Uno de los mayores problemas que tiene el PSOE es la intromisión de los antiguos dirigentes en los procesos electorales porque están institucionalizados y confunden de manera peligrosa los intereses del pueblo con los intereses de las instituciones que, casualmente, suelen ser los mismos que los de las élites porque, al fin y al cabo, son quienes gobiernan el mundo.
En el acto electoral de Miquel Iceta lo hemos visto con claridad en las intervenciones de José Luis Rodríguez Zapatero y Josep Borrell. El ex presidente, quien durante sus primeros años de mandato fue el adalid del reconocimiento de los derechos sociales de los españoles, ha dicho algo que cualquier socialista de bien entendería ni en sus momentos más duros de duda ideológica. «Primero están las leyes, luego los hombres». Esta afirmación sólo puede tener dos explicaciones: o el ex presidente ha perdido la cabeza o ha renunciado definitivamente a las esencias del socialismo para defender todo aquello que es la base del «institucionalismo» que prima cualquier interés al del pueblo. Un socialista no puede decir eso, un socialista no puede afirmar que la ley está por encima del hombre porque, principalmente, las leyes están hechas por hombres para que nos seres humanos no sean arrollados por poderes inquisidores y dictatoriales. Las leyes deben respetar la naturaleza primigenia de la raza humana, la ética, la moral y han de ser imparciales, es decir, no ponerse al servicio de los poderosos. Primero el pueblo, el pueblo que en libertad deberá elegir a los hombres y mujeres con valores, ética, igualdad, conciencia, compromiso social y dignidad para poder construir y crear leyes justas administradas por seres justos. Este es el orden de la libertad, de la democracia y de la vida señor Zapatero. A usted le cambió ese poder que juró en su noche de triunfo del 2004 que no le cambiaría nunca, usted llegó cambiado porque nunca renunció a sus amigos alojados los círculos más corruptos de Castilla y León, como, por ejemplo, Ángel Villalba, destructores de medios de comunicación libres e independientes. Anteponer la ley al hombre es el relato que defienden aquellos que están de acuerdo con la imposición legislativa, tal y como ocurre en dictaduras como la actual Venezuela o la que muy posiblemente se podría implantar con la actual oposición. Oír hablar a Zapatero y cómo le traiciona su subconsciente es terrible, incluso cuando habla de las mujeres, los homosexuales y los discapacitados.
Por su parte, Borrell se ha venido arriba y va endureciendo su discurso acercándolo cada vez más al de Ciudadanos o al del Partido Popular. El ex ministro socialista ha hablado de desinfección de Cataluña y se ha dirigido hacia los independentistas en estos términos «Siento deciros que vosotros sois el mal en mayúscula, una categoría moral, religiosa». Por tanto, Borrell ha entrado en el discurso frentista en el que, sobre todo Albert Rivera, quiere imprimir a esta campaña para llevarlo a un escenario de bandos, de buenos y malos. No es de extrañar que Gabriel Rufián, al referirse a la desinfección, le haya sacado a colación la cal viva como el mejor desinfectante.
Discursos como estos destrozan la línea argumental de Miquel Iceta que, al fin y al cabo, es el único que está poniendo un poco de coherencia al escenario catalán actual que es consecuencia, principalmente, de la falta de diálogo y de consenso. El secretario general del PSC está haciendo una campaña en la que pone en valor, precisamente, la transversalidad y el diálogo para recuperar un gobierno en Cataluña en el que estén representados todos y que represente a tod@s l@s catalan@s no sólo a l@s de un lado o a l@s del otro. Sin embargo, que Zapatero y Borrell hayan aterrizado en la campaña y lancen sus argumentos que dividen y que se acercan al españolismo extremo de Rivera —el mismo que se dice demócrata pero que que afirmó que votar al PSC era tirar un voto a la basura—, de Albiol o de Vox.
No es la primera vez que los antiguos dirigentes del PSOE destrozan las aspiraciones de quienes aún defienden un socialismo del pueblo así que, por favor, no se carguen la campaña de Miquel Iceta.