La concentración de riquezas cada vez en menos manos de un puñado de magnates burgueses está arrastrando a la humanidad a la pendiente de la desigualdad y la pobreza. Incluso en los ricos países occidentales de la vieja Europa, decenas de millones de trabajadores son empujados al paro y la miseria, siendo excluidos de la actividad productiva, lo que representa un verdadero despilfarro económico y humano.
Millones de cerebros bien formados y jóvenes brazos que tienen necesidades vitales que cubrir, son condenados al paro y apartados de una vida social digna. Son personas inocentes condenadas a la inactividad en los desagradables almacenes del paro forzoso como mercancía inservible.
Los asalariados que encuentran trabajo ven agravada su explotación con bajos salarios y largas jornadas extenuantes. La competencia feroz de las potentes multinacionales capitalistas, utilizan el libre comercio y la libre circulación de los capitales, para convertirlo en un gigantesco saqueo a las masas empobrecidas, a las que se les niega un derecho básico, como es la libertad de circulación como persona. Además ponen cada vez más frenos en las fronteras nacionales, violando la libertad de circulación y de movimiento, que es un concepto mediante el cual, “Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso el propio, y a regresar a su país”, como está reconocido en el Articulo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que la burguesía incumple sistemáticamente aplicando la más brutal represión.
La rivalidad de la pugna inter-imperialista por la hegemonía mundial produce guerras monstruosas y masacres sangrientas terribles. Están destruyendo un país tras otro y dejando zonas enteras en la edad de piedra, como vimos con la invasión de Irak, Libia, Siria, Afganistán y otras hostilidades, que junto a lo que han venido haciendo con África, con el permanente expolio colonial, es una completa ruina con el robo permanente de materias primas, las amenazas y hostilidades bélicas permanentes en un intercambio abominable de sangre por petróleo.
Este sanguinario imperialismo, con su feroz carrera armamentística, su desigual competencia y su nueva “economía nacional” de “América Primero” que es la consigna de Trump, siguen con la misma lógica de defender el beneficio privado que están siendo catastrófico para los seres humanos y la conservación de la naturaleza, con la amenaza del Cambio Climático que ignoran hipócritamente.
Países enteros han sido arrasados y expoliados por la sed de beneficios de esas multinacionales. Decenas de millones de campesinos pobres y obreros están viéndose obligados a huir de esas guerras, intoxicados con gases nerviosos y otras armas bacteriológicas, prohibidas por los tratados internacionales que no respetan. La OTAN, la ONU y demás obsoletos organismo son agentes declarados de EEUU, Rusia, China y la U.E. que podrían compararse con los Cuatro Jinetes del Apocalipsis.
Millones de niños, ancianos, mujeres y jóvenes sufren las consecuencias de la contaminación y somos todavía pocos los que luchamos por poner fin a esa dictadura financiera de los capitalistas que es irresponsable y parásita. El socialismo democrático en una necesidad para la humanidad. Toda persona decente debería colaborar en una lucha democrática para que, como dice la Declaración de los Derechos Humanos, pudiese vivir con una condiciones dignas, cuestión que harían bien en mirarse esos defensores de pacotilla cuando dicen que esto es una democracia.
Necesitamos un nuevo modelo, verdaderamente democrático y genuinamente socialista, para poner las riquezas al servicio del bien común de todos los seres humanos del planeta, que debería ser el objetivo irrenunciable para cualquier persona que se considere progresista, socialdemócrata, socialista, comunista o anarquista, que son las principales tendencias de las izquierdas y que debería ser la causa principal para aquella persona que se considere simplemente decente y digna de considerase un ser humano.
Los grandes medios de producción deberían ser nacionalizados y planificados como ha sido una propuesta permanente del socialismo democrático genuino, pero esos ideales nobles y ese programa de transformación social han sido prostituidos y degenerados por algunos políticos que se dicen de izquierdas y convertidos en su contrario, muchos de los cuales han llegado a ser agentes declarados de ese capitalismo sin escrúpulos que venían combatiendo y que unos lo han olvidado todo y otros no han aprendido nada.
La palabra socialista tiene unos valores superiores a los del capitalismo corrupto, decadente y agónico que es la fase a la que nos enfrentamos. Esas nobles ideas de una nueva sociedad socialista e internacionalista, surgen del sueño de igualdad, fraternidad, libertad y Justicia del asalariado de tiempos pretéritos, pero permanece en la memoria colectiva. Capas nuevas están desarrollando el proceso molecular de toma de conciencia que les hace avanzar hacia la búsqueda de un cambio social.
El movimiento socialista de carácter científico, demuestra que esos ideales y proyectos no son unas simples utopías y lo planteamos ahora como un proyecto consciente y necesario para avanzar hacia los cambios sociales que se avecinan. Generaciones de trabajadores han luchado buscando un mejor nivel de vida y la emancipación como clase con el deseo de construir un nuevo modelo de sociedad. Pero cada cual aisladamente en esa lucha individual que pregona el capitalismo, imbuida de individualismo, competencia y robo, ya no nos ofrece soluciones a los problemas a los que estamos abocados y que nos conducirá inexorablemente a la catástrofe, por las contradicciones insalvables del capitalismo, como son las fronteras nacionales y la propiedad privada cada vez más concentradas de los grandes medios financieros y de producción.
Es el momento de poner fin a los individualismos y cederle el sitio a la solidaridad, a la conciencia colectiva, a la cooperación fraternal entre nuestra clase trabajadora. La especia humana lo reclama y los trabajadores somos la fuente de todo valor, pero debemos trabajar en pro de la unidad para afrontar la lucha persistente con la que seremos capaces de conseguir una vida digna de ser vivida por cada persona que habite en este planeta Tierra. Medios técnicos, económicos y humanos tenemos suficientes. Pero deben pasar de las manos y del control de esa minoría explotadora que representa a la burguesía, a manos de la mayoría de las clases laboriosas, cambiando la lógica del lucro privado por la ética socialista de la Igualdad, la fraternidad y el bien común, mediante la práctica de la democracia para resolver los conflictos y las controversias que afectan a los seres humanos.