La Unión Europea quiere tratar de paliar estos defectos de serie, instaurados en las máquinas, productos electrónicos y eléctricos, que buscaban acortar su vida útil.
La obsolescencia programada, como se denomina a este fallo agregado de origen, se crea para que los aparatos tengan una duración determinada, con el fin, de que se produzca en masa y se comience un círculo vicioso, en el que la misión sea comprar una y otra vez el mismo bien.
El núcleo central de esta idea, se relata en el documental Comprar, tirar, comprar (2011). La narración hispano-francesa, ponía sobre la mesa ejemplos que explicaban cómo funcionaba este sistema.
No solo se habla de obsolescencia en aparatos tecnológicos, los cuales contienen desde su fabricación una tara establecida para su fin, también se encuentran perjudicados cualquier tipo de enser. Algunos de estos ejemplos van desde las medias, que llegaron a producirse indestructibles, con lo que los fabricantes se encontraron con grandes déficits económicos, hasta las bombillas. Estas últimas son el mayor exponente de este cambio autoimpuesto por las empresas, ya que como demuestra el paradigma por antonomasia, la bombilla que lleva encendida más de 115 años en el parque de bomberos en Livermore (California), estos artilugios indispensables para el día a día, podían llegar a funcionar por una cantidad infinita de horas, pero como parece, no era rentable.
Esta encrucijada que golpea al consumidor, ha llevado a que la Unión Europea, trate de poner cartas en el asunto. La Comisión a instancias del Parlamento, se está poniendo en contacto con los fabricantes, para que entre ambos alcancen distintas soluciones, como la implantación de beneficios económicos para aquellas empresas que produzcan artículos de una mayor duración, así como etiquetas donde se conozca la forma más sencilla de repararlos.
Las propuestas parten de los estudios realizados por el Eurobarómetro, en los que se recogía que más de dos tercios de la población europea, estaría dispuesta a pagar más por un producto, siempre que este pudiese durar más de cinco años.
La importancia de implantar esta serie de medidas, no solo se enraíza en el hecho de prestar un mejor servicio al ciudadano, sino también en un método con el que combatir esa deriva en el que el exceso y la opulencia, está sobrecargando el planeta y por ende sobreexplotando sus recursos de una forma despiadada.
La apuesta que pretende hacer la UE, postergará la vida de los aparatos, pero también de sus componentes, con lo que se pretenderá generar una menor cantidad de basura y así de paso, acabar con la tendencia en la que la variable reparar, sea casi más cara que la de comprar.