En términos de apreciación sensorial, intelectual y parlamentaria, la actuación mejor del día fue la de Irene Montero. Cierto que es la más cómoda al ser la persona que planteaba la censura al gobierno del PP. Pero lo hizo con brío, fuerza y detallando puntillosamente todos y cada uno de los motivos para la moción de censura. Incluso en las réplicas, contrarréplicas y dúplicas Montero destacó al mostrar un país que no está también como la propaganda conservadora pretende vender. Mucha corrupción sí, pero también muchas personas que se están quedando por el camino.
Pablo Iglesias debía presentar el programa de gobierno. Sin embargo, dedicó gran parte de su largo discurso a enmendar la plana al PP y a intentar presentar su visión de la Historia de España. Como buen conocedor de la historia de los siglos XIX y XX, pues no en vano hizo el doctorado en el departamento con la mayoría de los historiadores de la politología, quiso enlazar el pensamiento conservador de Cánovas con el actual. No hay que ser muy ducho en la materia para ver la conexión. Incluso sin ser ducho es sencillo apreciar cierto olor a tradición en las filas del conservadurismo actual. Que en aquella, como en esta tenían un sentido patrimonial del Estado monárquico es evidente, pero era el turno de conocer sus propuestas políticas no los defectos de sus adversarios.
También aprovechó para criticar al PP naranja y a los socialistas. A unos por permitir gobernar directamente al PP azul y a los otros por dejarse influir por la oligarquía. Aunque, en un efecto paradójico, ha alabado a Pedro Sánchez y su elección por parte de la militancia socialista. No era el momento porque había expectación por conocer el programa. Aunque, tanto gobierno como censores no han caído en el escándalo circense de hace unos días en la Asamblea de Madrid.
Si se presenta una moción de censura, aun sabiendo que se pierde, para lograr un efecto en la ciudadanía se debe, no sólo rebajar la tensión habitual de la que hace gala Iglesias, sino exponer con detalle y sin abuso de temporal del programa. Si quería ser creíble como principal fuerza de la oposición debía ser más concreto y menos beligerante. Al menos en el momento de la exposición de programática. Empero ha decidido dar palos a todo el mundo, de forma pausada eso sí, lo que ha escondido las propuestas detrás de las palabras fuertes.
¿Qué ha presentado Iglesias? Un programa socialdemócrata de toda la vida. Política expansivas, políticas sociales, apoyo a la innovación, renovación de las instituciones, etcétera. Lo mismo que expusieron en el programa Ikea de las elecciones. Ha tendido la mano a los socialistas, porque “de Ciudadanos no se puede uno fiar”, para caminar juntos en el futuro, pero como le han recordado unos cuantos grupos, debía haberlo hecho antes. En este sentido Joan Baldoví ha sido claro, debería haber esperado a que el PSOE terminase sus procesos congresuales y sentarse a hablar todos juntos. Porque los números pueden dar, como le ha dicho el portavoz del PNV Aitor Esteban, “pero hay que configurar mayorías claras y persistentes”.
Es evidente que son muchos los grupos que desean echar al PP, pero como recordaba el peneuvista no es posible sin la articulación de una mayoría consistente y con un programa compartido para lo que hay que sentarse a hablar. Algo que le han criticado los grupos parlamentarios. No se puede presentar una moción de censura, cuando se está bajo mínimos, sin hablar antes de presentarla con los demás grupos parlamentarios que podrían apoyarla. Entonces, como le ha dicho Esteban, esto no es más que “un gesto político”. Pierde seriedad en sí la moción como le han recordado. Y parece más, como ha dicho el portavoz del PNV, que “usted las manda hacia allí (indicando la bancada popular) pero van también con rebote hacia el PSOE”.
También se lo ha recordado José Luis Ábalos, desde los medios de comunicación, la moción de censura “ha sido un error que brinda al gobierno de Mariano Rajoy un balón de oxígeno con lo que parece que Podemos siempre parece dispuesto a echar una mano al PP”. Ana Oramas, muy enfadada, también le ha recordado, como minutos antes había hecho Pedro Quevedo, que la solución a políticas del cambio se produjeron hace más de un año cuando Podemos decidió votar en contra. “Con que se hubiesen abstenido, hoy habría otro presidente del gobierno” ha dicho la diputada canaria. Algo que ha sentado mal al dirigente de Podemos que ha entrado en una bronca sumamente dura con la portavoz de Coalición Canaria.
El plato fuerte de las intervenciones, por duración y presencia social, queda para la mañana del miércoles. Pero ha quedado tiempo para que los grupos catalanes hayan podido hablar de plurinacionalidad, como también ha hecho Aitor Esteban. Carles Campuzano ha calificado a Iglesias de jacobino. De tener, al final, ciertas querencias hacia el centralismo estatal que chocan con sus palabras de querer un Estado plurinacional y un referéndum democrático. Iglesias le ha contestado que debían confiar en su palabra.
Sin embargo, Aitor Esteban también le ha reprochado cierta ambigüedad en el tema. “Su música suena bien” le ha dicho Esteban pero le ha reprochado el apoyo de Podemos a leyes y acciones del propio PP contra los vascos y su estatuto. La Y vasca o la cesión de la caja de la Seguridad Social que viene reflejada en el Estatuto de Guernica, son sólo ejemplos de los reproches centralistas.
Sin embargo, Joan Tardá ha terminado por alegrar la tarde, al menos en el sentido discursivo. Tras agradecer a Podemos el apoyo a la posibilidad democrática de un referéndum, el portavoz de los republicanos catalanes ha arremetido contra la corrupción del PP a la que ha sumado la condescendencia del anterior monarca Juan Carlos I. También ha expresado que el proceso catalán, para el cual no creían estar preparados, debería “ser la palanca del proceso constituyente y de proclamación de la Tercera República española”.
Desde una posición que el propio Tardá ha calificado de “republicanos y socialdemócratas radicales”, ha tendido la mano a todos aquellos catalanistas, incluidos los miembros del PSC, para confluir en el proceso democrático. Un proceso que “es de las clases populares”, porque la oligarquía catalana no está por la labor. Luego cada cual apoyará el sí o el no, pero como demócratas al menos deberían dialogar.