Dos mujeres rotas por motivos bien distintos intentan recomponer el puzle quebradizo de sus vidas uniendo sus fuerzas. La nueva novela de Carmen Amoraga, Basta con vivir (Destino), ahonda en la necesidad del ser humano de arrimar el hombro de forma solidaria cuando flaquean las fuerzas y todo está a punto de caer por la borda. La sociedad es, en muchas ocasiones como este tema que propone Amoraga en su nueva obra, un lobo cruel que normaliza el instinto más primario de la voracidad animal por encima de condicionantes éticos que se suponen nos otorgan el rango de seres inteligentes, cuando en realidad no lo demostramos en el día a día ante los hechos más cotidianos. Homo homini lupus.
Pepa, la protagonista de su nueva novela, es una mujer en quiebra emocional. Hasta que se cruza en su vida otra mujer víctima también de sus circunstancias, muy diferentes a las de la primera. ¿Cruce providencial?
Pepa y Crina representan las dos caras del dolor. Pepa es el dolor cotidiano, del día a día, de que no te pase “nada” que muchas veces es igual de duro que si te pasa algo grave, un dolor con el que nos podemos sentir identificados. Crina en cambio es el dolor que no queremos ver, ante el que permanecemos ciegos: es víctima de una red de trata de personas y su drama se produce cada día en cualquier rotonda o club de carretera sin que nos dignemos a verlo. Le damos rango de normalidad a lo que no es normal, a la esclavitud sexual. El cruce que se produce entre ellas es providencial para ambas, porque las salva mutuamente. Ayudar a otra persona es la mejor forma de ayudarte a ti mismo.
Ayudar a otra persona es la mejor forma de ayudarte a ti
En la nota final de la novela usted concreta cuál fue el germen de la concepción de esta protagonista. ¿Es la realidad el mejor escaparate de donde entresacar historias novelables?
La realidad es una fuente inagotable de historias, tan duras, tan extraordinarias, que pensamos al leerlas que son ficción. Y en mi caso, la realidad siempre es el germen de todas mis novelas. Creo que nunca he escrito una novela de ficción sino que he ficcionado la vida.
Su nuevo trabajo habla de la soledad, de la explotación de la mujer, del inframundo asombrosamente cotidiano y cercano de la prostitución. ¿Se puede concienciar contra esta lacra a través de la ficción?
Estoy convencida de que debemos utilizar todas las herramientas que estén a nuestro alcance para concienciar de los dramas sociales que ocurren a nuestro alrededor, y la ficción es una herramienta inmejorable porque muchas veces empatizamos más con las historias de una novela o de una película que con la realidad.
¿Hasta en las situaciones más injustas y lacerantes puede existir un rayo de esperanza?
Eso siempre. Siempre hay esperanza.
Ser periodista de formación y profesión, ¿ayuda o entorpece la carrera del escritor de ficción, del novelista?
Ayuda. Ayuda porque los periodistas y los novelistas lo que hacemos es contar historias y para contar historias hay que ver las historias. Ser periodista, ser escritor, es tener una mirada curiosa y una necesidad por compartir con el resto el resultado de esa curiosidad.
¿Por qué existen aún reticencias sobre las escritoras que escriben sobre mujeres con problemas y sentimientos que no tienen género?
Pues eso tendría que preguntárselo a quienes tienen esas reticencias, pero supongo que tiene que ver con el poso machista que todavía existe en nuestra sociedad y que se niega a aceptar que las mujeres somos la mitad de una población que tiene exactamente el mismo derecho que la otra mitad. Y no me refiero al derecho a hacer lo mismo que los hombres, sino el derecho a tomar las propias decisiones, a recibir el mismo sueldo por el mismo trabajo, a romper el techo de cristal y, lo más importante de todo, a que no nos maten por el hecho de ser mujeres.
Ser periodista, ser escritor, es tener una mirada curiosa y una necesidad por compartir con el resto el resultado de esa curiosidad
¿Realmente basta con vivir? ¿no puede ser poco o, al contrario, demasiado?
En general, y es algo que ocurre en todas mis novelas, el mensaje, si lo hay, es el que está dentro de cada persona que lee la novela. Trato de poner un espejo que refleja la vida, y en la vida, más que lo que te pasa importa cómo vives lo que te pasa, por eso cada persona saca su propia conclusión sobre lo que lee, sobre lo que vive. El mensaje que yo, como autora, extraigo de esta novela, después de haberla tenido en la cabeza años, después de haberla escrito, es que muchas veces, muchas muchas veces, somos nuestros propios enemigos a la hora de vivir. Porque para vivir, como dice Luis Rosales, basta con vivir como quien da limosna.