Miguel Zorita, en principio en solitario y luego junto a Martin Gruschka, ha ido dejando un reguero de compañías en dificultades tras haber prometido planes de negocio espectaculares que llevarían a estas empresas a los puestos de liderazgo de sus respectivos sectores. No hay más que recordar lo que ocurrió con la consultora forense estadounidense Proviti o, sobre todo, con el Grupo Inmobiliario San José, del que, tras tener la confianza plena de Jacinto Rey, tuvo que salir tras cometer grandes errores como una salida a bolsa en los tiempos marcados por la banca acreedora en vez de los que realmente le interesaba a San José. Rey se cansó de las promesas de Zorita que no se convertían en realidades.
Su unión empresarial con Martin Gruschka fue como juntar el hambre con las ganas de comer. El dueño de Springwater, el fondo que ha hundido a grandes empresas españolas como Unipapel o la cadena de electrodomésticos Miró, dejándolas, además de en una situación concursal complicada, entre los deudores más grandes de la Hacienda Pública. Además, según un voto particular de la jueza de la Audiencia Nacional Emilia Ruiz-Jaramo, el verdadero negocio de Gruschka está, precisamente, en la quiebra de las compañías que adquiere —un patrón que se adapta perfectamente al currículum de Miguel Zorita— para, presuntamente, salvarlas con movimientos como los que hizo en Unipapel, en el que presuntamente se realizó una venta simulada a Springwater para que la empresa vendedora (Adveo) evadiese los finiquitos de los trabajadores en el momento de la liquidación.
Esta unión con Gruschka también se certifica en la entrada en la tecnológica Daorje donde tanto el suizo como el valenciano controlan la empresa a través de sociedades que se encuentran domiciliadas en países como Panamá, Malta, Luxemburgo, Delaware (Estados Unidos), es decir, en países que son paraísos fiscales. Tarde o temprano, una vez que tengan toda la tecnología de Daorje, la empresa saldrá de Asturias. Ya uno de sus máximos accionistas está en Luxemburgo, aunque quien tiene el mayor número de capital es Zima, una de las sociedades de Zorita.
Ante esta situación no es comprensible que Miguel Zorita haya entrado en Duro Felguera para salvarlo. Según el valenciano él tiene la confianza de la banca para resolver la situación. Por ese mismo argumento no se puede comprender que los bancos hayan depositado su confianza en alguien con un currículum así, lleno de fracasos a la hora de reestructurar y solucionar problemas de empresas. Sólo puede ser comprensible si Zorita fue puesto ahí por la entidad que tiene un 50% de la deuda, en concreto, el Banco de Santander, sobre todo teniendo en cuenta la relación existente entre el ejecutivo valenciano y el banco cántabro de su época como presidente de Deloitte porque esta empresa era la que auditaba las cuentas del Santander. El sector de la banca siempre ha sido muy serio como para depositar su confianza en alguien como Zorita, un verdadero profesional en hundir empresas que prometió salvar.