Es la primera novela de Marto Pariente que cae en mis manos y si sigue escribiendo como en esta, desde luego, no será la última. Las horas crueles, editada por Espasa, es una muy buena novela negra que cumple perfectamente con su función: tener al lector enganchado a la trama sin aburrirle. Si a ello se le añade un final inesperado y apoteósico, mejor que mejor.
La pareja formada, a la fuerza, por Frank y Eliana tendrán que buscar a una persona que los lectores saben muerto desde el comienzo de la novela. Esto podría desanimar a cualquiera si no fuese por el ritmo trepidante (ayudan los capítulos cortos) y la sucesión de añadidos argumentales que hacen preguntarse ¿por qué? Si, además, está el extraño personaje Samael (“Samael somos todos” se repite con certeza durante la novela), no queda otra que sentir pena cuando hay que dejar la novela a un lado para cumplir con los deberes diarios o, algo tan simple, como dormir.
La virtud de Pariente es que no llena la trama con sesudas reflexiones sobre las pistas y toda la ciencia alrededor de la consecución de alguna información; ni se queda en la descripción psicomorfológica de cada personaje; ni pretende conseguir el premio Nobel por la utilización de palabras de uso casi extinguido. Por suerte pone el relato por delante de los personajes y eso genera diversión en el lector. No porque sea graciosa la trama, sino porque permite disfrutar del camino que llega a un final desconocido y, además, sorprendente.
¿Supone eso que los personajes son planos? No, les dota del suficiente cuerpo psicológico para que cualquier lector pueda desarrollar en su mente el resto del personaje. Igual una comparación con un amigo o amiga, conocido o conocida; igual proyectándose personalmente sobre el personaje. Logra una mezcla perfecta entre buena trama y buenos personajes sin aturdir al lector. Algo que no es tan frecuente como se piensa. Y esto es un logro del autor. No cree que él, como escritor, está por encima del texto y se agradece.
Muy buena novela negra, ambientada en Guadalajara y alrededores, lo que permite salirse de ciertos clichés al uso y entretener al lector. Pariente está en la buena senda y esperamos que siga así y ustedes que lo lean… porque merece la pena.