Andrés Manuel López Obrador está ya cumpliendo el programa económico que tan nervioso tenía al poder financiero mexicano e internacional, sobre todo al Banco Santander.
Este año se celebraban dos citas electorales que eran primordiales para el futuro a corto plazo del Banco Santander: Brasil y México. En ambos países había candidatos, Lula da Silva y Andrés Manuel López Obrador, que eran contrarios a los intereses de la entidad cántabra por las promesas que habían realizado a la hora de limitar los abusos de la banca.
En el Senado mexicano, Morena, el partido del presidente electo, presentó una iniciativa por la que se restringirá a los bancos el cobro de comisiones, un hecho que cumple con una parte del programa económico presentado durante las elecciones. México es el tercer país de Latinoamérica que tiene las comisiones bancarias más altas. Así lo reconoció Bertha Caraveo, del partido de López Obrador: «La banca mexicana ocupa el tercer lugar de América Latina en registrar mayores ganancias respecto de sus ingresos totales por el cobro de altas comisiones a sus clientes. Es fundamental proteger la economía de las familias mexicanas, así como de las pequeñas y medianas empresas, en un entorno de voracidad financiera».
La medida adoptada por López Obrador es una muestra de cuándo la política se pone al servicio del pueblo y no de las élites bancarias. Cada vez que un partido o un político lo hace, la banca pierde en bolsa, tal y como se pudo comprobar en el parqué mexicano, o en Madrid donde el Santander perdió un 1,6%.
Lo mismo ocurrió en España durante estas semanas pasadas con la sentencia de las hipotecas. Cuando el Supremo revisó la doctrina, todos los bancos subieron mientras que, una vez que el presidente Pedro Sánchez anunció la aprobación del Real Decreto por el que los ciudadanos y ciudadanas no tendrían que volver a pagar el impuesto de actos jurídicos documentados, volvieron a bajar las cotizaciones.