El balconing se extiende como una fiebre imparable. Desde Málaga a Mallorca, desde Ibiza hasta Salou, esta práctica que consiste en arrojarse a la piscina desde el balcón de un hotel se está haciendo tan popular entre los jóvenes turistas extranjeros que ha disparado todas las alarmas. Lo que empezó siendo una moda de verano preocupa y mucho, no solo a los responsables de seguridad de los municipios costeros más turísticos, sino también a Gobiernos de países de la Unión Europea que como Reino Unido exportan una mayor cantidad de turistas a nuestro país.
Es tal la preocupación que expertos en seguridad del Gobierno balear y de Gran Bretaña han mantenido contactos en las últimas semanas para tratar de atajar el problema. Hasta el mismísimo Foreign Office ha entrado en el asunto al lanzar una campaña de prevención mediante vídeos en los que se advierte a la población de las graves secuelas que puede acarrear la práctica del balconing. El problema está adquiriendo tintes de auténtica epidemia, ya que en lo que va de año, y solo en Mallorca, han perdido la vida al menos cuatro jóvenes. Entre los fallecidos hay una joven y un chico de nacionalidad británica, un muchacho irlandés y otro francés.
Otras once personas han sufrido heridas muy graves. La noche del pasado martes fue de las peores que se recuerdan: hasta tres personas se precipitaron al vacío desde sus habitaciones en hoteles de Palma e Ibiza. El triste récord se lo lleva el hotel Eden Roc, donde esta temporada han perdido la vida tres de los cuatro fallecidos en Magaluf. Allí, en abril de 2017, una joven escocesa de 19 años cayó desde una terraza en lo que pudo ser otro caso de balconing.
Las autoridades españolas y del Reino Unido mantienen contactos para afrontar un problema que va a más cada verano
Por supuesto, detrás de esta actividad peligrosa que se ha puesto de moda de forma absurda en los últimos tiempos suele estar el alcohol o el consumo de drogas, por lo que las policías locales de los municipios costeros se encuentran en alerta desde el mes de junio, con el inicio de la temporada de verano, ante la proliferación del fenómeno. Pese a las sucesivas campañas de concienciación y medidas de prevención que se han puesto en marcha los casos siguen repitiéndose con una frecuencia cada vez más preocupante. Ayer miércoles se supo que un niño de 14 años sufrió heridas gravísimas tras caer de un segundo piso en un hotel de Playa de Muro, en Palma, según informaron fuentes del SAMU 061. Cinco horas después, ya de madrugada, un turista británico de 43 años se precipitaba al vacío desde una altura de cuatro metros en un hotel de Sant Antoni (Ibiza).
Por su parte, John C., padre de uno de los chavales fallecidos en Magaluf, ha asegurado a un canal de televisión británico que la muerte de su hijo nunca tendría que haber ocurrido. “Si se hubiese hecho algo después del último accidente, lo de Thomas no tenía que haber pasado nunca. Sentimos como un insulto a Tom que hayan pasado cinco días y nadie haya venido aquí a tomar las medidas de seguridad necesarias para evitar que esto pase de nuevo”, añadió. Tom, el joven fallecido de 21 años que pasaba unos días de vacaciones como premio por haber aprobado el curso escolar, se precipitó al vacío desde uno de los balcones del Eden Roc, donde otros dos muchachos han perdido la vida este año en circunstancias similares. Además, el padre de la víctima ha exigido a los touroperadores, agencias de viajes, hosteleros y empresarios que tengan que ver con el turismo que se pongan “manos a la obra” para tratar de terminar con esta lacra.
Algunos municipios como el de Calvià han dado orden a la Policía Local de imponer fuertes multas de hasta 1.500 euros a todos aquellos que sean sorprendidos trepando por los balcones o lanzándose a la piscina desde una terraza. Sin embargo, la moda que causa furor entre los seguidores de las redes sociales y youtubers sigue abriéndose paso entre los jóvenes turistas. ¿Qué les incita a hacerlo? Necesidad de vivir nuevas experiencias, desinhibición por encontrase en un país extranjero o los efectos del alcohol y las drogas tras una noche desenfrenada de verano podrían estar en el origen de estas prácticas.
Juan José Segura, cirujano general del hospital Son Espases de Palma de Mallorca y experto en el fenómeno, ha asegurado a la cadena de radio Onda Cero que atiende cada año a entre 15 y 20 jóvenes víctimas de esta práctica tan absurda como peligrosa. “La gran mayoría son hombres de entre 20 y 24 años, británicos e irlandeses, que han consumido alcohol o alguna otra substancia”. Además, asegura que “la mayoría de casos es de gente que va de un balcón a otro”. Lamenta que “cuando llegaron de vacaciones eran chicos perfectamente sanos pero ahora muchos quedarán impedidos para afrontar el día de día de su vida con normalidad”. De momento no existen cifras oficiales sobre el número de personas fallecidas o lesionadas por el balconing en España.