Les han insultado, les han deseado la muerte, les han llamado asesinos, les han querido echar de España, pero el resultado final es que siguen estando en los mismos puestos que ocupaban hace un año. El sanchismo enfervorecido y con sangre en los ojos no ha podido con los cuatro barones socialistas, y un quinto, Lambán, que aún podría seguir. Las primarias regionales socialistas han sido una especie de gatopardismo donde nada ha cambiado, pese a que algunos y algunas pensaban que sí. Salvo la sede vacante que dejó Javier Fernández, y que ya adelantamos en estas páginas en enero de 2017, todos los demás barones siguen en sus cargos y en algunos casos con mayor poder que antes.
Ximo Puig, el señor del Botánico
El primero en dar el paso de renovar en su cargo fue el presidente de la Comunitat Valenciana Ximo Puig. Aún estaban calientes los ánimos y el sanchismo pensaba que nada les podía parar. Pensaban acabar con todo al precio que fuese. Querían muerte y destrucción, como buena masa irracional en la que prende una idea que les hace embriagarse hasta perder el juicio. ¡Ah! Pero no contaban con que no es lo mismo jugar sobre el tapete de una guerra lejana, que en el propio territorio. Por lo pronto, gente como Manuel Mata o Andrés Perelló apostaron por Puig, quien no está haciendo un mal trabajo al frente del gobierno del Botánico, y ahí se quebró parte de la felicidad sanchista.
Algunos y algunas se rasgaron las vestiduras, y salvo apoyos como el del Odón Elorza, que está en todos los fregados que fracasan uno tras otro (como ha sucedido en Córdoba), el candidato alternativo no pudo con Puig. Rafael García, que se las prometía muy felices por el ánimo del sanchismo que se creía indestructible, fracasó y perdió. Tuvo el detalle el ganador de integrar al 35% de los perdedores en aras de tener una federación calmada. Pero las primeras críticas a la Ejecutiva Federal por no posicionarse se comenzaron a escuchar. Hubo dolor pero, como Perelló le apoyaba, dolió menos. Se hizo de tripas corazón y a por otra pieza.
Susana Díaz, la condesa duquesa de San Telmo
Si había alguien contra quien todas las iras se dirigían era Susana Díaz, la condesa duquesa de San Telmo, la más mala de todos, la más de derechas, la más odiada, la más… sigan poniendo los adjetivos descalificativos que deseen. Había ganas de hacer sangre con ella y matarla de todas las formas posibles. Comenzaron por quejarse pues se acogió al 20% de los avales, luego por presiones del aparato y al final por vaya usted a saber qué. El caso es que no encontraron candidato real para enfrentarla. Ni José Antonio Pérez Tapias (que rápidamente se escondió), ni Alfonso Rodríguez Gómez de Celis (que está muy bien ganando 65.000 euros sin hacer nada en Ferraz) se atrevieron.
El caso es que sin candidato real, porque la estafa de ese chico que quiso y al que el sanchismo además apoyó en redes y poco más no podía salir bien, Díaz logró ganar la secretaría general sin mover una pestaña. Y siguiendo la lógica del sanchismo durante el congreso federal se quedó con todo. Curioso este aspecto, porque al sanchismo le pareció bien la no integración en el Congreso Federal (donde se excluyó hasta a Izquierda Socialista), pero cuando se lo hacen a ellos y ellas les escuece. El caso es que Díaz sigue ejerciendo su poder en Andalucía y sin oposición real. Aun así, la quieren muerta en cuanto se pueda.
Para más inri los congresos provinciales han sido ganados todos por el susanismo. Lo que la deja vía libre para ejercer un poder omnímodo en Andalucía. Sólo habrá relevo si ella y su cúpula quieren. Y saliendo de las mismas entrañas del susanismo lógicamente.
Guillermo Fernández Vara, el capo extremeño
El caso de Guillermo Fernández Vara es el más curioso de los cuatro. Pedro Sánchez lo integró rápidamente en su Ejecutiva dándole la responsabilidad territorial interna. Con tal proceso de integración era complicado que saliese un candidato válido para sustituirle. Tampoco se mojó la ejecutiva federal con nadie y dejó el camino expedito para que el capo extremeño repitiese en la secretaria general.
El mayor problema es que el sanchismo se dividió en favor de Fernández Vara y los otros candidatos porque, al fin y al cabo, muchos y muchas sanchistas son antes varistas. Con las cosas de comer no se juega y Fernández Vara pasó mucho de las primarias a nivel federal. Como otros barones. El caso es que quién más claro fue el año pasado respecto a la abstención (desde el primer día lo propuso) sigue al frente de la federación extremeña.
Emiliano García Page, reforzado en Castilla La Mancha
Le han llamado asesino en las redes, le han negado cualquier tipo de capacidad política en su pacto con Podemos y todo ello en su propia casa. El sanchismo castellano manchego, muy bullicioso en redes sociales, le tenía entre ceja y ceja desde enero del año pasado, como poco. Encontraron un candidato apañado y con cierta experiencia política aunque de la provincia donde el PSOE está más dividido en Castilla La Mancha. Pero aun así no han podido con Emiliano García Page, quien sale mucho más reforzado por las propias primarias que le iban a mandar al paro, como querían.
No contaban las plataformas sanchistas con que los dirigentes que apoyaron a Sánchez ya han negociado sus propias cosas y no pusieron mayor empeño en la campaña. Eso resta muchos apoyos. Ni tampoco contaron con que, al igual que pasó con Puig, cuando el voto es cercano y comienza a costar algo, el pensamiento-masa da lugar a un cálculo racional diferente. No es lo mismo situar al presidente de Castilla La Mancha contra Cospedal, que a un desconocido prácticamente. Y nadie en Castilla La Mancha quiere volver al cospedalismo y los recortes. Otra derrota del sanchismo, posiblemente el castellano manchego el más salvaje junto al andaluz, que ha permitido reforzar la posición del propio Emiliano García Page.
A pesar de anunciar su retirada de la política de primer orden, García Page puede hacer y deshacer mucho más ahora con el 71% que si no hubiese habido primarias. La legitimidad que le han conferido los sanchistas no saben hasta qué punto le beneficia al actual presidente. La estrategia cerril e irracional de acabar con todo lo que oliese a abstención, tiene un reverso que no calcularon. Y no podían calcular porque no había racionalidad en sus actos, sólo odio y deseo de venganza en diferido. Y, otra vez, la Ejecutiva Federal se ausentó de dar apoyo a alguien en esta batalla que no es la suya.
El resto de federaciones o partidos han seguido procesos más o menos similares y esperables. Sólo queda Javier Lambán como barón odiado por un sanchismo que se va difuminando poco a poco. Plataformas que comienzan a carecer de sentido y que, según deseo de la propia Ejecutiva Federal, deberían desaparecer del mundo socialista. No desean grupos de presión que no tienen acomodo alguno en los estatutos del partido. Así pues, los cuatro personajes más odiados del socialismo patrio siguen en sus puestos. La revolución de la nada, salvo para generar odio interno y resentimiento entre las partes. Al menos, desde los máximos cargos dirigentes, se es consciente de que esto ha de calmarse por las buenas o las malas.