El convenio de colaboración entre la Junta de Andalucía y la Diputación de Almería respecto a la Residencia Asistida obliga a la primera a controlar que la actuación de esta última es consecuente con el bienestar de las personas dependientes allí ingresadas. Y Juan Manuel Moreno Bonilla parece que no ejerce sus funciones, ni obliga a ejercerlas. Bien está que antes como estaba al mando el capo del PP andaluz, Gabriel Amat, mirasen para otro lado y dejasen hacer porque les convenía. Ahora, tras haber logrado Moreno Bonilla que Amat acabe refugiado en Roquetas de Mar por el gravísimo caso de corrupción que le persigue (y al PP también porque los dineros despistados a saber dónde han acabado), debería ejercer el poder institucional e interior con Javier Aureliano García, el nuevo presidente.
Amat, mientras Moreno Bonilla callaba en la oposición pero bien que acudía a rendir pleitesía a Almería (incluso lo hizo Pablo Casado, como corresponde), hizo y deshizo con esta residencia donde hay personas que ya no se valen por sí mismas. Ancianos con demencia senil, alzheimer y otras situaciones que les hace ser grandes dependientes y que vienen sufriendo todas las maledicencias políticas habidas y por haber. Han utilizado las alas de la residencia, o lo han intentado, para dar cursos y utilizar de conejillos de indias a los ancianos y ancianas. No les ponen refrigeración adecuada en verano. Cierran alas a diestro y siniestro sin contar con la Junta. Quitan camas porque tienen intereses espurios para la Residencia. Y el personal que allí trabaja, pues en las condiciones típicas de un gobierno conservador. Con los ancianos se podría pensar que tendría cuando menos compasión católica, pero ni eso.
Según nos han contado familiares de los residentes ahora ni les ponen un poco la calefacción por las noches. No es que en Almería haga un frío terrible, pero estas personas sí notan el cambio climático y tienen que estar con abrigos dentro de la residencia. A ello hay que sumar la humedad propia de las plazas costeras y que genera una mayor sensación de frialdad. Les da igual a estos gobernantes del PP (con el apoyo implícito de Ciudadanos, hay que recordar) que estas personas lo pasen mal por el cambio de temperatura. Que no es algo de un día o dos, sino que es producto del paso de las estaciones, algo que es conocido y de sobra porque se viene produciendo desde hace siglos. Pero les molestan estas personas y esta residencia.
Y por si fuera poco, también nos cuentan, que carecen de alimentos para aquellos que tienen algún tipo de intolerancia alimentaria. Algo habitual en estos tiempos, como la intolerancia a la lactosa. Por ejemplo, según nos han contado los familiares, que no hay yogures sin lactosa que puedan tomar aquellos que tienen esta peculiaridad. No van a gastar un euro más para que estas personas tengan un final de vida digna y acorde a sus exigencias corporales. Viendo cual es el trato que, antes Amat, hoy García y Moreno Bonilla, les dan a estas personas dependientes parecería que desean su muerte cuanto antes. Los fuertes rumores existentes en Almería sobre un futuro distinto para el terreno de la Residencia, aunque sólo son rumores, dan que pensar malévolamente.
Después de todas las que han hecho, y que parece Moreno Bonilla va a seguir permitiendo, se suma la falta de calefacción al mínimo y la carencia de alimentos para intolerantes. Ya ha avisado Javier Imbroda que los niños y niñas pasarán calor en los colegios, mejor no pensar en lo que van a seguir permitiendo sobre estas personas.