En contra de la opinión de la mayoría de los científicos, la Comunidad Autónoma ha puesto en marcha los trámites para recuperar el calado de las golas de Las Encañizadas y el canal de Marchamalo, a través de dragados, con el fin de “garantizar el intercambio de agua entre el Mar Menor y el Mar Mediterráneo y evitar el aislamiento de la laguna”.
Así lo indicó ayer el consejero de Turismo, Cultura y Medio Ambiente, Javier Celdrán, tras conocer el informe realizado por el grupo de trabajo de hidrodinámica formado dentro del Comité de Asesoramiento Científico del Mar Menor.
Según la Comunidad, el informe de los científicos concluye que “ante la tendencia detectada y para evitar una posible colmatación total en algunas áreas de las golas de Las Encañizadas y de Marchamalo, sería adecuado realizar actuaciones de mantenimiento y restauración ambiental que permitan garantizar el nivel de intercambio de agua con el Mediterráneo en dichas zonas”.
Además, este grupo establece que se debe “hacer un seguimiento continuo de las batimetrías, así como de otros parámetros de estas golas para asegurar que no se produzcan acumulaciones de sedimentos excesivas en las mismas que pudieran cortar los flujos de intercambio”.
Celdrán señaló que “se trata de realizar actuaciones únicamente de recuperación ambiental en Marchamalo y en Las Encañizadas que intentan restituir la situación de las golas de hace unos años, en la medida en que sea necesario para garantizar el intercambio de agua como ha concluido el grupo de trabajo. Tenemos que evitar que el Mar Menor quede aislado”.
Contra el dragado indiscriminado
Los científicos consideran que un dragado indiscriminado sería un “desastre absoluto”. Los expertos que integran el Comité de Asesoramiento Científico de la laguna se han posicionado varias veces en contra del dragado de las golas para la entrada de agua del Mediterráneo al Mar Menor.
Francisca Giménez Casalduero, profesora de la Universidad de Alicante, explica el daño que conllevaría un aumento del intercambio de aguas entre el Mar Mediterráneo y el Mar Menor: ”Las condiciones físicas y climáticas de la laguna y su entorno han configurado un ecosistema singular, en el que la elevada salinidad del agua y los cambios bruscos de temperatura, han permitido la evolución de poblaciones adaptadas a un ambiente extremo (hipersalino) e impedido el asentamiento de otras especies. La salinidad es la principal barrera ecológica entre el Mar Mediterráneo y el Mar Menor, y el hecho de dragar las golas disminuiría el nivel de salinidad de la laguna, lo que provocaría una pérdida de biodiversidad y de calidad del estado ecosistémico al aumentar la probabilidad de crecimiento masivo de especies dañinas”.
Además, Giménez Casalduero afirma que el dragado de las golas no solo perjudicaría al Mar Menor, por el descenso de su salinidad, sino también al Mediterráneo, donde la salida de agua cargada de nitratos desde la laguna afectaría “muy negativamente a las praderas de posidonia, que tienen plazos de recuperación de cientos de años”.