sean los cercanos a José Luís. Cada uno intentará, de esta manera, asegurarse su cuota de poder dentro de la ejecutiva para juntos, aunque no revueltos, contrarrestar la cuota de poder pedrista.
En el segundo de los escenarios, de los agraciados con el premio de seguir manteniendo la silla, nada que decir. Sin embargo, el problema puede venir cuando entren en escena otros protagonistas: los desposeídos. Llegaran los «¿por qué yo?», las rencillas, más tarde el odio y, muy posiblemente, la venganza traducida en apoyos.
Ahí empezaran los problemas que, de no atajar vía compensación con otro puesto, pueden crearles no pocos quebraderos de cabeza, más si cabe, si dejándose llevar éstos por la marea, cambian de acera para guiñarle el ojo a Fernando Martínez y por consiguiente a Pedro Sánchez.
Puesto a aventurarme, me atrevo a decir que tanto Susana Díaz a nivel andaluz como Sánchez Teruel y Adela Segura a nivel provincial tienen los días contados. Seguramente lo intuyan, aunque no lo quieran ver, a pesar de hallarse en la antesala política de la muerte.