La semana pasada ha habido polémica por el no permiso de las delegaciones del Gobierno en diversos lugares de las manifestaciones del 8M. Que si los nazis se manifiestan, que si los cayetanos se manifiestan, que si el concierto de Raphael y así hasta copar todas las concentraciones posibles. La vicepresidenta primera, Carmen Calvo, ha sido clara al respecto afirmando que lo aconsejable es no celebrarlo. Con más cabeza, o con menos interés en la publicidad, la política andaluza ha actuado desde un punto de vista sanitario… y político. Sí, político también porque es consciente de que este 8M se utilizaría para fines espurios y lejanos a la defensa de la igualdad de las mujeres. Sencillamente ha visto, como cualquier feminista, que con este ministerio de Igual-dá no hay nada que celebrar un 8M.
Irene Montero vive en una constante huida hacia delante en lo que se refiere al supuesto feminismo que se incardina en su persona. Es todo publicidad (recuerdan lo pesada que se puso hace un año con la ley del sí es sí que ya se verá si el Constitucional permite), todo aparentar, todo actuar en favor de los pocos lobbies que siguen apoyando a Podemos porque, al fin y al cabo, nadie les apoya por cuestiones obvias. Hasta la fecha ¿qué ha hecho Montero por la mujer? Nada. Absolutamente nada. De hecho las feministas socialistas, comunistas, liberales y no adscritas llevan desde hace demasiado tiempo criticándole por intentar aplicar políticas de borrado, protofalangistas y, directamente, reaccionarias. Se demuestra que sí que se han leído en el ministerio de Igual-dá siete cosas sobre feminismo, pero están en lo queer, en lo metafísico, en lo único en que se sienten diferentes. Porque, en realidad, eso de Podemos no es más que un intento constante por diferenciarse de los demás y las demás en los huecos que les van dejando. No se hacen nazbols porque sería demasiado brusco, pero no lo descarten.
Esto no es una pelea entre feministas del PSOE y de Podemos como quieren vender los Maestres, los Vallines y todos los que se deleitan haciendo mansplanning (hombres que dicen cosas). Estos días se ha conocido el escrito de numerosas mujeres y cargos públicos de Podemos quejándose de la ley Loretta. Con esa pelea partidista, en realidad, lo que se quiere, bien apoyadas esas personas por lobbies, es deslegitimar la lucha feminista. No sólo la del PSOE sino de todas las mujeres. Si se fijan en qué defienden en el ministerio de Igual-dá y en Podemos y satélites (como IU, Comuns, etc.) no hay nada que favorezca acabar con los techos de cristal (se le ponen a las mujeres techos de hormigón), con los suelos pegajosos, con la erradicación del género (al contrario se potencian los roles sociales), con la explotación…
Desde Podemos y su ministerio se apoyan los vientres de alquiler; se apoya el proxenetismo y la explotación sexual de la mujer; se apoya la permanencia de la mujer en los cuidados (como Pilar Primo de Rivera y su sección femenina); se apoya el borrado de la mujer; se le quitan a las mujeres sus espacios seguros; quieren colar toda la diversidad del mundo en el feminismo; potencian el generismo y la permanencia de la estructura patriarcal establecida en el dominio de género; y legislan sobre lo ya legislado y establecido como los planes de igualdad empresariales e institucionales –sobre esto último lo único que muestran es el enorme desconocimiento que tienen de la vida real-. Y hay algo que es la prueba definitiva, en Vox están encantados con sus propuestas y su discurso. Poco se puede esperar de un partido que en un 8M sacó un cartel con la cara de su dirigente máximo, autonombrado macho alfa. Que se hayan prohibido las concentraciones por el 8M supone casi un alivio para el movimiento feminista porque no hay cosa que toquen algunas y algunos que no acabe destruido.