No han tenido que pasar jornadas para que las jugadas quedasen en la nebulosa propia de esta época de la instantaneidad. No ha pasado el tiempo de la polémica suficiente para que se olvide, o se intente hacer olvidar –que es lo propio de quienes controlan el mundo-. Casi al día siguiente una misma jugada, más evidente en el Clásico orgasmático de los medios de comunicación, se arbitra mediante un criterio completamente diferente.
Desde el Comité Técnico de Árbitros, controlado por Medina Cantalejo, de la Federación Española se ha venido asegurando que se hacen ímprobos esfuerzos por unificar criterios entre los árbitros. Parece que sólo han debido hacerlo con los que están en activo y han olvidado a los de la sala VOR. La realidad es que no hay criterio arbitral unificado alguno. Son malos. Sin más. Ni criterio, ni nada por el estilo. Saben lo que tienen que hacer y contra quien lo pueden hacer. El resto es fantasía.
En el partido Athletic de Bilbao contra el Atlético de Madrid se anula un gol a Morata porque Yeray, al cruzarse, toca su pie con la espinilla del jugador naranja (por aquello de la coincidencia de colores) de forma leve. El árbitro no ve nada punible en la jugada, deja seguir y gol. Desde el VAR avisan al colegiado para rectifique pues observan que el trastabilleo leve de los jugadores podría ser falta en ataque. Como el señor, por decir algo, Figueroa Vázquez, que debe tener algo contra el Atleti, ni dudó y anuló el gol. Satisfacción en el campo, en la Federación y Estrada Fernández (que estaba en el VAR y llegó a anular un gol, en sus tiempos de árbitro en activo, al Atleti saliendo el jugador desde su campo) teniendo una especie de orgasmo.
En el clásico orgasmático, esto es, en el Real Madrid-FC Barcelona, el culé Lewandoski se interna en el área del rival y tras quebrar a un jugador se encuentra con que Carvajal toca con su pierna de forma más clara que Morata a Yeray (la imagen se puede ver en la que ilustra este artículo). Sánchez Martínez, en el campo, no aprecia nada. Hernández Hernández en la sala VOR ni le pide que lo revise por si acaso. Sigan, que diría el otro. Una jugada que Carvajal ha realizado en numerosas ocasiones sin que le piten penalti en el caso de otro partido es falta. Un contacto más claro y con mayor impacto no es falta. La misma jugada y dos interpretaciones.
¿Por qué?, se preguntarán ustedes. En primer lugar, porque los árbitros son muy malos. No tanto por cuestiones técnicas (que en algún caso también) como por valentía y ecuanimidad. No son valientes con ciertos equipos, ni ecuánimes con esos mismos. Y, en segundo lugar, porque Luis Rubiales, cuando no está pagando putas o riéndose de los equipos de la liga, tiene claro que se debe al equipo que ocupa su corazón: el Real Madrid. En ello cuenta con un aliado potente como es el presidente ejecutivo de La Liga, Javier Tebas. Dos madridistas controlando el fútbol genera esto. Si lo de Morata era falta, lo de Carvajal también. Y al contrario. A ello súmenle que buena parte de los árbitros son de uno u otro de los equipos del duopolio.
Ni unificación de criterios, ni justicia, ni ecuanimidad, ni VAR. En caso de duda siempre se pita a favor de unos y en contra de otros. Quieren un campeonato de dos, más el añadido de una sorpresa anual (este año le ha tocado a la Real Sociedad, con la que están siendo permisivos). Salvo despiste de alguno de los equipos del duopolio, no puede haber un tercero en competencia. Hay que distanciar a los que pudiesen ser peligrosos durante el campeonato y luego ya compensar para aparentar de alguna forma. Eso sí, cuando ya está el pescado vendido. Y no el Barça no perdió por el árbitro y Florentino se acostó acariciando un gatito.