Los primeros cristianos establecieron hace siglos la confesión como tabla de salvación para los pecadores, pero en los tiempos modernos los políticos españoles, especialmente los del PP, que por algo somos la última reserva espiritual de Occidente, han dado un paso hacia adelante y han descubierto lo de pedir perdón.
Lo bueno de la confesión es que puedes pecar todo lo que quieras. Después buscas un sacerdote para confesarle los pecados y de inmediato, por el poder que le ha sido conferido te los perdona y ya puedes volver a pecar. Y si además pides disculpas, todos tan felices. Así puedes insultar a quien te dé la gana, más tarde pides perdón y te quedas tan ancho, y aquí santas pascuas y alegría.
La reflexión anterior puede aplicarse al Concejal del PP lorquino Juan Francisco Martínez Carrasco, quien hace unos días escribía en una red social la siguiente frase referida a la situación del empleo: ”Una mala noticia para la izquierda y sus borregos. Vamos en la buena dirección ¿qué van a decir ahora?”. Aún dando por buena y cierta la noticia de la que hablaba el deslenguado político popular, que es mucho suponer, cualquier persona normal no podría estar de acuerdo en las formas empleadas por Martínez Carrasco, sobre todo si tenemos en cuenta que el representante del PP es reincidente en sus calificativos ofensivos hacia todos aquellos que no son de su colla y se niegan a reírle sus “gracias”. No hace mucho tiempo, Martínez Carrasco tuvo la ocurrencia de equiparar la homosexualidad con una enfermedad, al tiempo que alardeaba de incumplir una ley aprobada por su propio partido en la Asamblea Regional.
Cualquier persona bien intencionada podría pensar que Martínez Carrasco ha sido víctima de un golpe de calor y eso le ha hecho desvariar un poquito, pero como al parecer estas situaciones vienen siendo demasiado habituales, la cuestión se complica un poco y no falta quien piense que los desvaríos del Ingeniero Martínez pueden ser a causa del nerviosismo que está empezando a cundir en las tropas populares ante la más que probable caída del régimen popular en Murcia dentro de poco menos de dos años.
Pero volviendo al caso que nos ocupa, los profesionales del insulto y la mentira, tal es el caso de Martínez Carrasco, creen que disculpándose está todo solucionado. Así, el concejal escribía días después en la misma red social: “Mis disculpas a ofendidos por borregos”, y pensaba que con ello queda perdonado el pecado y resuelto el problema. Lo que sucede es que en un alarde de prepotencia no se han leído la letra pequeña que los que instauraron el sacramento de la confesión incluyeron como condición para que este sea válido el siguiente término. En la letra pequeña se dice que para que la confesión sea efectiva y los pecados perdonados han de cumplirse ciertas condiciones tales como: examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de enmienda, confesión de los pecados y cumplir la penitencia. Y no sé, pero me da que en este caso el insultador no cumple ninguno de los requisitos, así pues sintiéndolo mucho sus disculpas no pueden ser dadas por buenas.
Así pues, quedamos a la espera de que ya que el insultador no parece dispuesto a cumplir con ni siquiera con el propósito de enmienda, al menos una autoridad de su partido decida hacerle cumplir la penitencia, o lo que es lo mismo obligar a dimitir a quien se niega a reconocer sus culpas y no está dispuesto a enmendarse.
Pero claro: ¿quién va a ser esa autoridad, su jefe inmediato? es decir, el alcalde de Lorca. No creo, sobre todo después de haberse puesto un sueldo superior al del presidente de la Comunidad Autónoma.