La vicepresidenta del Consell y consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas, Mónica Oltra, ha indicado que Generalitat enviará un informe al Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación sobre el resultado del viaje que una delegación del Consell ha realizado a los campos de refugiados de Gaza y Cisjordania, tras la invitación realizada por la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados de Palestina (UNRWA). Cuestión bien distinta es que Dastis o Rajoy lo lleguen a leer o hacer caso.
Oltra ha asegurado que entiende que el viaje “parte de construir Estado, y las comunidades autónomas son Estado, es que le traslademos las impresiones del viaje al Gobierno de España para que pueda conformar también la idea de cómo construir la política internacional y de cooperación a partir de las diferentes experiencias que las comunidades autónomas estamos testimoniando desde nuestros proyectos de cooperación”. De hecho, según ha precisado la vicepresidenta, con anterioridad, Extremadura, País Vasco y Cataluña habían hecho previamente una visita institucional a la zona de Gaza y Cisjordania.
En este sentido, ha comentado la importancia de que el Ministerio de Asuntos Exteriores “tenga elementos para mejorar la coordinación entre las comunidades autónomas en proyectos de cooperación y construir un relato común en conexión con las Oficinas Técnicas de Cooperación”, ha indicado Oltra. Asimismo, la vicepresidenta, que ha mostrado su agradecimiento al Gobierno de España y al consulado por todas las gestiones realizadas, ha insistido en que el viaje “nos ha servido para tener una idea más clara sobre qué proyectos de cooperación queremos apoyar desde el Gobierno Valenciano, reordenar la cooperación y dar prioridades”.
Una visión de deshumanización
La vicepresidenta del Consell inició el pasado 3 de julio un viaje sobre el terreno a Cisjordania, invitada por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA) en Oriente Medio, para conocer el trabajo que se está haciendo en esta zona con colectivos que tienen una vulnerabilidad añadida como son la infancia, las personas con problemas de salud mental y las mujeres.
Un viaje que, según la vicepresidenta, tenía cuatro objetivos: “Poner en valor la cooperación valenciana después de años en esa tierra; atender la llamada de UNRA, que quería que viéramos el día a día en Palestina, donde se vulneran los derechos humanos; visitar proyectos de cooperación y ver las necesidades de la cooperación valenciana; y mejorar la coordinación de la cooperación a nivel del Estado español”.
Oltra, que estaba acompañada por personal de UNRWA y por el director general de Cooperación y Solidaridad, Federico Buyolo, realizó un viaje de cuatro días en los que visitó los campos de refugiados de Tulkarem y Aida, “con construcciones precarias, muchas de ellas inseguras, pero ya no en tiendas de campaña porque ya ha nacido allí la cuarta generación de refugiados”; un campamento beduino camino de Jericó, donde también comprobó los efectos de la expansión con las demoliciones de casas palestinas; y asentamientos de Betlem, Hebrón y Jericó, donde fue testigo de las condiciones de vida de las personas que allí residen.
También se reunió con ONG, representantes de la Oficina Técnica de Cooperación (OTC) del Gobierno de España, así como con la madre Marta, responsable de la congregación que dirige el Colegio de El Pilar en Jerusalén Este, ejemplo de convivencia trabajo con niñas de familias desfavorecidas y de convivencia entre cristianos y musulmanes en el propio centro. En palabras de la vicepresidenta, se ha tratado de un viaje duro “a donde no irías de vacaciones ni llevarías a tus hijos”, pero que ha permitido comprobar in situ “la masificación, pobreza y militarización en los campos de refugiados a los que se les somete, además de un trato inhumano” con cortes de agua, luz, controles fronterizos de horas, incursiones y tratos degradantes.
La vicepresidenta ha insistido en que, una vez que te encuentras en Gaza, te das cuenta de que “es la mayor prisión del mundo” con muros más altos que el muro de Berlín. Se trata de una zona con cerca de dos millones de habitantes encerradas por un bloqueo comercial y de fronteras que impide el desarrollo económico y vital de quienes allí residen.