Funesta españita que persistes caminando, cara al sol con la camisa rota, al paso aciago de la miseria, con mucha prensa canalla al dictado del régimen, infinidad de cantamañanas y sin cantautores, rebaños de gente hablando que no dicen nada, innumerables maestros sin enseñar la verdadera historia, y una muchedumbre de patriotas arruinando al pueblo, a la orden del último mandato del dictador, Francisco Franco, la puñetera unidad de la patria.
Todo esto sucede en un reino heredero del franquismo, cuyos monarcas, hicieron entrega de una medalla el pasado miércoles 28 de junio, por su importante papel en la “transición española”, a Rodolfo Martín Villa, fascista, exministro de Franco, exjefe del movimiento nacional de Barcelona, y con una orden internacional de busca y captura por el asesinato de cinco trabajadores en Vitoria.
La transición fue una ejemplar estafa, que da lugar a que se sigan homenajeando a sus artífices, muchos de ellos asesinos, que pasaron a ocupar todos los poderes del estado, que jamás condenaron el golpe de estado al gobierno legitimo de la república, que siguen hablando de guerra civil, cuando fue un asalto planificado para exterminar a las clases más humildes mediante crímenes lesa humanidad, en un genocidio, el mayor del mundo después de Camboya, apoyado por el servicio de inteligencia de estados unidos, y países fascistas como la Alemania nazi y la Italia de Mussolini.
140.000 desaparecidos en fosas comunes y cunetas, varias generaciones de exiliados, miles de niños robados, en un macabro diseño cuyo único fin consistía en acabar con el progreso de la obra republicana, asesinando y torturando a sus, trabajadores, maestros, poetas, intelectuales, y artistas, se prohibieron y quemaron libros de autores como Valle Inclán, Unamuno, Pérez Galdós, Valera, Baroja, Azorín, Concha Espina, Espronceda, etc., en definitiva apagaron la luz y la ilustración, dejando un desolado país completamente ciego, en manos de curas pedófilos, militares fascistas, y la brigada político social, una esperpéntica España, que llega, grotesca e idéntica, hasta nuestros días.
Es este un país primitivo, desmemoriado, obtuso y enfermo, edificado sobre la barbarie, la mentira, y el oscurantismo, incapaz de reconocer sus errores, prepotente, fascista y orgulloso de ello, en el que no existirá democracia hasta que no acabemos con el inútil y cruel circo de la socialdemocracia española, y todos los patéticos gobiernos que se han venido sucediendo desde finales de 1970 hasta hoy. Una de las principales tareas para empezar a alcanzar la transparencia, la justicia, y la libertad, consiste en alentar a nuestros docentes a enseñar una asignatura que tenemos pendiente desde 1939, la memoria histórica.
La única y verdadera patria sigue aún en las cunetas. La República.