La capacidad de convicción de un candidato político tiene su apoyo en muchas cuestiones estilísticas y argumentativas, pero principalmente en la fiabilidad de sus propuestas. En el caso de Pablo Casado todo el mundo sabe que miente, así que quien se quiera engañar es problema suyo. Pero en el caso de Pedro Sánchez y Albert Rivera la incredulidad es doble y eso que ambos han intentado hacer ver que jamás pactarían. El problema es que nadie les cree por muy distintos motivos.
En el debate del martes Sánchez afirmó que no tenía intención de pactar con quien le pone cordones sanitarios, esto es, Ciudadanos. Pero no tener la intención no es un no rotundo en realidad sino una forma de apartar ese mensaje claro que le ha estado mandando Pablo Iglesias sobre su factible pacto con la derecha naranja. Y todo ello porque desde que José Luis Ábalos dijese que, siendo Podemos su socio preferencial, no descartaba un acuerdo con Ciudadanos si los números diesen, son muchas las personas que tienen la sospecha de que eso es algo más que una posibilidad.
Como hemos dicho hasta la saciedad, incluso antes de convocar las elecciones, si los números ofrecen un acuerdo PSOE-Podemos-PNV no duden que ese será el gobierno electo, salvo que alguna cabezonería lo impida. Si hiciesen falta los partidos secesionistas y los números diesen para un gobierno PSOE-Cs ese será el gobierno. Y no porque quiera Sánchez en sí, sino porque es lo que el Ibex pide desde hace tiempo. Un gobierno de dos partidos máximo para dar estabilidad al sistema político. En Ciudadanos son conscientes de que eso será así por mucho que diga Rivera que el sanchismo es el mal y hay un estado de emergencia nacional. Si suman ambos pactarán y formarán gobierno conjunto.
Sánchez viene diciendo que él quiere un gobierno monocolor del PSOE y así poder pactar con mayor tranquilidad. Le ha gustado la excepcionalidad de los 84 diputados y quiere seguir así, el problema es que sus deseos son tremendamente contrarios a la razón, la estabilidad del sistema y los deseos de quienes mandan.
Un gobierno monocolor sin mayoría suficiente (al menos estar a tres o cuatro escaños de la mayoría parlamentaria) supone estar irritando al sistema política con cada decreto, ley o acción de Gobierno. Por mucho que Sánchez crea que tiene la capacidad de negociación de las cosas sociales con Unidas Podemos y los temas establishment con la derecha, la realidad es que en algún momento le fallarían los apoyos con total seguridad. Se ha visto con los presupuestos generales rechazados. No es algo razonable y debería saberlo aunque ahora esté en campaña electoral. Además, estabilidad es lo que quiere la clase dominante, esa misma que visita a escondidas al presidente en Moncloa, y eso se consigue con gobiernos plurales. Lo que además supone implicar al partido con el que se pacte en la lucha del día a día gubernamental.
Aun así, Alberto Garzón ha advertido que Sánchez no lo ha excluido rotundamente y que si a ambas formaciones les dan los números tras las elecciones del domingo habrá “presiones internas y de los poderes económicos” para que pacten. Lo hemos dicho en incontables ocasiones, en los mentideros del establishment ese es el gobierno que se desea, especialmente en el mundo financiero. En el mundo del ladrillo y el hormigón están jugando a dos bandas con los neofascistas. Pero como los financieros son la fracción dominante y los mercaderes también lo quieren, se hará lo posible para ese anhelado pacto PSOE-Cs. Mire si se sabrá en el mundo empresarial que hasta Teodoro García Egea, del PP, lo da por hecho también.
Adriana Lastra puede bailar al son de una gaita diciendo que es más de izquierdas que La Pasionaria, sólo hay que recordarle que se abstuvo para que Rajoy gobernase, pero también es consciente que si los números dan por ese lado Rivera será vicepresidente del Gobierno y se abrazará nuevamente con Sánchez como hicieron en 2015. Hoy se odian, pero igual que del amor al odio hay un solo paso, sucede lo mismo al contrario, mucho más cuando la realpolitik se impondrá. Y no sólo impulsada por el establishment español, sino por la propia Troika. Sólo, en un caso es obvio que pactará Sánchez por la izquierda, pero el problema es que es complicado si Unidas Podemos no pasa de los 45 diputados. Y como nadie dejará a Sánchez gobernar en solitario porque no se fían de él, como han recordado Pablo Iglesias, Albert Rivera o Irene Montero, pues hagan las propias cábalas. La primera opción es Podemos pero no es la que más fuerza tiene en Ferraz si los números dan.