Hoy cuando en todas las federaciones del PSOE hay un debate abierto entre la militancia respecto a la pureza de sangre de las candidatas y candidatos, pureza respecto al sanchismo no sobre el posicionamiento ideológico en sí, cabe recordar a dos de los más ilustres abstencionistas que posibilitaron con su posicionamiento la llegada al poder de Mariano Rajoy. Jugando a dos aguas y temiendo por su futuro profesional, que no es otro que el de la política, se abstuvieron en un acto de disciplina de partido que aún hoy suena a cobardía. Hubo 15 diputadas y diputados que tuvieron la valentía de anteponer sus propios principios a la ignominiosa bajada de pantalones a la que gustosamente se sumaron los dos protagonistas. Adriana Lastra y Rafael Simancas llevarán toda su vida el estigma, cual marca de Caín, de haberse abstenido para dar el gobierno a un partido delicuescente de derechas.
Lastra, en cuanto supo de la posibilidad de que retornarse Sánchez, y viendo el percal en su propia federación donde la militancia echaba espumarajos, rápidamente se echó en brazos del sanchismo naciente, situándose en las primeras filas aunque fuese a codazos. Ya había traicionado a Sánchez y no podía permitirse quedar fuera pues no se le conoce más trabajo que la política. Aunque no le llamaban de las agrupaciones para dar charlar y arengar a las masas, como sí hacían otras diputadas y diputados del no, entendió que su trabajo estaba en la labor oscura de acción aparatera. De hecho su voto de “abstención por imperativo” es ese intento de jugar a todas las aguas posibles por si las moscas. ¿Qué imperativo tenía detrás para decir semejante boutade? El Comité Federal del PSOE no es un principio, la Constitución respalda la no existencia de mandato imperativo, sólo la propia voluntad de la persona, como demostraron sus compañeros y compañeras, es clave para tomar la decisión que tomó. Y esa no fue otra sino abstener, sólo que lo quiso esconder como si le hubiesen creado una especie de dilema moral de imposible solución. Y los dilemas morales siempre tienen solución aunque no sea la más gustosa.
Por ello el empeño en hacerse perdonar la penas y lograr esa pureza de sangre sanchista que le volviese a situar en lo más alto posible. Y a fuer que lo consiguió pues obtuvo como premio a su abstención la vicesecretaría general. ¡Arrepentidos los quiere el señor! Y de paso le metía un rejonazo a Javier Fernández quien había sido el presidente de la Gestora. En este camino de espinas Adriana Lastra, como portavoz parlamentaria, una vez que Sánchez logró el gobierno y se llevó a una diputada del no como Margarita Robles, está haciendo todo el trabajo de fontanería al dirigente máximo. Si hay que hundir a la izquierda del partido, ella se pone junto a Santos Cerdán al trabajo. Si hay que malmeter en algunas federaciones allí que Lastra mueve sus hilos y monta alternativas. Algunas fracasadas como las que ha intentado en Castilla-La Mancha según nos cuentan desde la Ejecutiva Regional.
Rafael Simancas votó abstención y se unió a Patxi López por no entrar en la confrontación y hacer labor de siega a Susana Díaz. No tienen pureza de sangre pero se ganaron su jornal introduciendo al tercer candidato cuando todo se veía como una confrontación a cara de perro entre el sanchismo y el susanismo. Nadar y guardar la ropa es lo que hicieron desde Euskadi y Madrid para poder acudir a pedir las sobras o lo que hiciese falta. Ahora ya se ha unido de forma fervorosa al sanchismo, pero mañana podría estar en cualquier otro lado. Simancas ha apuñalado, como ha hecho José Félix Tezanos, a su gran valedor Alfonso Guerra, así que no sería de extrañar un nuevo cambio de rumbo si hiciese falta por seguir en la pomada un poco más. Del grupo de simanquistas se está nutriendo Sánchez, que los conoce desde los tiempos de Juventudes Socialistas. Así, no sólo tiene a Tezanos en el CIS, sino a Iván García Yustos en Moncloa. Este último famoso por usar las líneas eróticas de teléfono en su puesto de trabajo como concejal. Sabe que como aparateros no tienen precio y buena culpa de que Pepu Hernández haya ganado se debe a Simancas y su gente. Hay que pagar los favores, más ahora que llegan las listas y hay que colocarse para seguir unos años más. No vaya a ser que a ciertas edades haya que ponerse a trabajar.
Hoy que se busca la pureza sanchista sin importar la pluralidad en las listas del PSOE nada mejor que recordar a dos impuros que de no haber vuelto Sánchez estarían donde están abrazando el susanismo o lo que hubiese venido. Algunas como Rocío de Frutos dejan la política habiendo sido ninguneadas por la actual dirección y eso que ella sí que votó no sin esconderse y defendiendo los principios que atesora. Igual como tiene donde ir después de la política pues puede permitirse un comportamiento digno y nada aparatero. Las listas como siempre no gustan a nadie, pero había que recordar que algunos y algunas por el cargo se limpian la sangre para limpiar impurezas del pasado.