No lo pueden remediar. En cuanto se descuidan asoman la camisa vieja del Movimiento y se ponen al servicio del Nacional-Catolicismo. No es cuestión de que sean laicos, y que lo religioso quede en el ámbito privado, que sería lo lógico como políticos y políticas. Se puede comprender que acudan a procesiones, misas y otros actos sacros en representación del catolicismo. Incluso como algo que confluye con sus sentimientos religiosos. Pero acudir a la beatificación de “mártires” de la Guerra Civil, cuando las cunetas españolas aún tienen más de 100.000 personas sin sacar en fosas comunes, supone la negación de la propia democracia española por su parte.
No dedican ni un solo euro a la Memoria Histórica, pero acuden con besamanos incluido, prestos a la llamada de la iglesia católica más reaccionaria de Europa (sino del mundo). Pedro Rollán, consejero de Medio Ambiente, Administración Local y Ordenación Territorial, Paloma Adrados, presidenta de la Asamblea de Madrid, y otros altos cargos han acudido a la ceremonia de beatificación de “sesenta mártires” religiosos fallecidos en España durante los años 1936 y 1937. Beatos y beatas vicencianos que murieron a manos del Gobierno legal de la República.
El pasado 23 de marzo el Papa Francisco firmó el decreto que reconocía el “hecho martirial” de 60 misioneros Paúles, Hijas de la Caridad, sacerdotes diocesanos y laicos de la familia Vicenciana. Y no hay nada mejor para los políticos del PP, y más en esta época donde exacerban un nacionalismo casposo y retrógrado, que hacerse una foto con el cardenal Osoro y volver a reunir Dios, Patria y Rey.
Niegan constantemente sus favores a la iglesia católica en la Asamblea de Madrid. Cristina Cifuentes lo niega y tiende a presumir de laicismo, pero la realidad es que siguen homenajeando con su presencia oficial el golpe de Estado del general Franco contra el legítimo Gobierno de la República. Les pone, les hace hervir la sangre de pasión volver al pasado. Un pasado que sólo quieren como elemento destructor de lo actual (¡Y critican a Podemos por rojos!). Un pasado que piensan mejor que lo contingente porque allí mandaban sin necesidad de transaccionar con rojos, nacionalistas y demás demócratas. Sólo debían obediencia a Dios y al Dictador.
Una vez más niegan la concordia y se vuelcan con sus “mártires”. Y luego piden, como hacía infámemente Rafael Hernando, que los muertos de las cunetas sigan allí. Esos no importan porque no se pueden beatificar. Y son rojos. Malos tiempos en estos que la derecha española ya no esconde su reacción, ni su nacional-catolicismo.