En un ciclo de movilizaciones en retroceso, el movimiento feminista es el único capaz de romper esta tendencia y establecerse como movimiento de vanguardia para el cambio social. Quienes hace años despreciaban la lucha por los derechos de las mujeres, hoy ven cómo el feminismo inunda toda nuestra vida. Su poder reside en la transversalidad del movimiento: nos afecta a todas las mujeres por igual, por el hecho de ser mujeres, y en todas las dimensiones de la sociedad.
Para muchas mujeres será desconocida la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadanía en contraposición a uno de los textos fundamentales de la Revolución Francesa, la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, donde por primera vez se proponía la emancipación de las mujeres desde el punto de vista de la igualdad de derechos, la equiparación jurídica y legal de las mujeres respecto a los hombres. Otras habrán oído la lucha de las sufragistas por el derecho a voto, muchas de las cuales pusieron sus cuerpos o sus vidas para conseguirlo.
Lo que arrojan estos dos hechos es que lejos de perder fuerza tras el 15-M, el feminismo ha seguido inundando las calles de violeta y consignas por la igualdad. Primero fueron las manifestaciones contra la insultante Ley del Aborto en las mujeres que nos unimos para dejarle claro a Rajoy que España no es el país que él dibuja en sus discursos. La España que venía ya en 2014 era feminista y logró tumbar a Gallardón y a su ley.
En 2015, por el 7 de noviembre, mujeres de todo el Estado paralizamos Madrid por las violencias machistas, este 8 de marzo, además de plantear una huelga de mujeres, volvimos a llenar las calles para protestar contra la brecha salarial que nos afecta a todas y hace poco días volvimos a salir a las calles para protestar contra las violencias machistas bajo la consigna La manada somos nosotras y en apoyo a la víctima de violación múltiple de los Sanfermines.
Las mujeres estamos logrando colocar en el centro de la agenda política, esa tan difícil de marcar por los problemas reales que afectan a las clases populares, los temas que nos afectan, entre ellos, las violencias machistas que dejan al descubierto uno de los mayores problemas que tenemos como sociedad, y es que el Estado, que debe proteger la vida y la integridad de todas nosotras, no lo está haciendo; esto es lo que conocemos como violencia institucional (un tipo de violencia machista que queda ejemplificada en casos como el de la violación en los Sanfermines o en el caso de Juana Rivas).
Ayer a mediodía conocíamos un nuevo caso de violencia machista. Katharina, de 35 años, estaba embarazada y había sido asesinada por su ex-pareja. Como ella, otras 72 mujeres han sido asesinadas en lo que va de año en todo el Estado mientras se multiplican los minutos de silencio, pero no se ponen en marcha política públicas feministas para acabar con esta situación.
Pero los asesinatos son sólo la punta del iceberg de un gran número de violencias a las que nos enfrentamos las mujeres por el simple hecho de serlo y de vivir en una sociedad patriarcal.
Las violencias machistas engloban a la violencia del lenguaje, porque con él se construye el mundo en que vivimos y a través de él se reproducen los estereotipos desiguales a los que nos reducen como mujeres. Pero además a través del lenguaje construimos y deconstruimos nuestra identidad y aquí es donde tienen cabida los insultos, las humillaciones y las desacreditaciones a las que nosotras nos vemos sometidas de manera habitual.
La violencia laboral, porque las mujeres tenemos como seña de identidad la precariedad: cobramos menos, accedemos a puestos de menor responsabilidad a pesar de estar preparadas para ellos, tenemos mayores tasas de paro, peores pensiones (en el caso de poder disfrutar de ellas, no olvidemos que la invisibilidad de los cuidados recaen sobre nosotras).
La violencia sexual, cuyo máximo exponente es la violación, pero que hasta llegara a ella podemos contemplar múltiples agresiones que van desde los piropos hasta el abuso sexual pasando por el acoso. Aquí es fundamental la labor que estamos haciendo las mujeres por visibilizar estas situaciones y demostrar que no sólo no estamos solas, sino que además no somos casos aislados. Campañas como #MeToo o #MeNiegoA van este sentido y están saltando a la esfera pública gracias al apoyo de mujeres con perfiles públicos como actrices de Hollywood, políticas, cantantes… para traspasar el terreno de lo privado y que se convierta en una herramienta que nos permita avanzar en nuestros derechos y en la concienciación y sensibilización de una sociedad.
La violencia social, mediática o cultural en la que las mujeres nos vemos sometidas a juicio público ante las agresiones que recibimos como si de la Edad Media se tratase.
Sin embargo, a pesar de que las violencias machistas son uno de los problemas estructurales de nuestra sociedad cuya culpa el único responsable es el patriarcado y la perpetuación de sus estereotipos, las mujeres seguimos caminando en la conquista de nuestros derechos e inundando todas las esferas de nuestra sociedad. Estamos forzando a que el debate del feminismo esté presente en los medios de comunicación, con revistas especializadas en perspectiva de género o secciones dentro de los propios medios de comunicación más progresistas y que cada vez haya más colectivos de mujeres por gremios que reclaman sus derechos desde una perspectiva de género.
En el Día Internacional por la eliminación de las violencias hacia las mujeres debemos denunciar que aún queda mucho camino por recorrer y que es urgente atajar las violencias machistas con propuestas políticas que vayan más allá de los minutos de silencio y que pasen por una educación feminista en las escuelas y por la inversión en políticas de prevención y protección de las víctimas.
Pero tampoco podemos olvidarnos de todos nuestros logros. Como dijo Angela Davis “no estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar, estoy cambiando las cosas que no quiero aceptar” y desde el Consejo Ciudadanos de Podemos Madrid trabajaremos porque uno de los ejes principales del cambio político, sigan siendo los derechos y libertades de las mujeres, acompañando y empujando al movimiento feminista, porque el feminismo vino para cambiar el mundo bajo la idea radical de que las mujeres somos personas y no vamos a parar hasta conseguirlo.