Difícil escribir cuando las emociones continúan a flor de piel. En el momento en que terminó el partido la alegría se desbordó entre la afición rojiblanca. Llegaron los abrazos y las lágrimas. Sí, lágrimas de felicidad y de recuerdo. Este último año ha sido bastante hijo de puta con muchas familias. Hoy, cuando algunas personas del Atlético de Madrid tocaban el cielo de la gloria deportiva –en cierto sentido mundana-, han sentido como desde el tercer anfiteatro ese alguien les ha tocado de forma sutil y cariñosa. Muchos abuelos y abuelas que ahorraron para comprar esa primera bufanda; muchos padres y madres que hicieron el esfuerzo de comprar esa primera entrada o camiseta; muchos hijos e hijas que se han quedado por el camino… Ese tercer anfiteatro echó un capote pero aquí se les recuerda y se les echa de menos en estos momentos.
Tras recordar a los caídos de la parroquia rojiblanca hay que hablar de La Liga en sí. La verdad es que de fútbol tampoco hay mucho que hablar. Sufrieron, lucharon y campeonaron. 59 kilos a los bolsillos del jeque-mochilo Gil Marín. En realidad para muchos esta liga será recordada no tanto por los goles del desahuciado Luis Suárez, por la explosión futbolística de Marcos Llorente, por las paradas milagrosas de –pónganse en pie- Jan Oblak, por la valentía de Ángel Correa o por lo que sea que tenga que ver con el fútbol, sino por muchas cosas de las que han sucedido alrededor de los partidos y la competición.
Esta es la liga del “cú cú” de Propanprul –con el famoso vídeo de Die Woodys-; es la liga de las palanquitas y los biberones que se han repartido de forma regular cada jornada (vía Loloutlaw); es la liga del teletexto de Palindrón; es la liga del Contubernio, de Aplasta Arteche…; es la liga de sufrir junto a Muros; es la liga del Seat Panda –ese que no tenía ITV como denunciaron en los medios de nacionalmadridismo-; es la liga del penalti anticonstitucional –que un catedrático baje al lodazal para expresar tal memez ya señala el nivel-; es la liga del viudo con gafas quejándose al comenzar que la prensa era poco madridista; es la liga en la que descubrimos que el rojiblanco es un color, no dos; es la liga donde poco a poco comenzaron a establecerse ciertos ritos para la obtención de los logros; es la liga donde Juan Gato y Rubén Uría han ido repartiendo por los platós; es la liga de las novias de Sosa; es la liga en que se ha creado una peña de mujeres; es la liga donde acabó generándose un hermanamiento en redes sociales impresionante; es la liga donde hemos visto bodas y nacimientos rojiblancos –esos críos llegaron con un pan bajo el brazo-; es la liga de las risas constantes, no por las victorias del equipo, sino por el nivel de mendicidad intelectual que llegan a alcanzar los “periodistas de los medios serios”; es la liga del “descanso de hidratación”; es la liga que se había ganado en diciembre y ahora no vale nada porque patata…
Y es la liga de dar de mamar a niños rata, anticholistas y demás mufas (tipo alcalde Almeida o Miró). Tras crucificarle jornada tras jornada y pedir su dimisión desde noviembre –alentados por el nacionalmadridismo de la puerta 5-, debería ponerse Cholo Simeone una camiseta donde esté escrito “Perdónalos porque no saben lo que hacen”. Gentes sin fe que viven en un fútbol de consola o tablet donde el más tronco de cualquier equipo es muchísimo mejor que los propios jugadores. Hoy deben estar muy jodidos tras haberles aguantado durante meses llorar y quejarse jornada tras jornada. Personas que maman y asimilan lo que les venden desde la prensa vendida al duopolio. Seguramente estén celebrando pero cabreados con el mundo. No han entendido que siendo del Atleti el fútbol no lo es todo, o no es casi todo, hay una comunión de personas de diversas procedencias, generaciones o ideologías que ya disfrutan siendo del equipo colchonero. Si se gana frente a los equipos del Estado español, la alegría es enorme, pero si se pierde la comunión permanece. Por eso los jugadores se respetan y más cuando se dejan todo. Lo demás, los balones de oro (comprados), los fifas y otros productos de marketing sobran.
Como ha venido sucediendo al terminar los partidos de esta liga infartante: ¡¡¡Suelta a las fieras!!!