Dos autos de la jueza de Catarroja han sido suficientes para hacer saltar por los aires el relato sobre la dana de Valencia, plagado de bulos y mentiras, de Carlos Mazón, Feijóo y en general del Partido Popular. “El aviso fue tardío, las muertes fueron evitables”. A partir de aquí, quedan al desnudo las vergüenzas de los populares. La culpa de las 227 muertes registradas el 29 de octubre no fue de Pedro Sánchez, ni de la ministra Teresa Ribera, ni de la UME o la Confederación, como han sugerido desde Génova durante meses. Sencillamente, la competencia era de una “autoridad” de ámbito autonómico. ¿Quién? Eso es lo que quiere averiguar ahora la instructora y para ello ha solicitado toda la información disponible a la Generalitat Valenciana.
Pero mientras llega la documentación al juzgado, ya hay evidencias de que esa “autoridad” era la máxima autoridad, es decir, quien se puso al frente del gabinete de crisis, quien se enfundó el chaleco fluorescente de Protección Civil: Carlos Mazón. Todo apunta a que a partir de ahora el PP va a tener que modificar su estrategia política, que hasta la fecha había consistido en salvar a toda costa al soldado Ryan Mazón.
Mientras tanto, la jueza lo tiene claro: los avisos no llegaron a tiempo a los teléfonos móviles de los valencianos y eso provocó muertes. Además, la magistrada afirma en otra resolución que el aviso que se envió a los móviles de la población valenciana fue “notablemente tardío” y “errado en su contenido”. El auto es demoledor y Carlos Mazón tiene un problema. El presidente ha asegurado ante la prensa que hablará en su momento, siempre respetando las decisiones judiciales, pero todo apunta a que esta vez no tendrá escapatoria. Está pillado, no tiene salida, era él el último responsable del dispositivo de seguridad. Y de poco le va a servir cargar con toda la responsabilidad a su exconsellera de Interior, Salomé Pradas.
Ayer mismo, La Vanguardia publicaba los testimonios de personal del CECOPI (el organismo que centralizó la crisis), que vienen a confirmar lo que ya se sabía: que Pradas no activó el protocolo de alerta porque esperó hasta el último momento a que llegara su jefe. Mazón no apareció por el puesto de mando hasta las 19.00, cuando ya era tarde y cientos de valencianos eran arrastrados por las aguas. ¿Dónde estuvo metido el honorable? La respuesta sigue estando en el restaurante El Ventorro.
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