La huelga legítima de los trabajadores de El Prat sigue adelante en medio de un escenario de anormalidad democrática y de usos gubernamentales más propios del franquismo que de un Estado de Derecho.
Cadenas de radio y televisión están afirmando que las colas de pasajeros en los arcos de seguridad del aeropuerto barcelonés se están reduciendo y que se está volviendo a la normalidad. Todo esto es falso. Jamás puede haber normalidad cuando se está vulnerando el derecho a la huelga de los trabajadores de Eulen por la utilización de los agentes de la Guardia Civil como esquiroles.
Los medios más conservadores de este país y los que están controlados por el Partido Popular han hecho mucho hincapié en el hecho de que los trabajadores en huelga se están aprovechando del puente del 15 de agosto para ganar protagonismo. Sin embargo, estos medios se olvidan de que también Eulen se ha aprovechado de las fechas para provocar la reacción preconstitucional del Gobierno.
Por otro lado, militarizar el servicio de seguridad del Prat y la imposición de un laudo a través de una doctrina legal anterior a la aprobación de la Constitución española que ya fue condenada por el Tribunal Constitucional es un atentado contra las propias esencias de la democracia.
Cuando hay un conflicto laboral que por su presión logra que una parte importante de la opinión pública se ponga de parte de los huelguistas, el Gobierno de Mariano Rajoy tira de los modos franquistas para terminar con esa protesta. O militariza los servicios en huelga, envía a las empresas públicas a realizar el esquirolaje estatal o impone laudos basados en legislaciones pre democráticas.
La propia legislación sobre los servicios mínimos está basada en preceptos aprobados antes de que los españoles pudieran votar el texto constitucional y sólo la doctrina del TC ha afirmado que no se pueden imponer servicios mínimos que suplan los derechos fundamentales reconocidos por la Constitución y por las convenciones internacionales firmadas por España.
De ahí que lo que unos llaman normalidad no es otra cosa que anomalía democrática ya que se han utilizado modos y normas heredadas del franquismo que aún sigue vivo en muchas instituciones del Estado.