El cambio de indumentaria de Pablo Iglesias, dejó la “presidenciable” americana y tomó la “tribunera” corbata, ha devuelto al dirigente de la mala uva, de la ironía, del ataque sin piedad al contrario, de la vehemencia. No ha sido el Iglesias que se presentaba como presidente, sino el tribuno de la plebe que intenta arañar votos frente a los demás partidos de ámbito estatal. Y en ese sentido se ha perdido calidad parlamentaria pero se ha ganado en circo, bronca y frases para lo mediático.

Comenzó la mañana Albert Rivera, de Ciudadanos, recordando por qué no votarán en favor de Iglesias. Porque no son de fiar, porque no han presentado un programa de cambio, porque son populistas, porque representan no dialogan y porque no trabajan donde hay que hacerlo, en el Parlamento. Argumento éste último que ha sido destrozado por Iglesias al presentarle que Unidos Podemos es el partido con más iniciativas parlamentarias. Y que, evidentemente, no apoyan lo propuesto por Ciudadanos porque son propuestas que apuntalan al PP. Ha habido bronca respecto a la pronunciación de nombres y sobre capacidades intelectuales. Aunque olvidó Iglesias recordar a Rivera que Albert Camus era anarquista o ácrata, según lo miren, y que poco tiene que ver con la ideología de la formación naranja.

Ha acertado Iglesias al calificar a Ciudadanos como la muleta del PP y de sus políticas, así como recordarle que mientras Rivera lleva 11 años viviendo de la política, él estaba trabajando por un sueldo menor en la Universidad. También le ha recordado que, a diferencia de Ciudadanos, que no gobierna y donde lo hace fracasa, recogiendo una información de Diario 16, Podemos sí puede presentar ya una capacidad de gestión. Rivera, desarticulado en algún momento, ha recurrido a la estabilidad general de España y a la unión estatal para desmontar el mito plurinacional que defiende Podemos. Sin embargo, ha quedado retratado, como le ha dicho Iglesias, como portador de un pensamiento arcaico. Una discusión que ha servido a Rivera para mantener su posición entre los suyos y quitar algún voto al PP. Lo mismo que a Iglesias.

El PSOE

José Luis Ábalos ha presentado, con un ritmo lento y una oratoria cansina, su propia moción de censura al PP durante su discurso. Le ha recordado la corrupción y las malas políticas sociales. Sólo al final ha explicado los porqués de la abstención durante la moción de censura. Una moción que, entienden los socialistas, que no debería haberse producido, ni en la forma, ni en el tiempo. Una moción que, manifestó Ábalos, parece más diseñada a acosar al PSOE que al propio PP. Como ya hicieron ayer Quevedo y Oramas, e incluso Rivera en su intervención, el portavoz socialista le ha recordado a Iglesias que cuando pudo no quiso apoyar a Pedro Sánchez como candidato a la presidencia del gobierno. Que en ese momento tuvo la oportunidad pero que, como estaba intentando superar al PSOE, su verdadera obsesión, votó lo mismo que el PP.

También le ha recordado Ábalos que debería haber dialogado con los grupos de la izquierda o del cambio, en especial el que tiene la calificación de líder de la oposición, antes de presentar la moción. No se puede llegar al Parlamento, siendo la tercera fuerza política (algo que le ha recordado también Rafael Hernando) y pretender que todos les apoyen sin más. Echar al PP, manifestó el socialista, se va convirtiendo en una necesidad, pero hay que hacerlo con la “revolución del BOE”. Curiosamente uno de los eslóganes de Susana Díaz. Eso sí, ha dejado una duda al manifestar que “abstenerse a veces es bueno”. Es de suponer que se referiría a la abstención en la investidura de Sánchez… porque si todas las abstenciones son buenas la de la Gestora también.

Iglesias ha decidido responder con un tono moderado pero metiéndose en las cuestiones internas del PSOE. Esperando que con la llegada de Sánchez mejorasen las relaciones entre ambos grupos parlamentarios. Ábalos le había enseñado el argumentario de Podemos donde al PSOE “ni agua” y eso parece haber descolocado a Iglesias. Aun así, el dirigente podemita se ha mostrado crítico con los socialistas por pactar en ocasiones con el PP. Por su parte Ábalos, en la réplica, le ha mostrado que el PSOE tiene 138 años de historia por haber sabido captar las necesidades de los españoles en cada momento y que, no había que olvidar, se fundó por trabajadores y ha visto como sus dirigentes y afiliados han entregados hasta sus vidas por ello. En el tema catalán el portavoz socialista ha seguido la senda del Estatut que aprobó en su momento el tripartito. Un Estatut que Iglesias achacaba a la coalición CiU y Zapatero, saltándose a los propios partidos catalanes. Algo falso como le ha demostrado Ábalos.

Al final el discurso de Ábalos ha servido de refuerzo del PSOE y como intento de desmontar el verdadero sentido de la moción, plegar al PSOE a los deseos de Podemos. Iglesias al mostrarse condescendiente, sin embargo, ha dado alas a esa recuperación del PSOE respecto a la ciudadanía.

El PP y el circo

Rafael Hernando es único para montar bronca en el hemiciclo, tanto como Iglesias. Y a ello se han dedicado en esta parte del turno uno y otro. Tras una breve descripción de los supuestos avances logrados por el PP, Hernando ha sacado la artillería pesada contra Iglesias y ha hecho el recorrido habitual por Venezuela, Echenique, el piso de Espinar y el pederasta de Extremadura. También le ha acusado de querer destruir España, recuperando el Demoliciones Iglesias de Rivera, y de apoyar a dictaduras como la venezolana y la iraní. Le ha reprochado no querer admitir la donación de Amancio Ortega y le ha dicho claramente que lo mejor que podía hacer era irse.

Bronca, gritos en ambas bancadas, un juego de refuerzo de ambas multitudes. Iglesias le ha respondido con más corrupción y más conchabamiento entre las grandes empresas y el PP. El partido más corrupto de Europa y los dirigentes que acuden a la Omertá. Un resumido de lo que vienen diciendo en esta moción de censura pero con más mala leche. Hernando ha respondido hablando de la relación de pareja de Iglesias y Montero y de que el verdadero partido que pretendía censurar Podemos es el PSOE. Por cierto, Hernando se ha equivocado porque en el caso Filesa el PSOE no fue condenado, ni imputado como partido, como sí ocurre en los casos de corrupción del PP.

Agresivo Hernando durante todo el discurso, utilizando las clásicas frases hechas que tan conocidas son cuando se refieren a Podemos. Un buen refuerzo para sus votantes y para el gobierno del PP. Un gobierno que, tal vez, salga reforzado ante su electorado no por la causa general que aducía Hernando, sino por la incapacidad de la oposición de unirse de verdad. Al menos, Iglesias en su última respuesta ha decidido hacer caso omiso a los insultos de Hernando y sin volver a decirle que le vería en la cárcel, a lo que Hernando le contestó que eso sería si volvían las checas que tanto le gustan a Iglesias, no le duplicó.

Una moción que se sabía que no iba a salir adelante pero que tenía una finalidad que no se ha cumplido. Presentar, y en esto hay que darle la razón a Hernando, una moción para verse como presidenciable sin mayoría y siendo tercera fuerza política sólo tiene una explicación: gesto mediático. Ya se lo recordó ayer Aitor Esteban a Iglesias. La jugada, habrá que esperar a los sondeos, de ocupar el espacio del PSOE no ha sido conseguida. Al menos en términos parlamentarios y por un error de cálculo. Sí ha tenido la oportunidad de tener mucho tiempo de pantalla para expresar su posición, pero hay ocasiones en las que tanta exposición no es buena. Habrá que esperar pero tiene pinta de que el augurio de Hernando puede cumplirse e Iglesias nunca ser presidente del gobierno.

Sí ha quedado claro, empero, que todos los partidos han utilizado esta moción no tanto para censurar a Mariano Rajoy sino para afianzar sus propias posiciones. Mal va el parlamentarismo español si, aún sin cumplirse un año de su constitución, se tienen que justificar las propias posiciones.

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